En La Tercera el día de ayer, Pablo Ortúzar comenta sobre sus resquemores ante la figura de Greta Thunberg, una activista medioambiental que con 16 años ha convocado principalmente a jóvenes a marchar por pedir un cambio de política frente al cambio climático.
Pese a toda la “chimuchina” política de desprestigio a un sector que no aporta en nada al debate, Ortúzar si agrega un tema de fondo importante, que es justo observar, y es el supuesto daño que la política puede hacerle a Thunberg. Nos hace preguntarnos qué pasaría si Thunberg, con tal desplante político que tiene, cometiese un tropiezo político, o si con la edad esa imagen fuese algo de lo que empiece a no estar orgullosa.
¿Es correcto ver a una persona tan joven meterse al submundillo oscuro de la política, lleno de viejos zorros, gente sin escrúpulos y de poca monta, capaces de hacerte la zancadilla cuando vean la oportunidad? En mi pensamiento, yo creo que sí. Y no pasa por cómo Thunberg se ha expresado, sino justamente por lo que es y representa.La política -atrévanse a decir que no es algo transversal- no se ha adaptado más que para cometer suicidios políticos con la juventud, puesto a que fallan y fallan cada vez que intentan verse con caras amigables
Conforme ha pasado el tiempo, y como bien Ortúzar menciona, la política -atrévanse a decir que no es algo transversal- no se ha adaptado más que para cometer suicidios políticos con la juventud, puesto a que fallan y fallan cada vez que intentan verse con caras amigables. No necesitamos a un tipo de la vieja escuela que nos venga a ofrecer el maná sagrado a los jóvenes, ni necesitamos gente que pretenda ser dura, asumiendo la dolorosa tarea de decirnos la supuesta verdad, cuando tira las culpas de históricos problemas a un grupo determinado de personas.
Pero tampoco necesitamos gente que nos diga una verdad que podemos concebir por nuestra cuenta, porque -y este es el punto- no necesitamos gente, ya que deberíamos ser nosotros quienes generemos el cambio.
Muchos en Chile aún piensan en el Frente Amplio o Evopoli como solución a la alicaída credibilidad y representatividad. Pero han cometido un error garrafal al creer que un cambio concreto en ello, ha de necesitar un escaño. Jackson y Boric cuentan con orgullo las historias de amenazas y vapuleos en el Congreso, exponiendo sus triunfos como medallitas. Felipe Kast nos habla de un ideal de derecha liberal y nos llama a ser líderes porque todo lo que hacemos es político y cosas por el estilo. Todo muy lindo, pero no consideran que al integrar el sistema para vencerlo, se convierten en el sistema, sacando provecho de sus logros personales, dejando de lado las ideas de representatividad para asegurar puestos.
Y es que al buscar un escaño, instrumentalizan a la gente como búsqueda de aspiraciones personales o grupales, que no invitan a los demás a integrar el cambio, sino que a asegurar puestos. Los grupos millennials y touch rompieron con ese ideal. Saben bien que los eventos de la Guerra Fría fueron un fiasco y decidieron no formar parte de la carroña. Se centraron en su individualidad y dejaron la política.
La única manera en que aparentemente se recuperaría la participación, era con el recambio generacional. Como no agradó el recambio «suave», es con el duro, el que nos recuerda el miedo del autoritarismo o del neo-nacionalismo -como JAK o el MSP en nuestro caso-. Aparentemente esa era la solución, que nos recordaran el miedo para participar resignados. Y en eso aparece Greta Thunberg.
Thunberg logró un dominio argumentativo político mucho más conciso y establecido que el de muchos expertos en la materia. Y ella no es una ídola de masas, ni tampoco la activista de nuestro siglo. No, Greta es como cualquier otra joven de 16, disfruta de esto porque sabe que en su búsqueda hace lo correcto. Dejó el colegio para viajar por el mundo, sale en portadas y se levanta sabiendo que tiene un ideal que deja su consciencia tranquila y que es un afán justo para nuestra sociedad. No hay nada de especial en ella, es solo una joven.
Y eso despertó a los demás.
De a poco, como van surgiendo personas líderes de nuestra edad, la juventud está descubriendo que está viendo morir a los grandes de una era, para no volver a levantar otros en la nuestra, sino que serlos. Y eso les apesta a los políticos, que la solución a la desafección política de la juventud esté llegando de la juventud misma.
Debemos entender que el intento de frenar a personas jóvenes, tildándolas de soberbias, engreídas, o reforzando los estigmas en base a enfermedades psico-neurológicas o en la simple edad que se tiene, es un error, el verdadero suicidio político, pues en ello vemos la cara dura y cruel de nuestra política. Esa que no quiere entender que si no muere naturalmente, igualmente morirá o caerá por el propio peso del ego.
Ella solo es la primera de muchas más personas en el mundo. Personas jóvenes, provenientes de nuestras generaciones, que harán el verdadero recambio generacional que les violenta a las castas políticas actuales, que va en contra de lo que realmente ellos quieren o buscan.
Porque el peligro no es que la política actual pueda dañarla a ella. Es el que ella puede hacer a la política actual
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