Cuando en Chile ocho familias son las dueñas del país, de todo el país, podríamos tener una joya de constitución pero difícilmente aplicarla democráticamente.
Cada vez que veo la política norteamericana, veo más a Chile. Leyendo a Michael Moore «Mike for President», hay capítulos completos que si el lector cambia los nombres y lugares, ¡es Chile! (no en vano copiamos el modelito norteamericano y toda nuestra élite político-empresarial estudió allí y sigue a pie juntillas todo su ethos). Porque el problema de la democracia va más allá de la cuestión jurídica de la Constitución (EE.UU. tiene una Constitución bastante ‘decente’), la cuestión clave (siguiendo a MacPherson) es que no hay democracias si no hay igualdad y la sola Constitución no siempre es suficiente para lograrlo. Cuando en Chile ocho familias son las dueñas del país, de todo el país, podríamos tener una joya de constitución pero difícilmente aplicarla democráticamente. Fíjense que en EE.UU. no hay binominal de derecho (cualquiera puede ir a cualquier cargo) pero de hecho, si usted no es demócrata o republicano, no existe. En la última elección que ganó Obama, hubo 17 candidatos a la Presidencia, ¿alguien los conocía? Yo tampoco lo creía, hasta que un amigo que votó allá me mandó un voto facsimilar.
A continuación, algunas frases del gordo Mike. Donde dice ‘demócratas’ usted lea ‘Concertación’, donde dice ‘republicanos’ usted lea ‘Alianza’, donde dice ‘Washington’, ‘Santiago’, y así sucesivamente:
“Desde hace bastantes años, casi todas las encuestas demuestran que en Estados Unidos la gente está en perfecta sintonía con los planteamientos del Partido Demócrata. La ciudadanía está a favor del medio ambiente y los derechos de las mujeres (entre ellos el de decidir sobre su propio cuerpo); y está en contra de la guerra y a favor de una subida del salario mínimo y un sistema de atención sanitaria público y universal. (…) Cabría pensar entonces que con más de doscientos millones de votantes en el censo, los demócratas tendrían que arrasar elección tras elección, pero está claro que no lo hacen”.
“El índice de popularidad del Congreso descendió por debajo del que tenía el propio Bush”.
“Aunque fuera por una sola vez, ¿no les gustaría votar A FAVOR de un candidato y no EN CONTRA de otro”.
“Los demócratas han tenido casi dos años (4) para suspender la financiación de la guerra, y no lo han hecho. Han tenido casi dos años para impedir que las compañías petroleras siguieran estafándonos y tampoco lo han hecho. Se excusan diciendo: “¡Es que cualquier cosa que hagamos nos la veta papá!”
“En la política norteamericana tienes lo que compras”.
“¿Se ha preguntado alguna vez por qué a nuestros legisladores les asusta tanto aprobar cualquier ley que suponga un mínimo control del uso de armas? No es por causa de gentes como usted o como yo, capaces de cobrarnos un ciervo, una ardilla o un pavo sin necesidad de usar municiones perforadoras o un rifle de asalto semiautomático. No, la razón es que la Asociación Nacional del Rifle, junto a otras organizaciones parecidas y especialmente encariñadas con las armas, han entregado más de diecisiete millones de dólares a los legisladores federales en los últimos años, una cantidad que en su gran mayoría ha ido a parar a los bolsillos de los republicanos…”
“En la mayoría de las elecciones, el 97% de los miembros de la Cámara de Representantes que se presentan a la reelección vuelven a Washington. Ello significa un índice de reelección superior al que se daba en el antiguo Politburó soviético, donde sólo el 91% de los camaradas que lo integraban repetían en el cargo tras cada proceso electoral”.
Bueno, es suficiente de citas. Lo que les quiero decir es que el modelito norteamericano que copiamos (al cuete, por supuesto, porque nuestra oligarquía criolla ni siquiera tiene un sentido estético de la política) va para rato. Desmontar la maquinaria vertical del poder y horizontalizarlo, va más allá de la Constitución y los binominalismos. Es tarea -probablemente- de generaciones.
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Foto: Wikimedia Commons
Comentarios
22 de mayo
Excelente, somos una mala copia para variar
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