La subcontratación empieza con la dictadura, proceso que va acompañado de la reconversión productiva asociada al neoliberalismo. Así, nos imponen nuevas leyes laborales promovidas por el señor José Piñera con el objetivo de dividir y debilitar al trabajador. Reaccionamos hace años, cuando subcontratistas de distintas áreas denuncian esta situación. Un hito será enero del año 2006, época en la cual la Coordinadora Nacional de Trabajadores Contratistas del Cobre empezó una paralización nacional. Lo importante es que esa batalla nos permitió visibilizar el problema del subcontrato y abrir el debate sobre sus opciones, como el hecho de que los sindicatos tomaran la bandera del pase a planta de lxs subcontratadxs.
Es necesario definir un proceso de tecnología conveniente para un crecimiento más equilibrado, es decir, que supere aquella idea productivista neoliberal que no considera los indicadores políticos, sociales o ambientales
Esa reconversión productiva es dañina porque a partir de ésta, Chile se define como un país esencialmente minero; y esto nos ocultará complejos procesos económicos, sociales y políticos relacionados con la función que nos asigna el comercio global: que seamos «minero» responde a una nueva división internacional del trabajo basado en la apropiación indebida de nuestros recursos,
lo que origina importantes asimetrías en la sociedad pero también entre nuestro país y los desarrollados. Además, que solamente exportemos materias primas produce una concentración económica y de la propiedad que perjudica a las mayorías porque consolida los intereses económicos de la élite en perjuicio del mercado y del consumo interno.
Es el régimen popular quien nos desafía a pensar en el desarrollo sustentable, en el que entran en juego otras variables, como nuestra calidad de vida, el real acceso a la salud y a la educación e incluso la gestión democrática del sistema. Por eso, es necesario definir un proceso de tecnología conveniente para un crecimiento más equilibrado, es decir, que supere aquella idea productivista neoliberal que no considera los indicadores políticos, sociales o ambientales. Ello involucra un modelo que tenga como meta alcanzar el pleno empleo de la fuerza laboral. La propuesta es hablar de tecnología para el desarrollo integral, que reivindique el crecimiento a partir de un mejoramiento sustancial de la calidad de vida de todxs. De ahí la importancia de combatir contra la subcontratación y contra la explotación del hombre en general.
El duopolio no está a la altura para hacerlo porque lo anterior se traduce en una profunda democratización, proceso que nos niega a través de la represión y de otras formas más sutiles de dominio: el PPD que debía convertirse en un partido instrumental para conducirnos a la democracia terminó afirmando que «no hay ni tiempo político ni legitimidad social para una nueva carta magna», ni hablar de la Asamblea Constituyente. Por su parte, el PS vía «renovación» traicionó sus ideales al mismo tiempo que el PC pierde su identidad al aliarse con una «Nueva Mayoría» que no fue ni lo uno ni lo otro. Siempre con el argumento de que debemos frenar a la derecha, el supuesto partido de Recabarren termina apoyando a la reacción más brutal. ¿No sabrá que la Concertación es de derecha? Nada de realismo, toda una farsa.
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