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Elecciones presidenciales 2013: más importantes que nunca

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Las próximas elecciones en noviembre parecieran no presentar nada nuevo. Las encuestas desarrolladas por ICSO, CERC y ADIMARK son elocuentes respecto a la candidatura de Michelle Bachelet y su inminente victoria electoral. Incluso, la última encuesta CEP señala que es muy posible que la candidata de la Nueva Mayoría gane en primera vuelta, sepultando las posibilidades de los otros 8 candidatos, y no solo ello, sino que además este éxito en primera vuelta podría propinar uno de los golpes más fuertes a la derecha electoral desde el regreso a la democracia. Sin embargo, ¿no hay nada nuevo, nada diferente en estas elecciones, nada que merezca un análisis más que el inexorable triunfo de la Nueva Mayoría el 17 de noviembre?

Esto no es del todo cierto. Hay un elemento diferenciador en estas elecciones, y que es producto del escenario de movilización que desde el año 2006 se ha venido gestando, que finalmente logró madurar en la masiva movilización ciudadana del año 2011. De esta última han surgido temas que la agenda política no pueden omitir: educación pública, gratuita y de calidad, desarrollo sustentable, asamblea constituyente, aborto libre, descentralización, reforma tributaria, uniones civiles, la nacionalización de recursos naturales y el fin al binominal son temas recurrentes dentro de la discusión pública, y ninguno de los candidatos ha podido hacer caso omiso a alguno de estos temas.

Es por ello que el elemento diferenciador de estas elecciones es la aparición de numerosas candidaturas “temáticas”, es decir, candidaturas que sintetizan en sí mismas un programa basado en una idea fuerza y en principios fundacionales que buscan si bien no ganar las elecciones presidenciales, si dejar claro que hay temas ineludibles (con propuestas claras, inclusive programas completos) para quien triunfe el 17 de noviembre.

Esto significa el triunfo de la capacidad movilizadora de la sociedad civil para insertar temas en la agenda nacional, para que aquellos grupos organizados puedan recogerlos y transformarlos en propuestas plausibles de implementación. La diversidad de candidatos, de temas y de propuestas es reflejo del rol virtuoso que cumplen los movimientos sociales para la adaptación de las instituciones a los cambios en la estructura social a largo plazo.

Repasemos que representa cada candidatura y su rol en materia de temas en la agenda pública:

Alfredo Sfeir es el candidato ambientalista de estas elecciones que, sin embargo, ha dado un salto cualitativo en comparación a sus antecesores: propone por medio de un lenguaje económico la posibilidad de que crecimiento económico y desarrollo sustentable no son elementos excluyentes y que por tanto la destrucción del espacio físico en pos de la producción es arbitraria y responde a intereses creados. Esta forma de ver la producción es propia del neoliberalismo imperante, el cual depreda el espacio físico para la producción de mercancías en grandes volúmenes. Por ello su visión de la producción y de la relación Estado-medio ambiente-empresariado es la “otra vía”, el “otro camino”: una relación trialógica sustentable y no depredativa que así expresada, resolvería los problemas de la producción en Chile.

Ricardo Israel, por su parte, es el candidato de la regionalización y descentralización del país. Una candidatura si bien conservadora en lo valórico y en lo económico, es ampliamente progresista en materia de devolver atribuciones desde el nivel central a las regiones, para que éstas decidan por sí mismas y no se subordinen a lo planteando desde el gobierno central. El desarrollo integral a nivel nacional, pasando por una mayor autonomía de las regiones para decidir sobre su porvenir es la idea fuerza de este candidato, tema que ya no puede omitirse de la discusión pública.

Evelyn Matthei es la candidata del statu quo. En sí misma su persona y su conglomerado rechazan la casi totalidad de lo planteado por el movimiento social y su representación en estas elecciones presidenciales: no al aborto, no la matrimonio igualitario, no a la reforma tributaria, no a la asamblea constituyente, no a la educación pública, sí al binominal, la inexistencia de propuestas de regionalización (relegando este tema a la elección de los CORE, que nada cambia) y la inexistencia de propuestas de medio ambiente son una muestra de que para la derecha electoral en estos cuatro años en Chile no ha pasado nada y que lo que importa es el crecimiento económico que llevamos desde 2010, más carabineros para frenar la delincuencia (ya sistémica gracias a un modelo extremadamente desigual), la intervención al Poder Judicial por medio de un “observatorio” y la aprobación de leyes que criminalicen la movilización social, como la denominada Ley Hinzpeter. El rol de esta candidatura es decirle a la sociedad civil organizada y al movimiento social de que sus temas “no pasarán”. Si estas ideas pasan, Chile no iría para adelante, iría para atrás.

Franco Parisi es el candidato que representa la expresión más plausible de una mezcla entre tecnocracia y populismo. Es una candidatura anti-sistema, pero de derecha. Sus argumentos fuerza se basan en que Chile es un país injusto creado en base a los intereses de un duopolio político (lo cual es parcialmente cierto) y que los problemas del país se resuelven mejorando el sistema, no cambiándolo. El sistema está mal manejado y mal administrado. Corrigiendo el sistema, el crecimiento será equitativo y sostenido. Esto explica la tendencia a prometer ideas como un aeropuerto para la zona mapuche (para hacerlos parte del progreso) sin ver que el real problema es el conflicto político e histórico que se desarrolla en la zona producto del terrorismo de Estado y la defensa de los intereses de los empresarios en dicha zona. Un nuevo sistema con una mejor administración del modelo en la relación Estado-mercado, y barrer con la corrupción son las ideas fuerzas del candidato “independiente”, lo cual recuerda a un ya retirado del ejército Carlos Ibáñez del Campo en 1952, quien ganó bajo el eslogan de barrer con la corrupción. De la Historia se aprende, o esta se repite.

