Como parte de una avalancha desprendida desde la cima del cerro Marchant, se abalanzaron sobre el pálido edificio de la gobernación de Aysén los escombros políticos que dejó la designación de Paz Foitzich como titular de dicha hidrobiológicamente fértil provincia. Apoyos y rechazos desde poco esperables trincheras complejizaron un ambiente cruzado por intereses partidarios, la exigencia de consecuencia política a quienes asumen cargos de confianza y el cobro de facturas pendientes.
La situación de la profesora de Historia a quien, como acto de transparencia periodística, debo reconocer apoyé en sus campañas a senadora y alcaldesa por Coyhaique, movieron el avispero de la política regional. Como nunca, la popular frase cobra bastante sentido a la luz de las lancetas que desde distintos frentes se han disparado.
Como ocurre muchas veces en política (y en la vida), no aplica necesariamente el cálculo sociomatemático que dice que los amigos de tus amigos son mis amigos y los enemigos de tus enemigos, mis amigos. Son demasiadas las variables involucradas.
En primer lugar, está el justo reclamo del Partido Socialista. Luego de que la gobernadora Marisol Martínez renunciara al cargo producto de la formalización por malversación de fondos públicos (suena más grave de lo que es), era lógico que los socialistas esperaran que la plaza territorial se mantuviera dentro de su esfera de influencia. Mal que mal, el próximo año hay elecciones municipales y fue su correligionaria -hoy ex gobernadora- quien arrebató a la UDI el municipio porteño. De ahí que, más que aplacar los ánimos, el respaldo dado por el alcalde Oscar Catalán actuó como combustible.
Luego tenemos a la Democracia Cristiana. Al senador Patricio Walker, más bien. Ya desde antes se venía señalando desde varios sectores que el partido tenía una representatividad excesiva en diversos cargos de confianza. Con Foitzich en Aysén, se quedan con tres de las cuatro gobernaciones. Alguna vez un amigo me dijo que los gobernadores eran operadores en camioneta, en alusión a que en su despliegue territorial tenían una especial movilidad para ganar votos en las contiendas electorales. Y eso, a la luz de las parlamentarias de 2017, también preocupa a muchos.
Y, claro, también está la consecuencia política. Paz Foitzich, al igual que Miguel Angel Calisto, Eduardo Cruces y Sergio González, pertenece a la camada de militantes que renunciaron a la Democracia Cristiana –según ellos no al humanismo cristiano- luego de que el ex senador Adolfo Zaldívar fuera expulsado en 2007 del partido. En este punto, más que un tema de filosofía doctrinaria, lo que se estaría exigiendo sería concordancia institucional con los lineamientos de la Nueva Mayoría. Esto, dado que el Partido Regionalista de los Independientes formó parte del gobierno de Sebastián Piñera. Ahora, en eso de transar con valores neoliberales hemos visto bastante, incluso no solo como acto individual sino como coalición (entiéndase, la ayer Concertación). Es cosa de ver lo que ocurrió con el sistema educativo, la concesión de las sanitarias y las autopistas, y hoy con los grandes proyectos extractivistas durante los primeros 25 años de democracia. Y qué decir de la transformación que requiere la Constitución mediante asamblea constituyente. Porque, para qué estamos con cosas, ser neoliberal ya no es exclusivo de Renovación Nacional y la Unión Demócrata Independiente, solo se requiere adherir a ideas donde prime el beneficio individual por sobre el colectivo, la propiedad privada sea sacrosanta, se fomente el lucro sobre bienes comunes y sociales, y campee la despreocupación ambiental. Respaldando aquello, da lo mismo cómo se llame el partido, de neoliberal se será igual.
Fuera ya del ámbito eminentemente político y entrando en el de la gestión, están las opiniones que recuerdan el desempeño de Paz Foitzich como gobernadora a principios del gobierno de Ricardo Lagos. En este sentido, más que intereses partidarios, lo que aparece es la legítima experiencia de ciudadanos y organizaciones con su actuar como autoridad. Hay voces críticas como la de la Agrupación de Víctimas de Aysén y a favor como diversos dirigentes territoriales y de sectores productivos de la comuna.
Y, por último, un argumento que hemos echado de menos y que no se condice con el marcado localismo (a veces rayando en el chovinismo) de los ayseninos, es que la designada autoridad no sea nacida y criada en Puerto Aysén. O por lo menos en sus alrededores. Es probable que los argumentos político partidarios o de desempeño previo hayan hecho innecesario recurrir a estos.
Nunca me he sentido muy cercano a las juntas ideológico partidarias de Paz Foitzich. Sean ellas democratacristianas o del PRI, colectividades con las que me separan legítimas diferencias políticas mas no morales. Sin embargo, he compartido desde hace mucho la visión que la hoy gobernadora ha manifestado en varios temas que me son esenciales, y que pasan por la mirada sobre la sustentabilidad regional en términos ambientales, sociales y culturales.
La política es una actividad interesante.
Muchos de quienes han criticado la nominación de Paz Foitzich han evitado culpar, a toda costa, a quien por mandato constitucional y responsabilidad política es quien debe asumir los costos. La Presidenta socialista Michelle Bachelet. Le culpan incluso de posibilitar que el militante UDI Omar Muñoz ganara la alcaldía coyhaiquina en 2008, dejando fuera a Iván Gutiérrez. El problema es que quienes tienen mayor legitimidad para el reclamo son los correligionarios del ex intendente… los propios DC que hoy celebran su designación.
Debo reconocer que nunca me he sentido muy cercano a las juntas ideológico partidarias de Paz Foitzich. Sean ellas democratacristianas o del PRI, colectividades con las que me separan legítimas diferencias políticas mas no morales. Sin embargo, he compartido desde hace mucho la visión que la hoy gobernadora ha manifestado en varios temas que me son esenciales, y que pasan por la mirada sobre la sustentabilidad regional en términos ambientales, sociales y culturales.
Algo que, si uno mira hacia la izquierda y la derecha tradicional, no es generalizado entre sus filas. Tanto así que en varios cargos de confianza se han instalado personas que han estado en contra de lo que reclamaban las grandes movilizaciones de 2011 y 2012 que dibujaron, en alguna medida, el actual programa de Michelle Bachelet.
Y eso, ya que estamos en esto, la ciudadanía también bastante tiempo lo recordará.
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