Que linda sonrisa, que buena ropa usa el candidato, que simpático que es, creo que me representa, ¿que es eso? ¿la candidata que promulgó la actual ley de educación prometiendo educación gratuita? ¿la candidata de la derecha conservadora hablando de legalizar la marihuana?
Desde hace un par de décadas ya, que lo que se entiende por «actividad política» ha sido reducido a pequeños espacios que simulan tener representatividad. La democracia es establecida por unos pocos y promulgada por otros cuantos y el juego que otorga sentido ha toda esta fiesta de contradicciones son las elecciones, Cuando la ciudadanía debe delegar el poder en un representante que promete llevar a cabo un programa político.
¿quienes son estos representantes? ¿de donde salen? ¿quien los elige? Se ha visto en el último tiempo gente que ha permanecido en el poder más de lo que el hombre paciente pudiera aguantar y otros tantos nuevos desconocidos que llegan, sin saber de donde provienen exactamente. Sin embargo, todos (salvo quizás escasas excepciones) obtienen la desaprobación por parte de la población.
«Yo no creo en los políticos». «Los políticos son todos ladrones». «Puta los weones barsas». Son frases que han permanecido y se han prolongado en la realidad cotidiana de los chilenos.
Pero, ¿a que se debe esto? ¿son realmente los políticos intrínsecamente ladrones? ¿cualquiera que sea un político va a ser por consiguiente e inevitablemente un sinvergüenza, mentiroso, lacayo y embustero?
Hay que aclarar primero, que la llamada «clase política» merece el juicio moral de la sociedad chilena por robar y hacer mal uso de uno de los términos más nobles que se le pueden encontrar a la humanidad a lo largo de su historia. Una palabra que enaltece en lo más alto la condición de humano.
Y esa es la política.
La política es esencial en la vida misma, siempre ocurre, mientras exista un grupo de personas que puedan formar ideas va a existir. Es tan grande como dios porque efectivamente es omnipresente, indisoluble y perdurable por los siglos de los siglos.
Por consiguiente el político debiera ser el ser inspirador de nobleza dentro de la sociedad.
Todos somos políticos, ya que todos tenemos la facultad de poner en práctica la política, quizás no en el congreso, pero si en las reuniones sociales, en los debates públicos, incluso en los distintos manejos del hogar, que se establecen como pequeños gobiernos. Lo que pasa es que las relaciones de poder en Chile han hecho que las más importantes decisiones, sean tomadas por un grupúsculo de «iluminados» establecidos para hacer continuar las condiciones sociales y económicas del país.
¿Y por qué los mal llamados políticos se convierten en seres tan detestables?
En estos días de campaña, se puede ver a los candidatos, activos, alegres, sonrientes; se puede escuchar a los candidatos, solemnes, pero seguros. Se presentan con una rigurosidad en el cuidado de su imagen y un detallado estudio de sus movimientos, sus muecas y sus gestos, en situaciones donde están cuidando algo, están preciadamente cuidando lo más importante que tienen, lo que son ellos mismos y lo que realmente los define. Están cuidando el producto. Porque los partidos políticos que mantienen el poder económico y político en este país han adoptado la visión de la política como la misma de un negocio.
Idea = producto
Candidato = producto
Encuesta = estudio de mercado
Electores = mercado
En estos días de campaña, se puede ver a los candidatos, activos, alegres, sonrientes; se puede escuchar a los candidatos, solemnes, pero seguros. Se presentan con una rigurosidad en el cuidado de su imagen y un detallado estudio de sus movimientos, sus muecas y sus gestos, en situaciones donde están cuidando algo, están preciadamente cuidando lo más importante que tienen, lo que son ellos mismos y lo que realmente los define. Están cuidando el producto.
En esta dinámica lo fundamental es posicionar al producto, estudiando al mercado, ofreciendo posturas que puedan cautivar a un público, resaltando los atributos físicos y empáticos del candidato y dándole una buena cobertura en los medios de prensa. «Carrera ganada», dirían los genios del marketing.
Las razones de esto se pueden resumir en 2:
1- Los aspirantes a cargos públicos y actuales mandatarios, han encontrado en la actividad política un buen y asegurado puesto de trabajo, que les asegura una situación económica estable a él y a su familia, además de verse en un panorama en el cual pueden acceder a cuotas de poder para beneficiar a empresas que sean de su poder, de sus amigos o familiares.
