Debo reconocer que tengo una gran admiración por Ricardo Lagos. He seguido su trayectoria desde el épico momento del dedo índice interpelando a Pinochet hasta su vida como académico y encargado mundial para el cambio climático. Asumo también que disfruté su gobierno, en parte por lo que hizo y en parte por como dijo lo que hizo. Su forma de pensar, su liderazgo, su formación y especialmente su profunda vocación republicana y democrática son admirables y Chile le debe mucho.
Sin embargo, hoy al escuchar que asumiría un rol más activo en la oposición, al verlo opinando acerca de las iniciativas de mejoramiento de la educación propuestas por el gobierno o al escucharlo hablarle a los rectores de instituciones de educación superior en Valparaíso, se me produjo una sensación de inquietud, de desánimo, de desconcierto.
¿Por qué? Creo que la oposición necesita redefinir su proyecto, su misión, su relato y dar espacio a los liderazgos emergentes. La sensación de paternidad y protección que Lagos produce en la oposición pueden hacernos tomar decisiones equivocadas. Creer que la Concertación puede reinventarse a la sombra de sus viejos líderes es no reconocer que el problema es la falta de sueños, proyectos y propuestas.
Los líderes que la oposición necesita deben conducir ese proceso de redefinición y renacimiento (refundación está muy desgastado como concepto), tomando lo mejor del pasado, recuperando la mística y proyectándolo al nuevo Chile. Es un error enfrentarse a la “nueva forma de gobernar” mostrando a la antigua forma como solución.
Por otra parte, es obvio que la oposición necesita sumar adherentes y apoyos, Lagos no contribuye en ese sentido. No tengo claro que sea atractivo para la juventud ni para los desencantados de la Concertación.
Los partidos de oposición están desperfilados y desgastados, deben invertir sus energías en reposicionarse, legitimarse y fortalecer los líderes que conducirán la oposición a futuro. Lagos debe traspasar su capital político a estos nuevos líderes teniendo cuidado de no eclipsarlos o dejarlos sin oxígeno.
Lagos tiene un rol insustituible en la reconstrucción y realineamiento de la oposición. Tiene el liderazgo, el talante moral y la experiencia para hacerlo. Sin embargo, debe procurar que su papel sea asegurar un proceso de renovación, abrir espacio para nuevos liderazgos y especialmente actuar y tomar decisiones mirando el futuro y no el corto plazo.
(*) Ricardo Carbone es Director del Centro de Reflexión y Acción Social (CREAS) de la Universidad Alberto Hurtado
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