El socialismo chileno cumple un ciclo. Con Salvador Allende se inició el proceso de renovación del socialismo chileno. La igualdad y la democracia son principios que unió en su ideario socialista. Y a partir del golpe de Estado (1973) comenzó la revisión. El marxismo-leninismo estuvo en el centro del cuestionamiento que el proceso de renovación del socialismo chileno comenzó a forjar. Acompañado de una descomposición orgánica expresada, más tarde, en la fractura del Partido Socialista de Chile (PS).
Ricardo Núñez , Jorge Arrate , Carlos Ominami (ex MIR ), Isabel Allende , Jaime Gazmuri , José Miguel Insulza (ambos ex MAPU ) y Marcelo Schilling entre muchos otros, impulsaron la renovación socialista. Sembraron, durante la dictadura, las bases del pacto entre socialistas y demócrata-cristianos, que en sus inicios era rechazado por dirigentes como Clodomiro Almeyda que privilegiaban una alianza con otros sectores cristianos y el mundo comunista. A pesar de la división, todos los socialistas concurrieron a apoyar al Demócrata Cristiano (DC), Patricio Aylwin en 1989. El éxito electoral de la Concertación de Partidos por la Democracia fue rotundo. Y sumado a la caída de la URSS, la fuerza de la renovación se acentuó. Sintetizando, finalmente, la totalidad del PS. Así fue como Gonzalo Martner (ex MIR, renovado y ex nueva izquierda ) fue electo por más del 80% en las elecciones del 2003. Una mayoría sin precedentes en el PS gracias al pacto entre el socialismo renovado y almeydista (encabezados por Camilo Escalona , Luis Maira y Mahmud Aleuy –ambos ex Izquierda Cristiana- y las escisiones que de ahí surgieron bajo el liderazgo de Pamela Pereira , Sady Melo -ex MAPU- y Julio Palestro ). Cuestión que hoy evidencia el absurdo político de las tendencias de hace dos décadas, y contribuye a poner en duda el surgimiento de un real recambio político en el socialismo. Constatando que desde la muerte de Allende hasta la derrota de enero del 2010, la victoria de la derecha marca el fin de un ciclo de 37 años del socialismo chileno. Puesto que, paulatinamente, el proyecto socialista se ha desnaturalizado de su binomio renovado: democracia-igualdad. Debilitando la hegemonía democratacristiana-socialistas centrada en la democracia a secas.
La “Estrella Polar” del socialismo (Bobbio) fue extinguiéndose en la Concertación. Conforme la división del socialismo chileno se mantuvo cristalizada en tres partidos (PS, PRSD y PPD ). La diferencia entre socialistas y liberales no ha dejado de diluirse. Puesto que durante estos últimos 20 años, la igualdad como concepto no ha encontrado la fuerza necesaria para progresar en la realidad chilena.
La Concertación representó un genuino movimiento democrático. Pero conforme la herida de la dictadura cicatriza, el socialismo no ha logrado priorizar la reivindicación igualitarista para la cual está naturalizado expandir. Las consignas de campaña de Lagos (“crecer con igualdad”) y Bachelet (protección desde la infancia a la vejez), no han logrado, hasta hoy, revertir los índices de desigualdad social, impertérritos desde la dictadura (diferencia de 35 veces entre el ingreso promedio del decil más rico y más pobre ). Así pues, sin embargo a los avances implementados, la Concertación fracasó en materia de equidad. No obstante las expectativas ciudadanas, la democracia tendió a permanecer hueca. Apagando la aspiración igualitaria de la ciudadana o ciudadano medio y trabajador, que en enero eligió mejorar su vida mediante el chorreo empresarial, puesto que la oferta de libertad mediante la igualdad no se concreta (la desigualdad no varía, la libertad no es igual para todos).
No es mentira que la torta de la economía de Chile creció vertiginosamente durante dos décadas. En términos absolutos, se multiplicó el ingreso y la riqueza para todos los estratos socio-económicos. Aumentó el poder de compra de los hogares y su capacidad de endeudamiento. E incrementaron las oportunidades de movilidad social en los 90’, a sabiendas que la pobreza alcanzaba cerca del 40% de la población chilena a principios de los gobiernos de la Concertación. Sin embargo, la distribución de la torta siguió siendo la misma. En términos relativos, la desigualdad entre los estratos socio-económicos tiende a ser la misma durante los últimos 50 años (con un leve retroceso entre los años 70’ y 73’ ). El pedazo de torta del 20% más rico de los chilenos se ha mantenido dominante sobre los demás quintiles (o sea el 80%), que se distribuyen menos del 45% del ingreso nacional. Porque más de la mitad de la torta está concentrada en una fracción de la población chilena. Entonces, el fin de la transición democrática simplemente fue porque Chile dejó de transitar hacia un modelo de democracia igualitaria.
La Concertación no logró transformarse en una fuerza política de equidad social. Hasta ahora, nuestros parlamentarios, gobiernos y partidos no pudieron establecer iguales libertades para las y los chilenos. Pues, no todos tienes las mismas oportunidades de educación, ni de salud, trabajo, cultura y esparcimiento. Reinando aun, libertades de primera, segunda, tercera e incluso cuarta clase. Y haciendo en consecuencia, de la Concertación, una alternativa democrática limitada. Sin un socialismo cohesionado eje de un nuevo pacto entre la izquierda y el centro, entre comunistas, socialista y demócrata-cristianos.
De ahí que el recambio de proyecto de sociedad del socialismo debe sacudirse de sus propios temores y moderaciones. Puesto que es inaceptable una democracia entre desiguales y un mundo socialista complaciente a la injusticia social. El proceso de revitalización del socialismo en Chile debe iniciarse.
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