Nuestro modelo de Estado es, tal cual, un modelo feudal en su administración territorial. Con un Rey que es el Presidente y su corte, el gabinete. Luego, tenemos 38 señores feudales que administran los diferentes territorios del país; una administración medieval y clandestina donde se negocian los recursos para las regiones y donde los instrumentos de planificación son de papel y al arbitrio del señor feudal que amenace más o menos a la corte y, por ende, al Rey.
Para quienes somos ciudadanos y políticos locales esta cuestión se hace insostenible. No es menester de este artículo hacer gala de los cientos de argumentos técnicos, económicos, sociales, ambientales o tributarios acerca de lo necesario que se hace tener un Chile más descentralizado para el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos, para la reducción real de la desigualdad social y para la autonomía política que deben tener los territorios. Ya hay harto escrito sobre eso. Sin embargo, quiero enfatizar en la discusión que estamos llevando a cabo por regiones más autónomas, discusión en la que nos jugamos el avance o el retroceso. Se discute en el Senado la elección popular de intendentes y, en lo particular, se discute el porcentaje con el cual deben elegirse dichos nuevos gobernadores regionales. La propuesta del Gobierno ha sido el 40% -mayoría simple-, mientras que los senadores de oposición -y en particular de la Nueva Mayoría- exigen 50+1. Lo anterior estaría reproduciendo el binominal en las regiones, pues obligaría a las coaliciones a pactar para llegar en segunda vuelta a dicho 50+1, impidiéndose así el desarrollo de nuevas fuerzas políticas regionales o partidos nacionales no adscritos.Chile merece y necesita más descentralización, allí nos jugamos los sueños de la gente, sus demandas más profundas, las locales, las que les tocan el corazón y el bolsillo.
En otras palabras, se busca mantener el estatus quo de la organización del poder feudal en Chile, cuando lo que necesita el país es aire y oxígeno en la política; algunos senadores parecen pensar más bien como Jaime Guzmán que como verdaderos progresistas y libertarios. Chile merece y necesita más descentralización, allí nos jugamos los sueños de la gente, sus demandas más profundas, las locales, las que les tocan el corazón y el bolsillo; nos estamos jugando la posibilidad de gobernarnos nosotros mismos y dar a nuestros ciudadanos mejores oportunidades.
Agradecida estaría la Región Metropolitana -sobrepoblada y contaminada- porque en nuestro país para cualquier cosa hay que viajar a Santiago. No dejemos pasar este momento clave, de lo contrario nuestros parlamentarios harán fracasar una promesa de la Presidenta Bachelet por miedo a más y mejor democracia.
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