El espaldarazo que les dará a sus ministros más cuestionados y el traspaso de su capital puede que tenga efectos negativos en su popularidad, pero de otra forma será difícil que la Nueva Mayoría logre cumplir con las expectativas de sus votantes.
Con un porcentaje de votación altísimo el 2013 la Nueva Mayoría -ex Concertación- logró ganar las elecciones y poner fin al corto paso de la centro derecha por el gobierno, que no tuvo la capacidad de posicionar a un candidato fuerte y convencer a la ciudadanía con las cifras positivas de su gobierno.
Encabezados por la incombustible imagen de Bachelet, quien nunca bajó su porcentaje de aprobación en las encuestas previas a la elección, la coalición Concertacionista cambió de nombre para renovar su desgastada imagen, dejó atrás todas las diferencias entre los miembros de los partidos que la integraban y formaron una Nueva Mayoría que se comprometió a realizar grandes reformas, apostando por la sintonía con los movimientos sociales.
A ocho meses de esa elección el panorama cambió. De la disciplina, cohesión y armonía lograda en período de campaña ya no queda mucho y la disputa por imponer posturas y visiones distintas a las grandes reformas, han provocado un rápido desgaste de las relaciones entre los partidos que conforman el conglomerado. No existe una ruta y estructura clara para sacar adelante pilares fundamentales del programa de gobierno, y el debate interno de la Nueva Mayoría ha confundido a los mismos votantes que confiaron en su discurso.
Las cifras arrojadas en las distintas encuestas demuestran que las reformas han perdido apoyo por parte de la ciudadanía, al igual que el gobierno de la Nueva Mayoría. Sin embargo, Bachelet ha mantenido una aprobación alta, donde prácticamente no ha bajado de un 50% lo que demuestra que su capital político está intacto. En este escenario, de baja popularidad del gobierno, la oposición no ha logrado tener un rol determinante y los partidos de la alianza no pueden atribuirse como un triunfo propio el rápido desencanto de la opinión pública con el actual gobierno, ya que la centro derecha aún no logra rearticularse bien luego de la dura derrota en las elecciones pasadas. Gran parte de la responsabilidad es sólo de la Nueva Mayoría, que en un momento de campaña electoral logró organizarse y llegar a acuerdos, pero ahora las disputas internas y zancadillas entre sus propios líderes nos muestran otra realidad llena de incompatibilidades y diferencias que eran predecibles en una coalición donde deben coexistir partidos con bases y principios tan distintos.
Llegó el momento en que Bachelet tendrá que arriesgar su capital político, salir a defender sus reformas y ordenar a sus parlamentarios y ministros. El cónclave de la semana pasada es la primera señal de que la mandataria sabe que el éxito de su coalición y las reformas dependen de ella. El espaldarazo que les dará a sus ministros más cuestionados y el traspaso de su capital puede que tenga efectos negativos en su popularidad, pero de otra forma será difícil que la Nueva Mayoría logre cumplir con las expectativas de sus votantes, consolidarse como coalición y obtener el mismo porcentaje del electorado que confió y votó por ellos en las elecciones pasadas. El 2017 Bachelet no estará para ayudar a su coalición.
Comentarios
15 de agosto
Si. Me gustó. Acertado su análisis.
Pero en realidad siempre las posibilidades de la derecha están en el grado de descontento con la izuierda, eso es una constante. A la mayoria parece que le gusta que exista la derecha no por ser adherentes sino como una opción de último castigo a sus retoños naturales.
Si, Bachelet ya es un caudillo pero igual necesita un apoyo sólido para el largo plazo y la supremacía de la nueva mayoria es mucho mas complicado de sostener.
Increible pero todavia funciona prometer reformas y tener preparadas muchas mas promesas de muchas mas reformas que iluminen otro rincon para distraer de las reformas que se van estrellando en la ineludible realidad, estos gallos siempre han sido todo un acierto en márketing. Pero en algun momento lo dejarán de comprar y caerán si no inventan otro truco y la derecha debe estar bien preparada para que el siguiente «ciclo de castigo» sea mas fructífero en el largo plazo.
Lo felicito Barceló, amaneció iluminado usted. Seguro algo tiene que ver con el ron Barceló.
Saludos
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15 de agosto
José Luis, muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo y saludos.
