Queridos amigos y compañeros,
Queremos agradecerles por acompañarnos hoy en este sencillo pero muy esperado homenaje a Arnoldo Camú Veloso, nuestro padre.
Antes de referirme a su vida y su legado, permítanme dejar en claro que hoy podemos reunirnos en este lugar gracias a una mujer que conoció a Arnoldo desde la temprana adolescencia, cuando a los 13 años Arnoldo llegó al Liceo Manuel de Salas; la mujer con que pololeó desde la secundaria; la mujer a la que amó y con la que decidió formar una familia en base a un proyecto de vida en común, creciendo juntos en la lucha por una sociedad justa y digna; la mujer que lo acompañó y apoyó en cada etapa de su desarrollo político sin dejar de ser ella misma y de perfilarse también, individualmente, como profesional de la salud, en Chile y en Cuba, y en misiones internacionalistas en Nicaragua; como dirigenta gremial, como una luchadora por los derechos de los trabajadores y, posteriormente, por los derechos humanos, tan terriblemente atropellados en nuestro país por 17 años; una mujer que desde 1973 no ha parado ni un solo día en la búsqueda de verdad y justicia, no sólo en el caso de Arnoldo sino de todos los compañeros detenidos, desaparecidos y ejecutados; una mujer que como madre ha logrado transmitirnos, a sus hijos y nietos, los ideales, los valores y los sueños de nuestro padre y los suyos propios, y de la cual, como hijos, nietos y familia en general, estamos muy orgullosos. Demás está decir que ella es Celsa, la eterna compañera de Arnoldo.
Arnoldo Camú Veloso, el mayor de tres hermanos, nació en Santiago, en 1937. Estudió en los liceos Amunátegui y Manuel de Salas; entró a la Universidad de Chile a estudiar derecho y ahí se incorporó a la Brigada Universitaria Socialista (BUS). Y ahí empezó todo…, entre otras cosas, cuando, con compañeros de la Brigada, fundaron en la universidad el periódico “Espartaco”.
Como estudiante de derecho, y luego en su calidad de abogado, se desempeñó en el estudio jurídico de Eduardo Long Alessandri que trabajaba con distintas organizaciones sindicales y laborales. Es así como llegó a asesorar profesionalmente a la Confederación de Trabajadores del Cobre, a los empleados bancarios y diversos sindicatos, como los de la Compañía de Aceros del Pacífico, Mademsa, Madeco, el Sindicato Orquestal, de la Papelera y el de los trabajadores del cuero y calzado, de los panificadores, de los obreros textiles, entre otros gremios.
Mientras capacitaba a dirigentes sindicales, desarrolló sus habilidades docentes y formativas en el seno de las organizaciones de trabajadores así como, antes ya, en las escuelas de temporada que realizaba la Universidad de Chile, con los temas “Historia del Movimiento Obrero en Chile” y “El Derecho a Huelga”. En su tesis para optar al título de abogado profundizó precisamente en uno de estos temas: “Estudio crítico de la huelga en Chile”. El trabajo fue publicado en 1964 por la Editorial Jurídica de Chile y hasta ahora es fuente de consulta.
En 1967, convocado por Elmo Catalán y la Tati Allende después de la muerte del Che, Arnoldo se incorporó a la tarea de dar continuidad a la lucha en Bolivia a través de la “sección chilena” del Ejército de Liberación Nacional, fundado por el Che a mediados de los 60. Los elenos, conformados principalmente por militantes socialistas, constituyeron la base más sólida en ese proyecto.
Su conciencia política latinoamericanista fue la que lo impulsó a dar continuidad al trabajo del Che. A su muerte, participó junto a Inti Peredo en la reorganización de la guerrilla en Bolivia.
Sin embargo, cuando las condiciones chilenas mostraron la posibilidad cierta de un triunfo del socialismo con Allende desde una vía electoral, se volcó de pleno al trabajo en Chile, apoyando la campaña y luego el gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Salvador Allende.
En esos revolucionarios y revolucionados años, Arnoldo se retiró de la actividad profesional privada y se desempeñó como asesor legal de la Presidencia; apoyó la formación de los cordones industriales, la capacitación de los trabajadores; formó parte del comité editor del diario “Noticias de Ultima Hora” y participó en la constitución y el funcionamiento del GAP (Grupo de Amigos Personales del Presidente Salvador Allende).
En 1971, en el Congreso de La Serena, fue electo miembro del Comité Central del Partido Socialista e integrante de su Comisión Política.
