Ya tuvo lugar la junta nacional de la Democracia Cristiana (DC) donde se definió el curso a seguir en relación a las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. La relevancia de esta junta estuvo dado por la decisión de ir a primarias o a primera vuelta, de la cual dependerá el devenir político nacional.
Por historia, doctrina y convicción, el domicilio de la DC es la centroizquierda. Nació de las entrañas de la derecha, del partido conservador, rebelándose ante la injusticia social imperante.
La junta se reunió para adoptar una decisión difícil, compleja. El eje PS-DC que ha dominado la escena política en las últimas décadas se encuentra resquebrajado. El signo más visible de este resquebrajamiento fue la reciente decisión del PS de no levantar candidatura propia alguna y respaldar la de Alejandro Guillier.
Esta junta tuvo lugar en un momento que invitó a la reflexión de quienes estuvieron en una u otra postura. Los partidarios de ir derechamente a la primera vuelta se basaron en la necesidad de desmarcarse de la Nueva Mayoría (NM), donde no pocos se sienten incómodos por desacuerdos que se han ido multiplicando, para perfilarse, identificarse con nitidez, desde ya con miras a las elecciones de fin de año. Mal que mal, desde 1997, la DC ha perdido del orden de un millón de votos. Esta necesidad de perfilarse sienten que no están en condiciones de ponerla en marcha para las primarias en virtud del escaso tiempo disponible. Además, perciben un aislamiento y distanciamiento por parte de los restantes partidos de la NM, aparte que nunca les ha acomodado estar junto al PC.
Quienes privilegiaron ir a primarias se basaron esencialmente en la necesidad de preservar la coalición de gobierno y la actual representación parlamentaria, dado que asumen que de no haber primarias, difícilmente pueda haber una única lista parlamentaria. De hecho, tanto el Partido Radical (PR), como el Partido Por la Democracia (PPD) y el PS advirtieron que sin candidatura única, no habrá lista parlamentaria. Los partidarios de ir a primarias temen que ir a primera vuelta facilita la elección del candidato de la derecha, particularmente si éste emerge de elecciones primarias. No deja de ser una paradoja que al final del día los candidatos de la derecha y del Frente Amplio emanen de unas primarias promovida por la NM, y que ésta no haya sido capaz de resolver el tema de la candidatura presidencial por esa vía.
En este contexto, la DC resolvió ir a primera vuelta, con todo lo que ello implica. Decisión legítima, que puede no ser compartida, pero que debe ser respetada, así como la que en su momento el PS resolvió respaldar a Guillier, renunciando a llevar candidato propio. Decisión que debe respetarse si se aspira a tener un nuevo gobierno en beneficio del país, en especial, de los más postergados.
La decisión de la DC debe visualizarse como una oportunidad para reestablecer un diálogo fecundo, dejando atrás amenazas y diatribas inconducentes, para repensar el proyecto de país que queremos y los caminos para alcanzarlo. Al final del día, para una eventual segunda vuelta, nos necesitamos todos, nadie sobra. Tanto Alejandro, como Beatriz y Carolina, necesitarán de todos nosotros. No podemos ni debemos restarnos, tan solo respetarnos, demostrando capacidad para ponernos de acuerdo. No se trata solo de ganar, sino de gobernar con afecto, con coherencia, con unidad. Si fuimos capaces de hacerlo para salir de la dictadura, ahora con mayor razón en base a la vivencia y experiencia acumulada.
Por historia, doctrina y convicción, el domicilio de la DC es la centroizquierda. Nació de las entrañas de la derecha, del partido conservador, rebelándose ante la injusticia social imperante. Eso tenemos que tenerlo presente hoy y siempre para no perdernos en la chimuchina.
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