Para un gran sector de la población, sino toda, el “momento cero” que plantea Alberto Mayol es compartido. Pues atribuye en aquel 19 de noviembre la irrupción del Frente Amplio en la escena política del país, debido al 20,27% que lo enmarca como la tercera fuerza, generando un quiebre en términos institucionales con lo que era el denominado duopolio -Concertación y Alianza-.
Pobladores y pobladoras requerimos comprender nuestro rol como sujetos políticos en la escena nacional, nosotr@s que corrimos los cercos de la ciudad pasada la mitad del siglo XX y que desde la vuelta a la democracia se nos ha intentado borrar del panorama, invisibilizandonos.
La emergencia de la tercera fuerza política significó para cientistas políticos el fin de “la cocina”, se acabaría con la vieja costumbre de resolver los conflictos dentro cuatro paredes generando una invitación a la ciudadanía a “cambiar Chile”. Es innegable que el FA logró posicionarse, en términos electorales, pues de 3 pasaron a 21 diputados y sumaron 1 senador. Gran parte de ellos de Revolución Democrática, ahora bien no es mi interés profundizar en aquello.
La mayoría de los movimientos y partidos que articulan el conglomerado provienen del movimiento estudiantil, sin embargo las demandas que aglutina van más allá: “Trabajamos para recuperar nuestras vidas, nuestra educación, salud, vejez, vivienda y los recursos naturales de quienes hoy lucran con nuestros derechos”. Subrayan en su página web.
Ahora bien, el FA ¿Representa una alternativa emancipadora para nosotr@s?, en primera instancia es necesario precisar nosotr@s, me refiero a las instancias organizativas generadas y propiciadas desde las y los pobladores: Talleres de niñez y juventudes, centros culturales, escuelas de educación popular, comités de vivienda, entre otros espacios que se levantan en distintas poblaciones de Chile. En las cuales la lectura de la kamanchaka en nuestra América está presente. En tales espacios donde poblador y pobladora establecen vínculos desde la necesidad, encuentran un panorama de falta de lecturas claras junto a un tejido social que paso a paso se comienza a rearticular aunque muchas veces la apatía nos nubla el andar.
Tales experiencias organizativas nos han hecho comprender que la duda es un requisito para abordar la institucionalidad y, en tiempos donde éste se legitima por medio de mecanismos que esta misma ha creado para promover una participación más formal que real, la situación por lo menos nos invita a un ejercicio de leer y re-leer la historia para sacar lecciones sobre qué ha sucedido cuando la clase dominante ha requerido incorporar ciertos sectores políticos emergentes y críticos para perpetuar la dominación, dándole a estos un cauce dentro de sus parámetros a los que terminan muchas veces cooptando en la defensa de sus intereses.
En estos meses, la presencia del FA en el Congreso se ha centrado en pugnas y disputas internas más que intentar generar inserción en “la ciudadanía”, pues, tal como lo planteó Jorge Sharp, el interés está puesto en lo electoral y la representación en espacios de poder (crítica del Alcalde de Valparaíso). Lo que refleja que la disputa para ell@s está centrada en la institucionalidad y marca una diferencia sustancial con la apuesta que generan sectores del campo popular, las y los pobladores, de sumar y multiplicarse, quizás no negando la participación electoral sino que comprendiendo que la necesidad yace en establecer cambios profundos en las y los sujetos, en su subjetividad y cómo plantarse ante el poder más que la disputa del mismo.
El FA no es una alternativa emancipadora para nosotr@s, pues pobladores y pobladoras requerimos comprender nuestro rol como sujetos políticos en la escena nacional. Nosotr@s que corrimos los cercos de la ciudad pasada la mitad del siglo XX y que, desde la vuelta a la democracia, se nos ha intentado borrar del panorama, invisibilizándonos como agentes de transformación. En este sentido, más que necesitar interlocutores “válidos” que cuenten con la legitimidad del poder, debemos asignar a las organizaciones sociales donde nos desenvolvemos la capacidad política de convocar y articular para mostrar el potencial que estas organizaciones tienen, más que dotarlas de buenas intenciones, pues ya no basta con aquello.
La tarea es cuidar nuestros espacios organizativos, no dar la tarea de politizar al FA y primar que la conducción se fije desde la discusión, solidaridad y respeto más que recetas de expertos -burócratas-, que nos subordinan a sus gallitos y disputas internas.
Comentarios
27 de agosto
Resulta muy difícil que el FA canalice los ríos de demandas y posturas extremas que corren sin cauce por nuestro país, a primera vista su fortaleza no son más que los votos que obtuvo MEO en algún momento y podrían ser los votos de personas que aspiran a cambios estructurales, pero muchos de ellas o ellos lo desean en un marco de democracia, sin embargo ahora hay que agregar un factor complejo y nuevo, el discurso anarquista que ya esta en todas las agendas, un discurso camuflado pero destructor, y es evidente que no todos los líderes del FA comulgan con ello, ni tampoco con la protección a ultranza de los regímenes totalitarios latinoamericanos, a su manera, muchos de ellas/ellos son demócratas convencidos, por lo que esperaría que en el futuro, quizás la mayoría se sumen a los partidos de izquierdas o progresistas en fuerza común a sus enemigos ideológicos, que tal como están las cosas, también crecerán.
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27 de agosto
Bueno, yo me haría las siguientes preguntas. ¿El FA es promesa de algo? ¿El FA puede ser tomado en serio? Lo digo desde la experiencia de haber intentado participar en dos partidos de esa coalición, para verificar que después de haber ido a una reunión en cada uno de esos partidos, nunca más me llamaron para nada.
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28 de agosto
El FA es la tipica izquierda agresiva con la misma izquierda, desde la irrupcion de este tipo de corriente hace algunas decadas cada vez somos un pais mas facho, porque se concibe el ser de izquierda como ser parte de un club que involucra como el 30% de las personas. El FA es la tipica izquierda que excluye a los tibios, despolitizados y descomprometidos, los aparta olvidando o negando que una persona de izquierda tibia sigue siendo de izquierda igual. Son partidos que no suman, restan, por ej. ahora les ha dado con que la gente que no es feminista es de derecha, o sea estan terminando por achicar su electorado aun mas, a un 20%. Desde que esta izquierda surgio en Chile nos hemos vuelto un pais cada vez mas conservador, es una izquierda que le da como caja a la misma izquierda, no a la derecha. Cuando este pais era tibio, descomprometido y despolitizado, mas transversal, avanzamos como nunca en la historia, habia de todo y teniamos muchos derechos y servicios publicos. Incluso el agua, la luz y los telefonos eran estatales. Esa frase de que no hay que ser ni chicha ni limonada y el odio a los tibios y despolitizados es la actitud mas triste de nuestra historia. El FA es el tipo de izquierda que agrede a la misma izquierda, le da como caja y la hace reventar.
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