Las crisis son oportunidad. Eso siempre nos dicen los adagios populares y sus pregoneros. Hoy lo necesario es saber si en Chile hay una crisis, o no, y si su salida será más de lo mismo o existirán avances sustanciales para la ciudadanía y sus intereses.
La crisis de la política chilena viene desde hace mucho tiempo, es de representatividad y, por sobre todo, de ideas (la política de los consensos y en la medida de lo posible). La cuestión es entonces ¿por qué estalla ahora? justo cuando la sociedad pide cambios y existe un gobierno que, con matices, intenta responder a estas necesidades a través de reformas estructurales.
Lo más extraño sucede cuando se ve como voceros de esta crisis a los mismos de siempre, los Lagos, los Viera Gallo, la mayoría de los medios de prensa, los Saffiro (y otros DC) y la derecha. La realidad es simple en nuestra sociedad, como en todas, existe una clase dominante (que incluye la tan mal denominada clase política) y una clase oprimida. El problema es que los primeros tienen bastante claro el enemigo (en resumen, todos menos ellos), pero los segundos no.
La clase dominante quiere mantener a toda costa su poder económico y político, y cualquier idea que les mueva el piso será inoportuna, afectará el empleo y a la clase media, nos convertirá en Venezuela y provocará la crisis de nuestro «exitoso» sistema económico.
La instalación de la crisis de esta forma, desde el estado de ánimo y la lucha contra la política y los políticos no es casualidad. A quienes más le conviene una crisis así, de lo periférico y no lo sustancial del modelo, es a la clase dominante que no ve tocados sus intereses y privilegios de clase. Ahí está entonces el enemigo, los que no quieren cambio alguno, ahí están los corruptos que compran diputados y senadores para sacar la Ley de Pesca adelante, como tantas otras.
Decir hoy que se vayan todos sin tener reemplazo, una propuesta, un pueblo movilizado y politizado es dar proscenio a una crisis falsa, una crisis que no es más que la manifestación latente de una consecuencia del modelo económico: la vinculación del dinero y la política. La contradicción es que lo que debemos cambiar es el modelo, no sus consecuencias; no podemos aliviar los síntomas sin tocar la enfermedad.
No todos los políticos somos iguales, no todos tenemos vinculación con truculencias financieras y, por eso, no todos quieren cambiar Chile. El llamado es a sumarse a la batalla de ideas donde, fuera de discursos para la galería, mentiras, cantos de sirena o populismo, se ve quienes estamos con el pueblo y las reformas y quienes no.
Ni el reducir el sueldo a los parlamentarios, ni la AsambleaConstituyente son recetas mágicas que lo arreglarán todo por sí mismas, lo que debemos hacer es lo de siempre, partir por politizar, movilizar y actuar. Convencer a todos y todas del verdadero problema, y por ende, del verdadero enemigo y no dar pie atrás a los cambios. Solo la unidad del pueblo, bajo un entendimiento claro del panorama, nos dará la victoria, esa que seguimos buscando quienes queremos un Chile mejor.
Mención aparte merecen los populistas, como Boric o MEO, quienes sin ideas claras o proyecto programático, dicen lo que la gente quiere escuchar. Estos son los más peligrosos, porque no se sabe sus reales intenciones ni propuestas para el país y en su afán personalista no contribuyen a ninguna causa que no sea la de ellos mismos. Pero los cambios siempre son colectivos. Un real político tiene que tener la capacidad de decir las cosas como son, aunque, a veces, no sea popular.
No todos los políticos somos iguales, no todos tenemos vinculación con truculencias financieras y, por eso, no todos quieren cambiar Chile. El llamado es a sumarse a la batalla de ideas donde, fuera de discursos para la galería, mentiras, cantos de sirena o populismo, se ve quienes estamos con el pueblo y las reformas y quienes no. Identificar el panorama, y por ende el enemigo, no tiene la lógica de la confrontación o la violencia, solo busca generar claridad en un país donde el gatopardismo es la forma más común y aplaudida de hacer política.
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Danielzv
Intento hacer un aporte desde Lenin. Él hablaba de la necesidad de identificar el panorama político, viendo aliados y enemigos (entre muchas otras cosas). Cuando se utilizan sus herramientas de análisis es más fácil resolver quienes están en una vereda y otra, en este caso quieren cambios y quienes no.
Lo de MEO es ejemplificador de lo anterior, su discurso no tiene nada que ver con sus propuestas (que van mutando a cada momento). Por ejemplo el sistema económico que propone es de cohorte neoliberal (recordar que su equipo económico terminó trabajando con Piñera), pero en su discurso parece una persona de izquierda.
Sobre la convivencia pacífica, es difícil que exista paz mientra una clase este sobre otra, eso ha sido en toda la historia de la humanidad como planteó Marx.
Saludos
Jose Luis Silva Larrain
Señor el modelo ha sido cuestonado permanentemente, se le ha amenazado permanentemente y se ha pretendido arrancar permanentemente por muchas personas y desde que existe. Se decia que eso solo ocurriria hasta el fin de la dictadura y despues terminaria el modelo pero no fue asi, incluso cuando llegan al poder los que antes pretendian acabarlo lo siguen conservando. ¿porque cree usted?
Le puedo decir porque creo yo: el tema no es que la mayoria esté contra el modelo, el problema es que simplemente no lo entiende, porque si lo entendiera lo apoyaria o lo terminaria de una vez ¿no lo cree asi?.
Saludos
Danielzv
De acuerdo, por eso digo que los llamados a hacer los cambios no tienen claro el panorama ni el enemigo.
«Por otro lado hoy vivimos en un país donde los llamados a cambiar la sociedad no tienen claro hacia donde hay que caminar, o a quienes hay que presionar.»
Saludos,
servallas
He tratado de entender este artículo y lo único que tengo claro es que la persona que escribe es de izquierda, ¿extrema izquierda quizás?, pero dispara a mansalva, no se salva nadie, ni Meo que fue mi candidato en alguna oportunidad, y dejando la salvedad que él es político pero no como los otros. Sobre el fondo del asunto, parece que se intenta enfocar que la enfermedad es que no todo el mundo es de izquierda, por lo tanto no todos tienen la misma cosmovisión, y eso pareciera ser un hecho gravísimo. No lo sé, pero ¿será posible que en un país vivieran en paz gentes de izquierdas, de derechas, amarillas, de centro, apolíticas, ateos, creyentes, diagonales, de arriba, de abajo, blancas, negras, de colores, marcianos…? ¿será posible?.