El insulto mas genuino es pedirle comprensión, compromiso y lealtad al sistema democrático a un pobre que sólo conoce el vendaval mensual de pagar por subsistir. Todos los días centenares y miles de personas recorren sonámbulas cada una de las grandes urbes de nuestro Chile. Les pido que se detengan un minuto en pleno centro de la ciudad y verán a cada cual con lo suyo; a la muchedumbre con sus problemas y alegrías y a todos herederos y fundadores de algo que hoy por hoy no los tienta en lo absoluto: la democracia.
En ese paraje complejo y realista, ¿nos atreveríamos a preguntarles sobre los privilegios de la libertad y las bondades democráticas? ¿sabiendo que la permanencia en su casa depende del interés bancario pagadero a 20 años?
De largo y bueno se ha escrito sobre el tema, así el dilema de la igualdad y la libertad es connatural a los dilemas esenciales de la democracia representativa. No es la intención de quien escribe intentar solucionar tamañas interrogantes; sin embargo nunca es malo preguntarse sobre lo que tenemos y cuánto de ello nos desagrada.
Si le gusta la poesía comprenderá que en el debate actual se habla mucho de los versos pero no de los poemas. Cada cual pretende hacer reformas que impriman un sello muy particular e histórico a su propuesta; así, cual recetas de cocina se manifiestan los grandes anhelos transformadores de las facciones políticas.
Esto sin duda, es la manifestación misma de la privatización del accionar político en el Congreso de la República, dado que las grandes causas parlamentarias deberán corresponder siempre a un acervo popular que lo entregará el mercado de las opiniones y, como bien sabemos, éstas responden al editor impoluto de cada medio. Falta, por lo tanto, esa ansiada carta de navegación sistemática, valórica, compleja y real, la cual, con el dolor de los cálculos de opinión, deberá nacer desde los complejos acuerdos sobre la realización de la dignidad humana.
El centro de la discusión no corresponderá sólo a las reformas políticas, sino que versará sobre las disyuntivas genéricas de cuanto mas cercano es el modelo a la concreción de la dignidad.
La democracia de los pobres es la democracia empobrecida. Al mirarla desde las Condes y la Pintana da lo mismo, sólo comprenderemos su faceta poco representativa y lejana, aquella que únicamente les interesa a esos mismos lejanos y buenos mentores.
El desafío es acercar las virtudes que no están a las grandes prioridades sociales y políticas, no desde su individualidad recetaria sino desde la complejidad sistemática que comprenda al hombre y su dignidad como su objetivo único. En este caso la oposición no encontrará su norte cercano a sus rechonchos y peludos ombligos; no verá sus caras en carteles con 3 años de anticipación a la campaña; no vivirá el día jugueteando con la CEP. En ese mundo que intento inventar la idea primordial siempre la entregara el hombre.
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