Este «Frente Unido» debe comprender que el camino hacia una sociedad mejor es gradual, y requiere de gran esfuerzo, honestidad y humildad.
La realidad política y social del Chile actual hacen evidente que, para avanzar en las profundas transformaciones que se necesitan, es preciso forjar una gran coalición política que tenga la voluntad y la fuerza de sacarlas adelante. Esta unidad no pasa sólo por una sumatoria de partidos políticos, sino que debe incorporar a los movimientos sociales y demás actores, que le darán sustancia en el debate y la lucha programática y callejera. Este «Frente Unido» debe comprender que el camino hacia una sociedad mejor es gradual, y requiere de gran esfuerzo, honestidad y humildad. La unidad sólo podrá alcanzarse cuando las fuerzas político-sociales con vocación transformadora, abandonen los egos, el pretendido purismo ideológico, la inconsistencia en el debate, la lucha fraticida y la estrechez de miras. Este Frente Unido debe estar guiado por las ideas de izquierda, pero adaptadas a la realidad local y nacional, y al siglo en curso (o dicho en otras palabras, no se trata de leer y citar a los clásicos de memoria, sino de aplicarlos con inteligencia). Asimismo, debe ser realista y tener vocación de poder, pero sin olvidar jamás que su lugar y futuro está con la clase trabajadora. Por último, debe contar con un programa de gobierno único y claro, que exprese el consenso honesto entre los diversos actores del Frente, y entre éste y la ciudadanía. Cuando la visión esté clara, y el camino también, el triunfo será inminente.
Las dos preocupaciones fundantes de esta propuesta política deben ser la naturaleza y el ser humano; de ahí que podamos definirla como ecologista y socialista, o lo que es lo mismo, como profundamente humanista. Sin perjuicio de aquella declaración de principios, no podemos olvidar que para llevar la teoría a la práctica del poder, se necesitan mayorías verdaderas, mayorías expresadas en las urnas y en las calles. De ahí que sostenga que es muy deseable que este Frente Unido incorpore a partidos y movimientos políticos diversos, algunos de los cuales paso a mencionar: los Partidos Progresista, Humanista y Ecologista Verde, como orgánicas que siempre se han planteado como alternativas transformadoras a las propuestas del duopolio y con ideas serias; el Partido Igualdad y otras formaciones similares (muchas de las cuales apoyaron balcanizadas al candidato Claude), que son necesarias y valiosas dentro del Frente, como perjudiciales por su costado; Izquierda Autónoma, Revolución Democrática y otras, como expresiones «adultas» del movimiento estudiantil y de su coraje; el Partido Liberal, como entidad de centro dispuesta a los cambios (a veces más de avanzada que la actual coalición de gobierno) y con las que es valioso dialogar; la Izquierda Ciudadana, el Movimiento Amplio Social y el Partido Comunista, la izquierda de la Nueva Mayoría, sin la cual toda coalición popular pierde fuerza y sustancia (sobretodo el PC, verdadera expresión de la clase obrera para muchos chilenos); y podría seguir mencionando, son muchos. Tampoco sería despreciable lograr convocar a sectores de PS, del PPD y del PRSD, que pueden compartir varios puntos del programa.
Lo anterior implica romper por su izquierda a la Nueva Mayoría. Nada de esto puede obviar el concurso de los movimientos sociales, que deben marcar el paso en la opinión pública para los avances y ritmos del gobierno popular. Una vez en el poder, tampoco se puede desaprovechar oportunidad alguna para coincidir con todo el espectro político en aquello que sea posible (por ejemplo, no podemos negar el apoyo puntual de sectores de centroderecha liberal, como Amplitud, cuando decidamos avanzar en derechos sexuales o propuestas de género). La gobernabilidad pasará por imponer el programa mandatado por el pueblo (y acordado por todo el Frente), llevarlo adelante con inteligencia estratégica y comunicacional, y además pasa por conseguir todos los apoyos posibles en todas las áreas posibles.
Dicho eso, potenciar las bases y las orgánicas, sostener la propuesta ideológica y programática, y prepararse para la conquista del poder, deben ser los objetivos prioritarios de este Frente Unido. La importancia de la estrategia es clave, y ahí jugarán un destacado papel los intelectuales.
Para empezar, trataré la conquista del poder. Esta debe entenderse como un paso más para transformar o subvertir las estructuras del sistema. La lucha electoral es una lucha legítima, y además es necesaria. De esta forma, las próximas elecciones municipales, regionales, parlamentarias y presidenciales serán, primero, el diagnóstico de cuán bien habremos trabajado las bases y las propuestas; segundo, servirán para instalar temas en el país y medir la recepción de la ciudadanía; y tercero, serán la puerta de entrada de los anhelos de cambio de millones de chilenos (y del Frente Unido, su expresión política) en el poder institucional. Nunca antes las condiciones objetivas mundiales, continentales y locales habían sido tan favorables.
Todos los intelectuales, ideólogos y estrategas deben estar concentrados en la próxima elección municipal, y mirando el triunfo como algo cercano y posible. Una patología endémica de ciertos sectores de la izquierda es entrar a jugar perdiendo. Creemos que ni la humanidad ni el mundo pueden esperar más como para dilatar los triunfos y avances, ni tampoco la Historia lo perdonaría. De ahí que la unidad de fuerzas sea la clave para las próximas luchas, de toda naturaleza.
Los beneficios de dejar de lado la conducta de «archipiélago griego» y unirnos, debo sostenerla desde las estadísticas. Al mismo tiempo, plantearé, por ahora, una propuesta estratégica para las próximas elecciones municipales. (CONTINUARÁ–>)
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