La agenda del intendente Huenchumilla constituye, por cierto, un avance, pero definitivamente requiere de un respaldo explícito del gobierno entero y del pronto reconocimiento de Chile como un Estado Plurinacional.
«Arauco tiene una pena / más negra que su chamal / ya no son los españoles / los que les hacen llorar / hoy son los propios chilenos / los que les quitan su pan / levántate Pailahuán». (Violeta Parra)
Tal vez sea un poco pretencioso de mi parte empezar esta reflexión tomando las letras de Violeta, pero es que sin duda, tan insigne composición constituye una verdadera sinopsis del histórico conflicto sobre el cual trataré de expresar algunas ideas.
A partir de la visita que hiciera esta semana el intendente regional de La Araucanía, Francisco Huenchumilla, al machi Celestino Córdova en el contexto de la huelga de hambre iniciada por este último, la agenda de la autoridad regional ha vuelto a incomodar a varios, incluso dentro del gobierno. Sobre este punto, algunas ideas:
1. La trayectoria política y académica del abogado demócratacristiano ha estado marcada por una activa defensa de las demandas del pueblo mapuche y de las comunidades indígenas en general, por lo que su sello al mando de la novena región era absolutamente esperable.
2. El intendente Huenchumilla cumple con un deber de anticipación a la posible escalada de una nueva crisis como otras vividas anteriormente por situaciones similares. Cuando predicamos la descentralización no podemos luego pretender que antes de cada paso el intendente deba llamar primero a Santiago para pedir la venia de la capital.
3. El machi Celestino fue condenado penalmente por un delito, situación que no lo despoja de su dignidad humana y, por ende, de los derechos inherentes a toda persona, incluso respecto de un condenado. Por tanto, en principio, bajo ningún supuesto sensato puede objetarse la decisión del Intendente de visitar y conocer las razones y peticiones de Córdova.
4. La agenda de Huenchumilla ha puesto el acento, por primera vez, en las causas del conflicto más que en sus expresiones, lo que lo ha impulsado a abrir las puertas del gobierno a las comunidades y a sus demandas, pasando revista en terreno a la situación de la región y enfrentando incluso a los fiscales del Ministerio Público, varios de los cuales han pretendido saltar a la fama a costa de sus investigaciones penales contra comuneros mapuches, actuando como verdaderos caza recompensas, olvidando y vulnerando el principio de objetividad que rige por mandato legal para este órgano del Estado.
Cada uno de estos puntos merece un desarrollo en extenso, pues tocan cuestiones fundamentales ligadas a los principios esenciales de un Estado Constitucional de Derecho, sin embargo, por las características propias de un comentario de este tipo, solo puedo reseñarlos brevemente.
No quisiera dejar pasar esta oportunidad para referirme a la extralimitación en sus facultades por parte de Carabineros de Chile y de la Policía de Investigaciones. El velo mediático sobre la Araucanía no nos permite conocer en su real magnitud el estado de militarización de los territorios de las comunidades indígenas en el sur de Chile, el aplastante brazo armado del Estado que sigue asolando a mujeres, niños y ancianos, generando un círculo de violencia que reacciona ante el despojo y genocidio sufrido por estos pueblos desde hace más de 500 años.
La agenda del intendente Huenchumilla constituye, por cierto, un avance, pero definitivamente requiere de un respaldo explícito del gobierno entero y del pronto reconocimiento de Chile como un Estado Plurinacional, con todas las consecuencias jurídicas, políticas y sociales derivadas de ello.
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