Viendo un documental sobre las redes sociales, espionaje, engaño, dominación (nada muy nuevo), entré en la duda de verdad si vale la pena entender este complejo puzzle, ya que sospechamos más menos hacia dónde va, sin embargo nos falta marco teórico, porque fuera de lo anecdótico y de los documentales alarmistas, no tenemos la suficiente base para entender este gran problema, más bien esta lucha contra las redes sociales en el fondo, es la gran lucha contra nosotros mismos y aquí me detengo a analizar la historia, los antagonismos, las luchas de clase, las luchas de poder.
Tenemos cierta noción analítica para entender esto, porque existe una lucha entre los mismos humanos, pero representando los intereses y anhelos de cada sector. Una clase explotada lucha contra otra de los explotadores y al menos en términos filosóficos esta contradicción relativamente se supera, cuando es el fin de la negación entre ser humano y producción, en términos epistemológicos se enfrenta esta negación. Esto se puede entender y formó parte de las luchas del siglo XX y parte del XXI, pero en el resto ya me pierdo.El tema es que la inteligencia artificial la creamos nosotros mismos y terminó esclavizándonos, pues no desarrollamos la base ética de los límites.
La lucha por superar a un enemigo virtual, no tangible y generador de dependencia es harina de otro costal, yo tampoco sabría como levantar ni cómo conducir este proceso, porque yo también alimento a esas redes sociales y las hago crecer, es más, todos en mi familia, mis amigos, mis compañeros de trabajo las hacen crecer, sin embargo, la conciencia y el conocimiento para mitigar el daño, puede no ser suficiente y de verdad no sé si con esto basta para convertir a las redes sociales en un instrumentos solidario y del bien común.
El tema es que la inteligencia artificial la creamos nosotros mismos y terminó esclavizándonos, pues no desarrollamos la base ética de los límites. Así, se nos fue de las manos y selló nuestra celda por fuera y con candado chino. La pregunta que me hago es que, si hay que luchar contra un enemigo, cuál sería el nuestro: ¿la falta de ética?, ¿el valor del bien y el mal?, ¿la corrupción, el racismo, el odio? Todo esto conlleva el enemigo abstracto, por lo mismo el sujeto revolucionario lo es más aún.
Me parece que nos cuesta ver las implicancias de este proceso en nuestra vidas cotidianas: el temor “al otro”, a la relación, al debate, al conocer la cara, el rostro de las personas, del mundo exterior, y si bien queda claro que las redes sociales nos agrupan entre pares, entre quienes piensan relativamente igual, entre los que siguen ciertos lideres y temas comunes, pues claro no es novedad que se genera fragmentación y que el escenario de la lucha es más bien virtual. Por eso es extraño ver de pronto la Plaza de la Dignidad en combate directo, por que el resto se puede enterar viendo las redes sociales y de a poco dejará de asistir a la lucha cuerpo a cuerpo, con las implicancias obvias de quienes “suben” las noticias y si bien esa es mi lucha, me pregunto cuántas cosas más que no conocemos solamente las vemos por las redes y nosotros aprobamos o condenamos y así se construye entonces “la realidad”.
Berger y Luckmann dirían que la realidad se construye socialmente y la sociología del conocimiento debe analizar los procesos por los cuales esto se produce, por supuesto una escuela que deja al sujeto y su subjetividad por sobre una “verdad externa”, en realidad nosotros la construimos con el lenguaje y su significado, lenguaje que pueden ser imágenes, sonidos, videos.
Al enemigo cada vez más potente en el que se transforman las redes sociales, es algo de lo que creo nadie imaginó construir como una demanda, una injusticia, un peligro y menos una reivindicación.
Y creo que acá se corre el riesgo de caer en la pura anécdota y sentido común, puesto que todo lo que hemos visto o escuchado es de las mismas empresas de Google, Facebook, WhatsApp, Instagram, en un afán autocrítico y tratando de llegar a la pregunta filosófica correcta, son incluso ellos los que hacen su propio documental reflexivo, y al menos de lo que yo he visto, me doy cuenta de que nadie maneja muy bien la causa del problema, o definitivamente el problema en sí.
Me puse a pensar en el Mago de OZ, el libro de Frank Baum que cuenta la historia de individuos incompletos (al hombre de hojalata le falta el corazón, al león le falta coraje y al espantapájaros le falta el cerebro), se trata de una perfecta metáfora del ser humano actual, fragmentado y en busca de significado.
En el documental el Dilema Social (The Social Dilemma 2020), el ser humano se enfrenta a lo mismo, pero en forma más sofisticada, y he llegado a creer que hasta el mismo problema es levantado por las redes sociales, para luchar contra él. Pero no se puede ser negativo en el sentido que ellos mismos, los creadores de un monstruo, buscan destruirlo, con la diferencia de que todos nosotros lo alimentamos y de cierta forma al destruirlo, nos destruirnos a nosotros también o al menos a lo que somos en las redes sociales.
¿Qué hacer?, ¿sacar al genio y luego intentar volverlo a la lámpara?, parece imposible y corremos entonces el riesgo de creer en mentiras, invenciones, falsas realidades, pero si no existe una verdad externa objetiva, entonces cada uno se construye la suya reforzada por las redes? Y de ser así, ¿en qué momento nos encontramos todos bajo una verdad como la justicia, la paz, la sociedad que queremos, que buscamos?
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