Si los genios del parlamento saben que hay un brote de descontentos en la ciudadanía que está deseosa de terminar con esta forma de hacer política y que poco a poco nos están llevando a la protesta social, si esto que hacen mal y es sabido por todos los políticos ¿por qué no cambian el paradigma antes de que sea demasiado tarde?
La primera acepción de la palabra sufragio que entrega el diccionario es: “ayuda, favor o socorro” (¿no será esto lo que nos piden hoy los políticos?); segunda: “obra buena que se aplica por las almas del purgatorio” (¿los políticos pasaran por ese trance de Sísifo?); tercera: “voto que se da sin conocimiento ni reflexión, y solo por seguir el dictamen de otro.” (¿Qué pasa con el libre albedrío, se estará refiriendo al binominal?).
Leí uno a uno las presentaciones de todos los candidatos, lamento no haber logrado conocerlos adecuadamente tanto en sus referencias como en sus promesas que las encontré un tanto demagógicas y confusas, distinguí algunos temas solo por su énfasis, sonrisas y reggaeton, los medios se encargaron que los “debates” televisivos fueran sobreactuados sin embargo fueron aletargadores. Con todo esto tomé la triste decisión de votar por corazonadas y así poder justificar mi sensatez en las urnas, ¿Y las ideologías? me preguntarán, pues hace mucho que las ideas están ausentes de la política, he notado que los poderes contemporáneos no despliegan su dominio en hemiciclos del civismo democrático-representativo, sino que lo ejercitan en los templos exclusivistas de las grandes corporaciones económicas y financieras, sectas anónimas, poderes fácticos sin patria, ni Dios ni ley. En medio de esta tenebrosa red nacional, cuyos hilos se manipulan muy por encima de nuestras febles voluntades. Huele a corrupción.
Cómo ciudadano común ¿qué decidimos?, cuál fue nuestro rango de libertad participativa. Acaso escoger a los ya escogidos, cuáles son las opciones que nos ofrecieron, además de música, jarana y suciedad callejera. Ni con ayuda podría responder. Antes sufragaba por partidos, luego por personas, ahora el sistema toma mi voto soberano y lo lleva a otra soberana lista, ¿adónde se irán las golondrinas?
Me indujeron a sospechar que para ganar votos hubo “pasada de sombrero”, todavía se comenta la existencia del “hombre del maletín”, pues existe la relación dinero-política en el financiamiento de las campañas que ya es un escándalo. Candidatos cooptados por extraños intereses, personajes solventes comprometiendo su propio patrimonio, otros detectados por Dicom. Mientras el Estado bobo financia lo dicho. Urge modificar completamente el modelo eleccionario que tenemos, en donde las cosas se están haciendo mal, donde existe el manto de duda y es allí dónde justamente anida la sospecha.
Yo vivo en el mundo real, no puedo entender adónde nos llevan, nos hablan de modelo ¿Qué modelo? si hasta el Sr. Friedman lo negó ¿es acaso el modelo que tiene convulsionado al mundo? Todo esto me induce a sospechar de algunos políticos que son como niños que amando sus juguetes los despedazan, en algunos casos hablan de soberanía, en otros no les importa, Si la referencia es soberanía ¿porque transaron nuestras riquezas naturales, financieras, previsionales, salud y los camposantos ¿después qué?
Si los genios del parlamento saben que hay un brote de descontentos en la ciudadanía que está deseosa de terminar con esta forma de hacer política y que poco a poco nos están llevando a la protesta social, si esto que hacen mal y es sabido por todos los políticos ¿por qué no cambian el paradigma antes de que sea demasiado tarde?
Ya es tiempo de construir otro paradigma más humanitario porque les aseguro ¡que lo están haciendo mal!
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