2- Los grandes grupos económicos, dueños de empresas, territorios, escandalosas cifras de dinero y ridículos patrimonios, financian las costosas campañas de los «políticos», porque actúan en favor de establecer el orden imperante en Chile. No solo aportan con exorbitantes sumas de dinero, sino también con el blindaje del cerco comunicacional, que les garantiza la mayor visibilidad y, por tanto el mejor posicionamiento de su producto.
Entonces se establecen los partidos políticos como verdaderas gerencias, cuyo principal fin es utilizar el método marketing y mediante este estudiar al mercado, para luego posicionar el producto. El producto se presenta como algo liviano, simpático, inofensivo, cual bebida cola o reproductor de Mp3. Parece muy propositivo, pero en el fondo está vacío, carente de ideas, solo, simplemente una imagen, una apariencia que no tiene ninguna injerencia sobre la opinión, solamente sobre la mera percepción.
No actúa en comunidad, no presenta una visión que pretenda establecer una realidad de las circunstancias del país, menos cambiarlo. Solo le interesa moldear la realidad, para dar una sensación de ella, cayendo en la mentira y el engaño.
Y aquí se encuentra la gran contradicción equivocada al tratar de implantar la actividad de los negocios, dentro de la actividad política, ya que las características de una son intransferibles a la otra. La política tiene que ver con el ser y hacer del hombre, su desenvolvimiento natural en la búsqueda de solución de problemas para la convivencia armoniosa de todas las partes. Los negocios, en cambio, tienen como fin único y excluyente el intercambio económico, osea vender.
Si la actividad empresarial y la política fueran igualables, esto quiere decir que el voto representaría la moneda con la cual yo realizo el intercambio para comprar al candidato. ¿correcto? No! grueso error. El comprar tiene que ver con la posesión y el dominio, como cuando yo compro un auto yo me hago dueño y propietario de este, es de mi exclusiva autoridad. Por el contrario el acto de votar consiste en depositar poder. Por tanto estas 2 actividades no son igualables, al buscar propósitos distintos.
Sin entender esto, los genios del marketing hacen un estudio de mercado (en este caso electorado) mediante burdas encuestas, de cuestionables métodos y procedencia y determinan que la gente quiere educación, seguridad, salud, felicidad y cuanto menjunje de palabras bonitas pueda existir, Y los autodenominados políticos queriendo tratar a su actividad cual campaña publicitaria, hacen propaganda de sus promesas, muchas ridículas y otras en las que simplemente no va a existir la «voluntad» para llevarlas a cabo. Alardean de sus atributos personales, más que de sus mismas ideas, abusando de la percepción del elector. Y es en este punto en donde han cometido el mayor error.
En la compra de un producto y en la valoración de una marca, la percepción sobre esta va a determinar el real valor que tiene y va a significar que tan probable es que llegue a efectuarse el intercambio económico. ¿Es transferible esto a un producto político? La política al ser una actividad altamente más compleja la empresarial requiere no de percepción, sino que de juicio, opinión, convicción, creencia, algo que un producto que tiene una duración hasta agotar Stock nunca va a entregar. Y los atributos pasan a un segundo plano ante la baja condición moral que se tiene de los mandatarios y postulantes. Porque la gente se cansa, se cansa de las mentiras, del abuso, de la mala condición de vida, de las deudas históricas y de las no tan históricas, y solución satisfactoria para el descontento social, el mercado aún no conoce.
Hasta ahora la lógica de mercado ha podido prevalecer y establecerse, pero van habiendo victorias de la política en más de una esfera y cada vez es más cuestionable, reprochada y reprobada por la población la labor de la clase política en su gran totalidad, en contraposición con los movimientos sociales, el gran estandarte de condición moral de la ciudadanía que ha ido progresivamente ganando batallas y ya pudo haberle doblado la mano al sistema, con la deplorable elección municipal del 2012.
Otra lucha caerá en noviembre, y la pregunta a hacerse es ¿será acaso otra batalla? ¿o acaso el principio del fin? ¿La política vencerá al negocio?
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gastonpedro.sandovalsalazar
Como las berenjenas!!! Me piden pasaportes por todo. Peor que si fuera terrorista de estado. EL problema es que utilizó LA PALABRA.
Osvaldo
Sólo puedo decir que es quizá la mejor columna que he leído en el quinto poder hasta ahora.
Había visto algo de lo que se habla en la columna en el documental «el siglo del yo» de Adam curtis, pero aquí se resume de una mejor forma, que en el documental, el concepto y mensaje que se busca transmitir.
Muchas gracias y ojalá que se difunda ampliamente.