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¿Homenajes? Sin pena ni gloria

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La libertad de expresión y de reunión consagrada en nuestra Carta Fundamental no impide, en caso alguno, que, libremente, algunos compatriotas se reúnan a conversar, comer, ver una película e incluso a homenajear a alguien.

La legitimidad de ese acto en democracia no puede cuestionarse, salvo que se acredite una asociación ilícita terrorista de grupos que atentan contra el Estado y hacen apología de la violencia y delitos de lesa humanidad, financiados por dineros ilegalmente obtenidos, producto de acciones ilegales.

Lamentablemente, la ilicitud de las acciones debe ser probada ante el órgano jurisdiccional que determine dicha ilicitud, por lo que no podemos juzgar a priori; sin embargo, en política las presunciones y sensibilidades juegan un rol preponderante, que determina aquello que es prudente realizar o no.

No tenemos en Chile una legislación que sea categórica en prohibir, “homenajes” como el del ex dictador Pinochet; por ello, lo que pretenden los organizadores es que sea un punto de prensa relevante y que al respecto se genere una serie de comentarios y ecos públicos, que les permitan estar en la palestra.

La mejor protesta que se puede hacer para quienes condenamos este tipo de “homenajes”, es  que éste pase sin pena ni gloria, que no sea tema, pues los honores a la memoria de un dictador no son dignos de una democracia seria como la que queremos para nuestro país.

Algunos dirán que por la memoria de nuestros muertos, torturados, desaparecidos y exiliados debemos enfrentar este tipo de actos, con manifestaciones y contramanifestaciones. Pero no se dan cuenta que es eso lo que, realmente, quieren los organizadores de este evento: causar discordia para justificar su existencia y para mantener su presunta vigencia.

Chile dio vuelta la página y lo que se requiere ahora es pensar cómo destrabamos nuestra democracia y cómo la hacemos más representativa y participativa, más eficiente, más desarrollada, más querida por todos y cada uno de los ciudadanos. Ello está en sintonía con cómo enfrentamos estos episodios y cómo miramos al futuro y no al pasado, pues la historia no la podremos cambiar, pero el futuro sí lo podemos escribir y conducir.

Pipiolos y pelucones; Balmacedistas y congresistas; O´Higginistas y Carreristas siempre habrá en nuestra historia; el desafío es cómo enfrentamos el futuro y reencantamos a las nuevas generaciones, que no están ni ahí con el “homenaje” al dictador.

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Foto: 24horas.cl

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2 Comentarios

tomas

el mejor ej: del nvel de adherntes con su moral , el organizador numero 1 corvalan tiene cadena perpetua , el otro el general en retiro si no es capaz de reconocer violencia con sus seres mas cercanos menos va a tener sensibilidad para sus conpatriotas

@sebatectura

Buen punto de vista. Realmente algún día llegará en que a nadie se le mueva un pelo cuando se hable del dictador, y pase sin pena ni gloria. Ojalá fuera lo mas pronto posible. Hoy, estamos lejos de eso. Se requiere un esfuerzo enorme de todo el país para lograrlo. Esto significa que faltan aun muchos «gestos» de ambas partes, pero mas de la derecha y la milicia. Mientras se siga relativizando la violación a los derechos humanos, justificándola con cualquier argumento, difícilmente permitiremos un acto de esta naturaleza. Distinto fuera si de manera pública y definitiva se condenaran las acciones del «gobierno» en dictadura, los que tienen que pagar definitivamente paguen, y se salde la deuda que el PAIS tiene con los familiares de los detenidos desaparecidos y con gran parte de los ciudadanos chilenos. Ahí, cuando PINOCHET sea llamado definitivamente ASESINO, VIOLADOR, DICTADOR, y una larga y triste lista de etc. que termina en LADRÓN, y si aun ahí hay alguien con la suficiente cara de raja para ir a un acto de semejante persona, pues ahí tal vez pasará sin pena ni gloria. Antes, difícil.
Excelente columna, un abrazo!