En un reciente reportaje televisivo se consultó a diputados de distintos partidos los precios de distintos bienes y servicios que la población consume diariamente. No estamos hablando de bienes o servicios sofisticados, sino que de consumo popular. Se les preguntó por el precio del pan, del transporte. Uno llegó a afirmar que el precio del transporte público era inferior a los 300 pesos. En relación al pan las estimaciones fueron de los 600 a los 1200 pesos el kilo.
Si los diputados consultados constituyen una muestra representativa de los políticos que legislan, esto es, discuten y aprueban las leyes que nos rigen, además de fiscalizar, significa que estamos en manos de quienes viven una realidad que no es la nuestra.
Se trata de personajes que no compran el pan nuestro de cada día, ni ocupan el transporte público. Esto significa que alguien les compra el pan, que el pan les cae del cielo, o que no comen pan; significa que andan en transporte privado y/o que les manejan.
Sería bueno aplicar el mismo cuestionario a los oficiales de nuestras FFAA. Probablemente las respuestas serían del mismo tenor. Quizá no falte el comandante que sostenga que “su misión es otra”. Son otros quienes les compran el pan nuestro de cada día. También sería bueno aplicarles el cuestionario a los empresarios, y las élites en general. Los Luksic, los Angellini, los Matte, ¿sabrán cuánto vale el pan y andar en micro?
En el caso de los políticos la responsabilidad es en gran parte nuestra porque, mal que mal, nosotros los elegimos. En el caso de los empresarios y los oficiales de las FFAA y Carabineros, la responsabilidad no es nuestra, pero también es hora que dejemos de endiosarlos, de verlos como seres de otro planeta, que merecen granjerías.
Quizá vendría bien someterlos a una prueba SIMCE en torno a la realidad que vive el país para que estén en la papeleta de votación y no nos sigan viendo las canillas.
Es así como uno de los diputados consultados afirmó que al estar en la Cámara de Diputados “es como estar en un submarino, estamos fuera de la realidad. Esa es la sensación que tienen los ciudadanos». ¡Era que no! Otro diputado sostuvo que “si tú estás acá 20, 24 o 28 años, como ocurre, es difícil no ser distinto de los demás». Y como para rematarla, una diputada dijo, sin pelos en la lengua que «es como un internado, un manicomio».
Esto significa que legislan desde las alturas, desde la eternidad, sin tener la más mínima idea de la realidad. Ello explicaría que los sueldos y pensiones mínimas tengan los valores que tienen. Más encima, diariamente, a vista y paciencia de todos, los grandes fraudes ocurren en las alturas sin que se les mueva un pelo.
¿Sebastián Piñera sabrá cuánto cuesta el pan? ¿Cuánto cuesta movilizarse? ¿Cuánto cuesta el agua? ¿El gas? ¿La gasolina? ¿El azúcar? ¿El aceite? ¿Ricardo Lagos sabrá? ¿Alejandro Guillier? ¿Beatriz Sanchez? ¿Carolina Goic?
Quizá vendría bien someterlos a una prueba SIMCE en torno a la realidad que vive el país para que estén en la papeleta de votación y no nos sigan viendo las canillas.
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BUeno, dudo que Obama, Trump o Maduro conoscan el valor del pan o las tarifas del metro de sus ciudades, pero no tiene ninguna importancia, sería una aberración tomar desiciones de país segun esos datos, en cambio es mas importante que tengan alguna idea de cuanto varían esos y los demas precios en relación a lo que varian los ingresos de las personas porque eso sí le da una visión mas clara para tomar desiciones relacionadas al punto.
Sergio A Godoy
No podemos negar que con los años hemos ido progresando. Antiguamente la nobleza vivia dentro de castillos y fortalezas de piedra que les permitia estar protejidos del frio y amenazas exteriores. Mantenian dentro de las murallas a todo aquel que les hacia la vida mas amena y facil. Era la obra y servidumbre barata. Afuera vivian los que les trabajaban las tierras , generaban bienes y pagaban por hacer uso de las tierras. En momentos de crisis eran la carne de cañon para sus ejercitos y se les daba proteccion limitada, ya que en caso de rebeliones no todos cabian dentro del castill. Las familias estaban en diferentes castillos repartidos por el pais y hasta se casabn entre ellos para asegurarse de que los bienes quedaran entre ellos solamente. Hoy viven en barrios igual de aislados, protegidos por un cuerpo d macetaedos y aceptan a la servidumbre que los entretiene , sirve y procura alimentos. Viajan en raudos vehiculos, cobran tributos al resto y viven con cuiertas reglas no diferenetes de la edad media. La civilizacion les ha cambiado las vestimenta, los servicios, la alimentacion, el transporte pero el resto de la infraestructura humana sigue igual: exclusivos, deciden por el «futuro» de sus subditos a como les de la gana y viven el mundo de Bilz y Pap poruqe no les interesa en absoluto los demas mientras no les afecte su esplendoroso vivir. Quien sabe si volvera lagun dia la guillotina y les pasen la cuenta. Muchos ya lo estan pensando y puede ser cosa de tiempo.
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Buen punto, profe… Algo seguramente impracticable, pero, algo con lo que ilusionarse también… Otro tipo de relato de una realidad que nos muestra a los honorables de la Honorable Cámara y Senado con ciertas deficiencias de conocimiento de lo que vive el pueblo… En tal caso, cualquiera supone que las prioridades que ellos tienen al legislar, son distintas a las del pueblo…