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¿Error involuntario u obsecuencia suprema?

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Luego de estar “oculta” durante más de una semana, la senadora Ena Von Baer, dio una conferencia de prensa con la que pretendió limpiar su imagen. Le resultó pésimo.

De un lado, cuando no se tiene nada que ocultar, cuando no se ha hecho nada ilícito, no se necesita de más de una semana desaparecida para reflexionar al respecto. Por el contrario, mientras más turbia está la conciencia, más cuesta construir un discurso limpia imagen. Y ciertamente mayor es el riesgo de apagar el incendio con bencina. Fue lo que le ocurrió a ella.

Los principales desmentidos a sus dichos son sus propias palabras e imágenes. A ello le sumó dos  aspectos que enturbian definitivamente su ya controversial posición:

  • Quedó como mentirosa al negar sus acciones con PENTA, cuando existen hasta documentos escritos que acreditan esa sumisa posición solicitando recursos. Cuando se niega lo indesmentible se comete un segundo, más grave y tonto error.
  • Y, esto sí que es grave, cuando en su conferencia señaló que los recursos los pidió después de las elecciones, en vez de blanquear su imagen, en realidad demostró que le había puesto precio a su moralidad. Ella estaba recién electa para legislar. Y si concurre a pedir ayudas económicas, a los mismos empresarios que serán potencialmente afectados con las leyes destinadas a una mayor equidad nacional, ha quedado en una posición definitivamente impresentable. Ya no puede ser representante de sus electores dado que, con su petición, claramente ha priorizado representar a los poderes económicos que la financian.

Entonces no hay “errores involuntarios”  sino una sublime y obsecuente estrategia mercantil. En otras palabras, una explícita intención de usar la política para cuidar, como caballeros de la mesa redonda, los intereses de los señores feudales contemporáneos.

Esto no es un error, sino una tremenda inmoralidad.

No hay “errores involuntarios” sino una sublime y obsecuente estrategia mercantil. En otras palabras, una explícita intención de usar la política para cuidar, como caballeros de la mesa redonda, los intereses de los señores feudales contemporáneos.

Y da lo mismo si le dieron o no esos 100 millones. Eso es accesorio. Lo importante no es lo que hizo “el otro”, sino lo que hizo y dijo ella (como senadora electa), dado que eso es lo que refleja por donde van sus intereses y sus prioridades.

Es urgente cambiar la ley. Es urgente que se acaben los aportes institucionales y se remitan solo a las donaciones personales, ojalá absolutamente trasparentes y conocidas. Los actuales aportes, supuestamente reservados, son como jugar al amigo secreto. Siempre se puede saber quien hizo el regalo. Al hacer todo público se acaban los compromisos subterráneos, se trasparentan las acciones de campaña y aumenta la valoración de nuestra clase política como el grupo humano que nos representa en este difícil arte que es cuidar y mejorar nuestra democracia.

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1 Comentario

carmenluz

Pero no debería pagarse por propaganda. Es inmoral todo lo sabido. los q dirigieron la dictadura siguen en lo mismo: abusando, robando, y todo lo demás.