En estos últimos años, cuando surgen alternativas de izquierda que son diferentes al centro y la izquierda (En su versión concertación o nueva mayoría), suele darse un extraño fenómeno en los votantes y militantes de izquierda, en donde empiezan algunos cuestionamientos desde sentir que se pierde el voto, pasando por el temor a hacerle el juego a la derecha, y allí aparece un viejo fantasma de la política chilena, convertirse en un «Cura de Catapilco», conocida figura histórica que -según se dice- le robó la elección de 1958 a Allende frente Alessandri, debido a que obtuvo los 40.000 votos que le faltaron al Chicho para ganar, se recuerda que en esos tiempos la prensa de derecha levantaba a este candidato, y desde ese momento en adelante, los proyectos alternativos a una opción de centro o izquierda son fuertes.
Sea en federaciones, sindicatos, elecciones municipales o parlamentarias, el escenario suele ser similar; una derecha muy unida, y una izquierda muy fragmentada, son innumerables los casos en que la división de las fuerzas democráticas y progresitas ha llevado al triunfo a sectores de derecha, y muy pocas las veces en que la división de la derecha ha llevado a un triunfo de izquierda, y cuando esto último ha ocurrido, se debe más a rencillas personales que ideológicas, siendo al revés en la izquierda, que a veces a pesar de plantear lo mismo, se centra en detalles que hacen la diferencia y se termina compitiendo con programas muy similares.Candidatos que no suelen pasar el 3% de la votación, pero que sin lograr mucho, dejan conforme a un sector político, que siente que votó de acuerdo a sus valores
En una clave weberiana, esto podría recordarnos la clásica diferencia entre la acción racional con acuerdo a fines y la acción racional con acuerdo a valores, teniendo ambas sus ventajas y desventajas, la idea de esta reflexión más que tomar postura por una u otra, es invitar al debate dentro de la izquierda, sobre un tema que aparece en cada elección, y que para las personas que están fuera del mundo identitario de izquierda, les cuesta mucho diferenciar. (De verdad, a la gente no le importa mucho si te gusta más la II, la III o incluso la IV internacional). Pero me gustaría desarrollar un poco más esta idea de acción según valores o fines.
Cuando se actúa electoralmente desde los valores, se lleva a los clásicos casos de 10 listas de izquierda disputando la federación, o 6 candidatos con sensibilidad progresista siendo candidatas/os a una alcaldía, el típico caso acá, casi un paradigma, es el Partido Humanista o el Partido Igualdad, que muchas elecciones presenta candidatos no muy conocidos (Que a veces pasan de ser candidatos al senado, luego a concejales, diputados, alcaldes, lo que sea), con muy poca chance -y presumo que muy poco interés- de ganar, son candidatos que no suelen pasar el 3% de la votación, pero que sin lograr mucho, dejan conforme a un sector político, que siente que votó de acuerdo a sus valores, ¿Le sirve eso de algo al mundo popular?, la verdad es que lo dudo, ahora, aquí se presenta un problema; ¿Cuando una candidatura es testimonial?, ¿quién define eso?, es un nodo difícil, que debe dar pie al debate.
Ahora, sobre los fines, esta es la postura que se suele asociar más al pragmatismo, y lógicamente, tiene más chances de ganar, pero el problema es que en ocasiones puede significar una renuncia muy grande a los principios, si ese pragmatismo de votar contra la derecha significa terminar votando por personajes conservadores, que alimentan el neoliberalismo, también tiene un problema, y no vaya a pasar que la intención de votar contra la derecha, se termine votando por alguna otra derecha.
El desafío de votar con ilusión, como invitara en 2014 Podemos en las elecciones Europeas, el ideal es poder unir una política electoral centrada en fines, y una política electoral centrada en valores, el punto de convergencia de ambos puntos es la clave para una buena política de izquierda, que pase del testimonio a la real disputa, pero para ello debemos ceder algunas cosas (dentro de un marco de mínimos), ello va a requerir de unidad, de trabajo duro, y de poder tener una visión a largo plazo.
En esta reflexión no pretendo plantear la solución, pero si creo que este 2016 existe algo que puede empezar a cambiar la historia, se han presentado algunas candidaturas en Chile, como la de Ricardo Díaz en Antofagasta, Jorge Sharp en Valparaíso, y Juan Polizzi en Concepción, que han superado en parte esta dicotomía valores/fines, y le dan a la ciudadanía la hermosa posibilidad de poder votar con ilusión, sin sentir que es un voto testimonial, sino que también una opción real, el desafío es replicar estar alternativas, sin caer en el extremo pragmatismo, ni en el extremo idealismo; la izquierda debe ser competitiva porque el desafío es ganar, pero si vamos a ganar, debe ser con nuestras ideas.
Comentarios
14 de octubre
¿…y no vaya a pasar que la intención de votar contra la derecha, se termine votando por alguna otra derecha..?, ¿tiene complejo de persecución?, hombre vaya y vote por lo mejores, vote por las personas, por sus proyectos, por sus visiones, por las buenas ideas, las hay en la izquierda y en la derecha, en los ateos y en los evangélicos, en los ecologistas, en los novatos, en todas parte, dele una oportunidad a la personas, al humanismo, ¿que importan las derechas y las izquierdas?, no se compre la división entre buenos y malos, buenos y malos hay en todas partes…
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