Como una aún feble embarcación que se echa al mar, la Concertación ha celebrado dignamente hoy fuera del poder los 22 años del legendario triunfo del NO. Las palabras pronunciadas por Carolina Tohá estuvieron a la altura del momento político que vive el conglomerado. Ni una inmolación flagelante por los errores cometidos como tampoco una fuga hacia delante como si nada hubiera ocurrido. Ella reconoce la falta de sintonía con la ciudadanía, el ensimismamiento en el poder y el encapsulamiento de los dirigentes políticos. Pero a renglón seguido afirma la imperiosa necesidad de elegir en primarias abiertas a los futuros candidatos como una clara señal de la Concertación por vincularse a las nuevas pulsiones y registros de la sociedad chilena.
Se abre así un nuevo ciclo en la política chilena. Tal vez una de las incógnitas de éste estriba en si la derecha es capaz de fijarle un renovado rumbo al país, más allá de la contingencia, y puede sentar las bases de una elite política diferente afincada en el pluralismo de la sociedad.
Hasta ahora todo parece indicar que empieza a predominar una suerte de cesarismo plebiscitario en donde se exacerba hasta el extremo la figura presidencial a costa de las instituciones de la democracia; no es otro el sentido del planteamiento del Senador Longueira cuando señala la falta de preocupación del Gobierno por la debida gestión de las instituciones y en especial de la derecha partidaria y legislativa.
Como se sabe, la autonomía de un Presidente puede agotarse en el ensalzamiento de su propia figura o en la lucidez de proyectar una elite con nuevos derroteros y propósitos. Este parece ser el desafío de la actual administración.
Y retornando a la Concertación, los retos son múltiples. Se encuentra la capacidad que tenga la coalición por preparar a un buen elenco de candidatos para la próxima contienda municipal con proyectos comunales desafiantes y convocantes para la ciudadanía. Al mismo tiempo, el conglomerado debe saber acompasar las demandas sociales con un proyecto político que no se agote en ponerse detrás de modo irreflexivo de cualquier reclamo corporativo o sectorial.
Esta no es una ecuación fácil. Ya se ha visto en algunas manifestaciones a dirigentes de la Concertación que han recibido, a menudo injustamente, reproches altisonantes de algunos sectores por “ahora estar en la calle” con ellos.
Habrá que asumir de modo inevitable que por un cierto tiempo existirá una relación tensa y compleja entre los dirigentes políticos y los liderazgos sociales en la medida que cada uno aprenda a jugar su propio rol. También la política democrática le demanda a la Concertación hacerse cargo de elaborar alternativas razonables y fundadas en relación a todo el arco de políticas públicas que se debaten.
En nada parece ayudar el despliegue de una política puramente radical y declarativa que podría cosechar aplausos en sectores movilizados pero no en sectores amplios de la ciudadanía. Se trata, en buenas cuentas, de persistir en una política con vocación de mayoría que vincule a los sectores medios y populares. A tono y digno. Buen comienzo para esta larga travesía.
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Foto: Rubí Flórez / Licencia CC
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