Es un hecho conocido y una afirmación común que Golborne se posicionó como presidenciable por efecto de su rol en el rescate de los mineros en octubre del 2010. En tres meses pasó de ser el Ministro menos conocido a uno de los más populares y a ser el mejor evaluado del gabinete. Ese fue el primer momento. Lo interesante es que a lo largo de un año y medio no sólo ha logrado mantener esa posición, sino también ha consolidado su opción presidencial. En ese lapso ha logrado seducir a la opinión pública y a sus pares del gabinete y a sus apoyos en la alianza.
No hay duda, es un buen candidato electoral. Sin embargo, es un mal candidato en términos políticos. En efecto, donde mejor rinde es en el terreno de las encuestas. No sólo tiene buenas cifras en las “preguntas indirectas” como popularidad y gestión ministerial, sino también en “preguntas directas” de intención de voto. Mientras en las primeras no saca significativas ventajas en relación a otros presidenciables –y otros ministros-, si lo hace cuando mide su fuerza electoral con las figuras de la oposición. Si bien pierde frente a Bachelet –en todas las mediciones-, es el que lo hace con menos diferencia que cuando la ex mandataria se mide con otras figuras del oficialismo
No obstante, en el terreno político manifiesta sus debilidades y desventajas. No sólo carece de apoyos políticos –no tiene partido ni tradición-, sino también de experiencia y olfato político. No tiene tonelaje político, prestigio ni legitimidad frente a sus pares.
Sin embargo, su posicionamiento en las encuestas y la seducción que genera en el oficialismo se debe a que también tiene cualidades y fortalezas. ¿Cuáles?
Podemos identificar seis:
1. Qué tipo más simpático. La simpatía es uno de los rasgos que se le reconoce al Ministro. En esa dirección, se ha escuchado a muchos identificar su ascenso en las encuestas con lo ocurrido con Bachelet. Sin embargo, esas opiniones han olvidado que la ex mandataria tenía una larga carrera y experiencia política. Es un tipo empático que tiene “ángel”, al punto que ha sido comparado con un bailarín que seducía por su estampa. Los que han estado con él en terreno, han comentado que tiene gran llegada con la gente. Por algo ha sido invitado a un “puerta a puerta” y sus fotos comienzan a recorrer Chile.
2. Es un tipo emotivo y cercano. Vinculado con lo anterior está el hecho de que es un tipo emotivo y cercano. Se contacta con la gente de manera más emocional que racional. Habla más con el corazón que con la razón. Es lo contrario a lo que es hoy Piñera. Y al mismo tiempo más cercano a lo que es Bachelet. Por lo menos, es lo que manifiesta en su contacto cara a cara con la gente en sus salidas a terreno y de modo mediático donde se ve un tipo afable, accesible y cercano que canta y toca la guitarra.
3. En una sociedad aspiracional y del “pituto”, es muy valorado ser producto de la meritocracia, de la educación pública y del ascenso social. En su biografía ya es parte del escenario que es un hijo de un ferretero, que vivió en Maipú y estudio en el Instituto Nacional. Una vida de esfuerzo y merito que lo ubicó en las más altas posiciones de la empresa y el management. Y hoy a un alto nivel político con potencialidades presidenciales.
4. En un contexto de “crisis de la política” es visto con buenos ojos no estar contaminado por las dinámicas tradicionales del poder. En ese sentido es un tipo independiente que no ha participado ni participa de la política contingente. No se ha contaminado con la coyuntura política. Una ventaja de corto plazo que lo debilita en el largo plazo. De hecho, es un Ministro que no habla ni se mete en política. ¿Cuándo saldrá al pizarrón?
5. Liderazgo gerencial. Su trayectoria profesional ha estado ligada a la empresa. Ese ha sido su ámbito de ascenso. Lo ha realizado bien; no hay duda. Ese hecho le da ventajas en el plano del liderazgo de equipos gerenciales. Es un tipo que es eficiente y exitoso para armar y liderar equipos. Por tanto, podría armar y liderar equipos de gobierno. Otra ventaja de corto plazo. En política, ya sabe el oficialismo que se necesitan otras habilidades y que la Nueva Forma de Gobernar fue enterrada por los mismos que la vieron nacer. Este hecho también puede convertirse en una debilidad dada las condiciones de la actual coyuntura.
Ha llegado la hora de que hable como político y presidenciable. No puede ser y no es digno afirmar que espera para Chile que “todos sean felices”... Para Chile y para el oficialismo ha llegado el momento de sacar a Golborne al pizarrón de la política. Mientras no lo haga su posicionamiento tendera a consolidarse. Cuando lo haga, su destino será la derrota.
6. El gran plus y aliado del Ministro son las encuestas. En efecto, este es su mejor carta de presentación. Las preguntas de intención de voto lo ubican y consolidan en una posición expectante. Sus competidores internos deben mejorar en este ítem.
¿Qué debilita todas estas bondades? Su única y gran desventaja es la carencia de política. En este escenario su opción sólo puede debilitarse. No tiene experiencia ni olfato político. No tiene apoyos políticos –por ejemplo, para una primaria o primera vuelta-. Tampoco tiene prestigio ni legitimidad política. Del mismo modo, su opinión y diagnósticos políticos no tienen peso frente a lo que puede hacer o plantear Longuiera, Allamand, Larraín, Novoa o Piñera. Tampoco podría tenerlo frente a la oposición –Zaldívar, Escalona, Girardi, Pizarro, Frei, etc.-. En el plano corporativo tampoco podría tener mejor suerte frente al movimiento estudiantil, al mundo del trabajo o a la defensa ambiental. Y en el plano internacional, ¿quién es Golborne?
Y en ese cuadro, ¿cómo podría liderar un gobierno? Formar y liderar equipos gerenciales no es lo mismo que armar y liderar equipos políticos. Eso ya lo sabe el oficialismo. Un líder gerencial no es lo mismo que un líder político, como tampoco un hombre de empresa es lo mismo que un hombre de Estado. Un líder político no se improvisa ni se crea por la “simpatía ni la buena onda”.
Finalmente, su experiencia en el mundo de la empresa termina convirtiéndose en una debilidad para la política. En efecto, las lógicas de decisión y de resolución de conflictos son diametralmente opuestas. El oficialismo también sabe que la fórmula de la empresa en el Estado y en el escenario de la negociación de la política ha fracasado.
Todos estos aspectos políticos que lo debilitan, se articulan y confluyen en que el presidenciable no participe de la contingencia. De hecho, no habla ni se mete en política ni en sus debates. Obvio, es un Ministro dirán algunos. Lo que más se le ha escuchado es opinar sobre el tema presidencial sin entrar en cuestiones de fondo.
Ha llegado la hora de que hable como político y presidenciable. No puede ser y no es digno afirmar que espera para Chile que “todos sean felices”. Ya sabemos lo que es Allamand y Longueira. Para Chile y para el oficialismo ha llegado el momento de sacar a Golborne al pizarrón de la política. Mientras no lo haga su posicionamiento tendera a consolidarse. Cuando lo haga, su destino será la derrota. Quizás, ese momento ya sea tarde para la derecha. En rigor, ya es tarde.
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Foto: Codelco – Licencia CC
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