El jueves pasado, en el Parque Forestal y luego del discurso de la Presidenta de la CUT, ocurrió un incidente que marca los conflictos en desarrollo que vive parte importante del mundo de los sindicatos. Una centena de dirigentes de base de la Federación Nacional del Trabajador de Walmart expulsó de la manifestación a un pequeño número de delegados del Sindicato Interempresas de Lider, SIL, aliado de Bárbara Figueroa. ¿Qué explicación tiene esto?
Este 11 de julio la CUT demostró que sus capacidades de convocatoria estaban al alza. Si Carabineros indicó que marcharon 45.000 personas y aplicamos una simple regla de tres (esa es más menos la proporción con que calcula la autoridad), estaremos al borde de los 150.000 participantes que señalaron los organizadores. Sumemos la mayoría de las grandes ciudades y tendremos una manifestación nacional de envergadura. Un cuento distinto ocurrió con el llamado a Paro propiamente tal. La repuesta fue desigual y, por cierto, valdría la pena un análisis más preciso en este terreno. Suponemos que esta pega se está haciendo. Si los sindicatos chilenos quieren ser tomados en serio, necesitan levantar movilizaciones más robustas que las que puedan efectuar sus cuadros dirigentes, con subsidio del mundo popular y estudiantil. Recordemos que el paro, para ser tal, debe verificarse en los sitios de trabajo con los riesgos y costos que ello conlleve. Todo lo demás es un simple abuso de lenguaje.
En los medios de comunicaciones, incluyendo los patronales, se abundó sobre el papel jugado en este evento por Bárbara Figueroa. Se agregaron consideraciones sobre cambios mayores en la Central referidos a la amplitud de su accionar público y la actual cercanía con las organizaciones de base y los movimientos sociales.
Lo anterior es real. La CUT 2013 está en superior sintonía con sus afiliados y muestra disposición para dialogar y respaldar aún a sindicatos que no la integran. Esto es un avance que puede suponer un ensanche de sus fronteras. En paralelo, las otras dos centrales no muestran señales de crecimiento, aunque la UNT parece más vitalizada, sus números son escuálidos. La CAT persiste en pequeñas acciones también debido a su menguado tamaño (¿Qué habrá querido decir su presidente en Sindical.cl cuando señaló que Piñera ha sido un buen presidente para los trabajadores? Misterioso, ¿no?).
El real problema pendiente es que aún no se configura un nuevo mapa de poder en la CUT. Cuando en 2012, el llamado Grupo de los Siete (organizaciones de la Salud, Retail, Transporte Urbano y Subcontratistas del Cobre), realizó una fuerte ofensiva en contra del duopolio Martínez-Salinas, indicaron que sus críticas se dirigían a la poca presencia de la Central en las luchas sociales, a la no rendición de los recursos económicos y al origen y destino real de los mismos (acordemos del caso “langostas”), y a padrones inflados e irregulares. Sobre el primer tema hay progresos innegables. En lo tocante a rendiciones de cuentas se están produciendo tibios pero positivos avances. Sobre lo referido al padrón no hay novedades y es en este terreno donde se juega la renovación y crecimiento de la CUT. Bárbara Figueroa ha reconocido en público la existencia de un problema en la materia y que debe avanzarse al respecto. Pero no hay más. Es verdad que restan todavía unos tres años para enfrentarlo como prioridad, fecha en que termina su mandato y que por ello tendrán que habilitarse para votar.
La cuestión del padrón define el poder en la CUT y es conocido que la dupla Martínez-Salinas, con el respaldo por acción u omisión de sus partidos políticos de origen, configuró el actual mapa de poder. Ello permite que, aún derrotado para el cargo principal, Martínez tenga fugaces apariciones de prensa pero que no se atreva a concurrir a manifestaciones públicas.
Este mapa así definido permite que el presidente del SIL, la hoy organización sindical minoritaria al interior de Walmart, se siente junto a la presidenta de la CUT llamando al paro del 11, sin capacidad alguna para efectuar manifestaciones en los locales de Líder o que dé conferencias de prensa anunciando la mejor negociación colectiva del retail mientras firmó sólo varios convenios colectivos superados ampliamente por su competencia en la compañía. El SIL fue reconocido en el mundo sindical como sindicato pro-empresa y duramente criticado en un dictamen, que estableció colusión con D&S para impedir la negociación colectiva y la libertad sindical, por la ex directora del Trabajo Patricia Silva y el ex Jefe del Departamento de Relaciones Laborales Joaquín Cabrera, hoy investidos como asesores del SIL en una réplica criolla de la situación vivida por el rey germano cuando aceptó la admonición del Obispo de Roma: “Adora lo que has quemado y quema lo que has adorado”.
La presidenta de la CUT y la mayoría que puede sumar en la Central tienen la gran e inédita oportunidad de ofrecer un espacio común a los sindicatos, donde se puedan discutir las discrepancias legítimas con respeto. Si, al contrario, se abanderiza con algunos grupos que obedecen a las lógicas de poder previas a su elección, no abrirá esas nuevas condiciones que son imprescindibles para la fortaleza del movimiento sindical.
El 11 de julio, un centenar de dirigentes de base de la Federación Walmart, rival del SIL, expulsó de la marcha a un pequeño grupo de este Sindicato Interempresa. El incidente que pudo pasar a mayores, se replicará en el futuro con toda certeza, si es que no se resuelve un modus vivendi en la CUT. La Federación no ha aceptado regularizar su situación en la central (están afiliados pero “congelados”), si no recibe satisfacción y garantías suficientes respecto de la participación de una organización sindical que considera “amarilla”. Cabe agregar que fue esta Federación y sus aliados de la Confederación Coordinadora de Sindicatos del Comercio los que provocaron movilizaciones en los malls y supermercados, como acción previa a sus masivas particiones en la marcha.
En fin, este conflicto también se podría extender a Sodimac y otras grandes cadenas del retail donde se enfrentan por años distintas líneas de comportamiento sindical. Lo mismo ocurre en otras áreas de la economía, de manera más silenciosa.
El gran tema que subyace en estas disputas es la representación real de cada organización y su peso en la toma de decisiones. Si existen padrones adulterados es evidente que el poder de cada cual sólo podrá expresarse en el mundo de la acción efectiva, entre los cuales está la calle.
La presidenta de la CUT y la mayoría que puede sumar en la Central tienen la gran e inédita oportunidad de ofrecer un espacio común a los sindicatos, donde se puedan discutir las discrepancias legítimas con respeto. Si, al contrario, se abanderiza con algunos grupos que obedecen a las lógicas de poder previas a su elección, no abrirá esas nuevas condiciones que son imprescindibles para la fortaleza del movimiento sindical.
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