El 11 de septiembre de 1973, en el marco de sus responsabilidades como Jefe del Frente Interno Comisión de Defensa –el llamado Aparato Militar–del Partido Socialista, dirigió al grupo de militantes de izquierda que resistió el golpe en las inmediaciones de la Población La Legua y de las industrias SUMAR e INDUMET. Después de esta resistencia simbólica, Arnoldo sintió que su misión era mantenerse en el país y, como otros dirigentes del Partido Socialista ahora detenidos-desaparecidos, como Exequiel Ponce, Eduardo Charme, Ricardo Lagos Salinas, Carlos Lorca Tobar y Víctor Zérega, tomó la decisión de pasar a la clandestinidad y trabajar en la reestructuración del partido.
Sin embargo, las fuerzas represivas de las fuerzas armadas ya desde antes del golpe lo tenían claramente identificado como un líder que les crearía múltiples problemas. Por esta razón fue perseguido, hasta que una delación permitió su arresto y asesinato el 24 de septiembre de 1973, en este lugar.
Desde nuestro retorno al país después de años de exilio, hemos buscado verdad y justicia. Interpusimos una primera querella con el patrocinio de los abogados de la Vicaría de la Solidaridad en noviembre de 1987 ante el Octavo Juzgado del Crimen. El juez titular, Juan Manuel Muñoz Pardo, aplicó Ley de Amnistía en tan sólo dos días. La segunda querella fue presentada en el año 2001, fue acogida y se hicieron algunas investigaciones, sin resultados.
Con la tercera querella interpuesta en noviembre de 2010 por la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos y el Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, hemos podido conocer parte de la verdad. Se llegó a establecer la identidad de quienes fueron los ejecutores materiales de este repudiable hecho, mas no se ha podido llegar a los mandos superiores que dieron la orden de detener y matar. Ellos son los verdaderos culpables.
Uno de ellos, Raúl Monsalve Poblete, comandante en jefe del Servicio de Inteligencia Naval, murió en 2007, seguramente en su casa sin haber sido juzgado, ni por éste ni por otros crímenes. Otro, Ariel Edison González Cornejo, está supuestamente enfermo en su residencia en Viña del Mar.
Sabemos que estos criminales se siguen escondiendo y mantienen férreamente el pacto de silencio que alguna vez hicieron. Es así, como aún después de 4 décadas, muchas familias buscamos la verdad de lo acontecido a nuestros padres, esposos, hijos, hermanos, abuelos…
Hoy nosotros, después de 41 años, hemos podido conocer parte de la verdad de lo que ocurrió aquel 24 de septiembre de 1973 con nuestro padre.
Más allá de los detalles, estamos claros que aquello obedeció a una política de exterminio contra los que soñaron con construir una sociedad mejor, más justa, más solidaria, más digna y que desde distintas trincheras estuvieron con el gobierno del Presidente Allende.
A 41 años del asesinato de nuestro padre a manos de miembros de la Armada Nacional, estamos aquí reunidos para colocar esta placa que recuerde uno de los miles de actos de violencia de estado ejercidos por civiles y militares en el negro período que vivió nuestro país.
La materialización de este acto, tan simbólico para todos los que hemos buscado por años la verdad y la justicia, ha sido posible gracias a la colaboración y apoyo de distintas autoridades, entre ellas:
Quisiéramos también hacer una especial mención a los compañeros Carlos Zanzi, Sergio Arévalo y Didier de Saint Pierre, todos ellos miembros de Revolución Democrática, y a Luciano Ojeda, quienes promovieron la necesidad de rescatar la memoria de nuestro padre y reconstruir la memoria de nuestro país, la que se plasma en la placa que develaremos.
Para todas las familias que hemos sido violentadas en nuestros derechos humanos por la dictadura cívico militar es de profunda importancia que esta parte de la historia se mantenga viva en nuestra memoria y en la memoria colectiva de nuestro país, pues los pueblos que intentan desconocer su historia nunca podrán construir un futuro digno: los pueblos que no recuerdan su pasado, están condenados a repetirlo.
Por eso, seguiremos buscando la verdad y la justicia para todos nuestros mártires. Ellas y ellos vivirán siempre en nuestro recuerdo y en el de nuestros descendientes, con el orgullo y honor que se merecen, por su lealtad y consecuencia con sus principios.
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Andrea Camú
Gracias, Ximena! Estamos conscientes que la placa ha sufrido un fuerte deterioro. Por lo mismo estamos haciendo gestiones para poder instalarla en altura y más visible.
Ximena
Andrea la placa conmemorativa de tu padre el compañero Arnoldo Está toda desteñida y por lo tanto no se lee ,con mi hija y hermana hemos decidido recuperarla y la estamos pintando para que los que pasen la leen y se pregunten quien fue el compañero.No podemos ,no debemos olvidar.
Abrazo fraterno