– Siguiendo la línea de los populismos está Marcel Claude, el candidato de las redes sociales y los universitarios. Es una candidatura anti-sistema, pero de izquierda. En sí misma esta candidatura representa el populismo, ya que se basa en la posibilidad de que se puede superar al sistema de partidos pero, al contrario de Franco Parisi, busca implementar una agenda de izquierda de tipo redistributivo, prescindiendo de las instituciones que generan los problemas: AFP, escuelas y universidades privadas o clínicas privadas. Esta candidatura muestra lo posible de plasmar en un proyecto político el ideario de izquierda con proyectos claros e implementables. Sin embargo adolece de ser populista, y a ratos mesiánica, muy característico de aquellas candidaturas que buscan transformar el sistema de raíz. Niega el sistema pero depende de él para salir electo.

El elemento diferenciador de estas elecciones es la aparición de numerosas candidaturas “temáticas”, es decir, candidaturas que sintetizan en sí mismas un programa basado en una idea fuerza y en principios fundacionales que buscan si bien no ganar las elecciones presidenciales, si dejar claro que hay temas ineludibles (con propuestas claras, inclusive programas completos) para quien triunfe el 17 de noviembre.

Marco Enríquez-Ominami es el candidato que representa lo que en Europa se denominó la “tercera vía”, una mezcla de ideas liberales y socialistas que engendraron en una relación Estado-mercado más armónica y garantizadora de derechos basales que tuvo como inspiración al Estado de bienestar. Su idea fuerza es el desarrollo de los principios liberales de gobierno: Estado republicano, multipartidismo, salud y educación pública y gratuita, derechos políticos, civiles y sociales plenos con crecimiento económico. Su candidatura evidencia el abandono del rol del Estado para con los ciudadanos, y el desarrollo de un mercado depredador que atenta contra la sociedad civil. Recuperar el rol del Estado (más y mejor Estado), un mercado regulado pero dinámico y el pleno desarrollo de los derechos civiles (libertad de culto, pensamiento, aborto libre, unión civil y matrimonio homosexual), políticos (derecho a la representación y a ejercer la representación) y sociales (derecho a la salud, educación, vivienda, justicia) son los ejes de la candidatura.

Michelle Bachelet es la candidatura que encarna el cambio que no se pudo hacer debido a los enclaves que la dictadura dejó, actualmente representados en la derecha electoral. Los ejes programáticos e ideas que permitieron recuperar la democracia en 1990, sumados a algunos ejes entregados por el movimiento social dan sustento a esta candidatura, la cual apuesta a ganar por una aplastante mayoría para barrer con aquellas piedras de tope que han impedido a nuestro país alcanzar la democracia plena. Gradualismo en política y progresismo a nivel ideológico-valórico son los ejes de esta candidatura, única candidatura capaz de ganar en primera vuelta y derribar a una derecha moribunda y fragmentada.

Roxana Miranda es la candidata que representa en sí misma al pueblo, ya que ella misma proviene de los sectores marginados del crecimiento del modelo chileno. Dirigente insigne de ANDHA Chile, busca ser presidente para que “El pueblo mande”. Es la candidata que representa lo cotidiano, al chileno medio-bajo, al que le dicen que todo va bien pero que no ve el producto del milagro económico. Es la voz de quienes deben ir al consultorio a atenderse, a quienes no pueden acceder a buena salud, a buena educación, a buenas viviendas, a buena alimentación. Representa a los excluidos y a los olvidados. Sus ideas fuerza son justicia e igualdad: las políticas deben pensarse desde la ciudadanía y no para la ciudadanía. La democracia representativa no da abasto para satisfacer las necesidades del pueblo, se necesita democracia participativa. Los políticos deben dejar de mentir, ya que el pueblo no olvida y puede recordarles todas las promesas y todas las mentiras juradas como ciertas. Es por eso que ya no puede hacerse caso omiso de la miseria del pueblo: las políticas debemos construirlas entre todos, y el producto del trabajo debe distribuirse justamente, no para unos pocos. Esta es la contribución de esta candidatura.

– Finalmente tenemos a Tomás Jocelyn-Holt. Más que una candidatura, es un grito desesperado para llamar la atención del sistema político. En sí mismo es el resultado de un malestar de la política, su existencia no tiene motivo ni razón. Es candidato porque puede serlo y desde su rol, puede exhibir las debilidades de cada cual sin nada que perder. Su función es acusar a sus colegas candidatos de sus errores, los que, sin embargo, no lo toman muy en serio. Esta candidatura es una indigestión del sistema político.

En síntesis, cada candidato posee una idea fuerza que puede defender independiente si llegara a ganar o no, ya que desde la movilización social han nacido y desde ella seguirán marcando la agenda pública de debate y solución. Desarrollo sustentable y crecimiento económico (Sfeir), regionalización (Israel), statu quo (Mathei), más y mejor Estado (ME-O), barrer la corrupción desde la tecnocracia (Parisi), cambiar el sistema con justicia social (Claude), romper los enclaves autoritarios (Bachelet), y que el pueblo mande (Miranda) serán temas que no se olvidarán luego de las elecciones, ya que no nacieron desde el sistema de partidos, sino que del movimiento social. Por ello hoy más que nunca, hacer política se vuelve un deber.

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Foto: Michelle Bachelet / Licencia CC

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1 Comentario

Alberto Guzman Meza

Don Francisco
Muy buena su entrada, la fotografía en conjunto buena y SU fotografía excelente