Los cacerolazos que comenzaron este jueves y que se extendieron por todo Santiago, son una señal nítida que el gobierno no ha sabido interpretar la profundidad del malestar social. La evocación de la protesta con aquellas noches en que las cacerolas sonaban en contra de la dictadura resulta inevitable y pone en el tapete el riesgo que progresivamente estemos caminando hacia un proceso de involución o, lo que es lo mismo, a un retroceso severo, tanto de la representación política como de la gobernanza (capacidad de hacer un buen gobierno).
Se ha abierto un debate en el seno del oficialismo que busca revertir las dificultades de la baja adhesión ciudadana, pero con una fórmula que puede literalmente polarizar la convivencia y escalar los conflictos. Para un sector muy influyente de la UDI, encabezado por Jovino Novoa, Hernán Büchi y otros, la solución está en recuperar al votante de la derecha gobernando con las ideas de la derecha. Novoa resume el planteamiento en que “si se va a gobernar con ideas ajenas para obtener un 26% de apoyo, yo prefiero gobernar con nuestras ideas y quedarme con un 36%”. En este sentido resultaría inoportuno tocar temas que incomodan a la coalición y retomar el discurso del crecimiento económico, el desarrollo y el empleo. Como la idea es sostener el piso del gobierno no sería importante que se vulneren compromisos adquiridos, después de todo la credibilidad del Presidente ya no es tema o es un costo asumido. Esto se sintetiza en el juicio oficialista que Piñera debe ser popular en su sector y respetado por el resto.
Para abonar el llamado del gremialismo, en una columna reciente en La Tercera (07.08), el abogado UDI Axel Buchheister, interpelaba al gobierno a “consolidar sus propias huestes" y a la necesidad de tranquilizarlos. Mientras el ex colaborador del albacea de Pinochet sostiene que es improbable que el gobierno siga bajando, Jovino Novoa intuye que las cosas pueden empeorar. Sin embargo, ambos coinciden en que es imprescindible que el gobierno se aleje de los temas que dividen al sector. Para Buchheister el debate sobre el Acuerdo de Vida en Común (AVC) es inconveniente y el tema de la educación “tiene mucho de comprado por la temperatura ambiente”, esto es por la debilidad del gobierno. El columnista concluye que “la receta estaría – hoy más que nunca – en exhibir claridad de propósito y mano firme, como se hizo frente a la marcha de los estudiantes”.
El giro a la derecha o la consigna que hay que gobernar para la derecha, tiene dos fundamentos muy definidos: por un lado, que es mejor amarrar al 36% ciento de ese sector y, por otro, que el intento de hacer un gobierno de centro no fideliza a otros votantes y promueve que la izquierda se radicalice. Esto último tiene mucho que ver con la percepción del mundo conservador que el conflicto estudiantil se ha amplificado por sectores de izquierda. Respecto a esto, el propio ministro Bulnes afirmó en Tolerancia Cero que era sólo un siete por ciento los alumnos que estaban en toma y que comprometían la estabilidad del sistema de educación secundaria. Una tesis afiebrada si se quiere, pero que parece estar bastante arraigada en la mirada oficial.
La insistencia de la UDI para que el gobierno asuma sus fundamentos o “banderas”, parafraseando a Büchi, no sólo implica renunciar a la gobernanza, sino que estrecha sus posibilidades a mantener la gobernabilidad a través de medidas de fuerza. El expediente oficial de justificar la prohibición de las marchas del día jueves porque se requería dar un golpe de autoridad, es casi un testeo de lo que pueden ser las cosas de aquí en adelante. Aquí importa poco si hay mucha adhesión o simpatía a las demandas sociales, el discurso es que hay que gobernar…a pesar de los gobernados. Esto lo grafica bien el ex ministro de Hacienda y ex candidato presidencial del gremialismo, al indicar que la UDI no está para seguir la ola porque terminaría estrellándose contra las rocas, sino para cambiar la ola. Una visión mesiánica que comporta el riesgo de la imposición a cualquier costo.
En un escenario donde la crisis de autoridad se resuelve a palos no hay que ser muy agudo para prever que el clima político y social tenderá a involucionar en forma acelerada. El afán de la UDI de ponerle los contenidos al gobierno a contrapelo de la opinión general puede ser la guinda de la torta. Para el gobierno, parapetarse en la derecha más dura es un paso definitivo e irreversible que se contrapone a la idea que expresó el director de Adimark, Roberto Méndez, cercano al oficialismo, al afirmar que el país no comulgaba con las ideas de la derecha. Un dato que Piñera debiera tener bastante presente antes de aceptar el regalo gremialista, que no es otro que un salto a profundizar la crisis.
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Foto: 0sama / Licencia CC
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