19 de agosto
El rápido desgaste de la Nueva Mayoría y de sus reformas se debe precisamente a que nunca recibió el espaldarazo político y electoral del que se habla en este artículo. De hecho, si consideramos el total de chilenos con derecho a voto y quienes efectivamente sufragaron tendríamos que decir que Bachelet fue elegida con no más del 25% de los mismos. En realidad, es de tal magnitud la falta de compromiso con el sistema político que hoy tenemos diputados, senadores, alcaldes y autoridades de todos los tipos que apenas sobrepasaron el 10% de los sufragios; incluso muchos de ellos ni siquiera alcanzaron los dos dígitos de apoyo.
No digo que los que se abstienen sean revolucionarios pero sí son personas, ciudadanos con derecho a elegir el rumbo posible de Chile también, que sin embargo no se sienten representados por los políticos que supimos conseguir, por esa derecha duopólica increíblemente deslegitimada y que está detrás de cada caso de corrupción y de negociados que puedan existir en nuestro país. No les interesa que el 60% de los trabajadores no ejerzan su derecho a voto, que les de lo mismo o que no lo hagan porque no quieren legitimar un sistema ilegal de origen, que heredamos de la dictadura, que se legaliza a través de la Constitución de 1980 y que luego es consolidado a través de la «democracia» en la medida de lo posible. No hablan sobre ello, no es necesario, porque en realidad es esa la manera en que funciona el neoliberalismo y su «democracia» de muy baja intensidad.
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19 de agosto
Efectivamente, hay un tema en la abstención que le quita fuerza a los números de Bachelet y su gobierno, el analfabetismo político es muy peligroso. Sin embargo, creo hay un tema que queda fuera en este análisis y que fue el de vestirse con ropajes ajenos para llegar a puerto, pues, no hay una real convicción de la NM en empujar las reformas presentadas.
Basta leer el programa de gobierno (cabe destacar que fue presentado en las postrimerías de la campaña) para darse cuenta que no había en ese entones, claridad ni convicción en lo que hoy defienden y desde ahí parte la indefinición en el trazado de estas reformas.
Saludos
19 de agosto
Alfredo, coincido contigo con que el porcentaje de participación fue bajo y que muchos no se sientes representados por los partidos políticos y tampoco por el programa de gobierno, pero
por lo mismo al final traté de enfocarme en el compromiso de la Nueva Mayoría con sus votantes. Es de esperar que la clase política logre realizar un trabajo que genere confianza en ese porcentaje de la población que no está dispuesto a entregarles su voto.
Un abrazo y saludos.
20 de agosto
Felipe Contardo: Concordamos plenamente. De hecho, si en verdad buscamos transformaciones que acaben de una buena vez con la herencia de la dictadura, con su neoliberalismo digo, la tarea fundamental en esta etapa de nuestra historia es denunciar que el gobierno de Bachelet no es de cambio sino parte de la continuidad. Por lo mismo, no son ni nuevos ni mayoría. Saludos.
20 de agosto
Nicolás Barceló: No te preocupes porque entendí bien cuál es el sentido de tu artículo, que en todo caso me pareció de muy buena calidad. De hecho, no comento artículos que me parezcan que no lo son. Simplemente hice hincapié en la abstención porque muchas veces es una variable que no se considera y en ese sentido me pareció importante recalcarlo. De todas maneras en lo personal no comparto el optimismo que muchos depositan en este gobierno. En realidad, creo que es la misma Concertación por la que alguna vez voté para luego arrepentirme. También te mando saludos y un abrazo.
20 de agosto
Un temazo lo de la representatividad porque es lo que le da gobernabilidad al país. No creo que sea tan perjudicial una alta abstención, además también la tienen las democracias mas estables del mundo. Lo malo viene al creer que si un millón de personas rechazan algo significa que hay un millón en pro de una opción definida y no es así. Muchos no votan por apatía a la política, otros todo lo contrario, es porque su opción política es mucho mas radical que las de la papeleta, y dentro de estos radicales hay muchas diferencias sustanciales también. Podemos encontrar fácilmente un millón que esté de acuerdo en botar la casa, pero poner de acuerdo a ese millón en otra casa es muy distinto. Entender esto de otra forma es origen mucha “mala leche” entre nosotros y hace al país menos gobernable.
Saludos