Jorratt, el cuestionado titular del SII, finalmente fue removido de su cargo. Había un sinfín de reportajes, papeles y evidencias que lo situaban como una persona que presionaba o se dejaba presionar para que no se cumpliera la ley. Para que ciertas figuras vinculadas a la Nueva Mayoría, y que estaban manchadas por el caso Soquimich, no fueran investigadas y así terminara la especulación de los dimes y diretes. Grave error ya que mientras más se trataba de esconder, más se sabía.
Como es sabido, el cargo de director del Servicio de Impuestos Internos es de exclusiva confianza de la Presidenta, por lo que ella lo nombra y lo saca cuando estima conveniente, o cuando le dura la confianza depositada. Claramente Jorratt no pudo mantenerse en su cargo debido a que no solamente había emitido boletas para Soquimich por algunos trabajos, sino también porque su ímpetu en que algunas cosas no se supieran, chocaba con el funcionamiento de la justicia y lo colocaba ante la opinión pública como una persona que carece de independencia para ejercer el cargo.
A partir de eso tal vez cabría preguntarse si es que el SII puede tener real independencia si es que depende de un gobierno y de un ministerio-en este caso del de Hacienda- en particular. Porque, ¿no resulta a lo mejor poco democrático que una institución de tal importancia no tenga la autonomía necesaria para ejercer sus funciones? Mentiría si digo que soy experto en el tema, pero sí me parece importante que se analice cuán relevante es que la institucionalidad sea observada a su cabalidad y sobre todo ante crisis como las que se están viviendo hoy en día.
Es ineludible revisar cómo hemos estado funcionando en materia de resguardo del Estado y así poder encontrar la respuesta para que éste no sea conducido como un ente burlado constantemente por privados y sus intereses, desembocando así en un mal drama de arreglines y de poca idoneidad.
En estas semanas nos dimos cuenta de que uno de los principales problemas de esta democracia en donde todos compran símbolos y los manejan a su antojo, es que el SII no está exento de ignorar su tarea con tal de seguir ordenes cuasi monárquicas. Sobre todo cuando esas ordenes vienen de una cartera en particular que, tratando de ocultar algunos nombres investigados en un proceso por su cercanía o su pasado en común con algún ministro en el mundo de la operación política, ejerce el poder a su antojo saltándose la consecuencia poco democrática que esto puede albergar.
Es urgente que una institución tan importante como el SII no termine siendo parte de una instrumentalización política, porque recordemos que es el recaudador de nuestros impuestos y, por lo mismo, debería ser una de las instancias que nos garantice la igualdad frente a un Estado que pretende-así se dice- hacernos sentir que somos todos medianamente igual de ciudadanos, construyendo un orden republicano equitativo y no abusivo.
Es fundamental que junto con todas las necesarias reformas que este gobierno pretende hacer, se mire detenidamente al SII. Es urgente que una institución tan importante no termine siendo parte de una instrumentalización política, porque recordemos que es el recaudador de nuestros impuestos y, por lo mismo, debería ser una de las instancias que nos garantice la igualdad frente a un Estado que pretende-así se dice- hacernos sentir que somos todos medianamente igual de ciudadanos, construyendo un orden republicano equitativo y no abusivo.
Recordemos que el abuso de poder de parte de las instituciones, es de una u otra manera un abuso de la democracia, de la prudencia que se debería tener en una sociedad que debería construirse sobre la base de lineamientos claros sobre lo que es o no democrático. Y el exceso de poder no lo es. Porque el día en que nuestros funcionarios públicos prefieren mirar el interés particular antes del de un Estado, ahí nos vamos todos al carajo.
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