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El nuevo elector chileno y sus motivaciones tras el voto

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Los factores que pudieran explicar la derrota de la Concertación y el actual gobierno de Sebastián Piñera, se deben observar en cuestiones de corto, mediano y largo plazo.

Entre los de corto plazo están la presencia de ME-O, la competencia centrífuga entre Frei y ME-O, el pacto electoral con de parlamentarias con el PC, que no rindió frutos electorales y, finalmente,  la instalación del concepto del cambio esgrimido por Piñera y ME-O, que concitó un apoyo cercano al 65% de los electores en primera vuelta.

En los factores de mediano plazo destaca el hecho de que en la Municipal de 2008 la Concertación perdió la mayoría en la elección de Alcaldes; se presentó dividida en dos listas de concejales; tuvo una fuga muy relevante de militantes que presentaron candidaturas exitosas a Alcaldes; perdió la elección de Alcaldes en todas las capitales regionales del País y enfrentó a una Alianza que se presentó como un pacto coherente y ordenado.

Finalmente, en las de largo plazo, destaca la desafección constante de simpatías hacia la Concertación, que no tiene un correlato nítido con la adhesión hacia la Alianza, sino con la opción de no adherir a ningún pacto político. Esta pérdida dramática de adhesión sólo se explica por la caída de la DC que presenta la curva descendente mas importante en el sistema de partidos en Chile entre los años 1991 y 2009. Junto con ello, está el debilitamiento de las determinantes clásicas de la conducta electoral (los clivajes generativos del sistema de partidos) que están íntimamente relacionadas con la separación clásica de derecha-centro-izquierda. La elección presidencial y parlamentaria muestra que ellos están activos en ciertos niveles, ya que existe un grueso de electores que aun determina su conducta electoral de acuerdo con cuestiones como la socialización (clivaje de clase, religioso) y la identificación partidaria; esta última, medida por los niveles de adhesión a partidos o coaliciones.

Es evidente que en la medida que ha pasado el tiempo estas determinantes se han debilitado, lo que ha permitido que partidos como la UDI hayan sido capaces de penetrar en sectores urbanos pobres, o que Piñera tenga un rendimiento transversal según la religiosidad, siendo él declaradamente católico y teniendo en su coalición a un partido como la UDI.

Respecto del clivaje dictadura-democracia, que la campaña de Frei activó en la segunda vuelta electoral y que le rindió frutos a la concertación durante 20 años, no fue suficiente.  Ello estaría indicando la emergencia de conductas electorales más libres, asociadas a cuestiones de corto plazo, y que serían mucho más permeables al marketing electoral. Esto es lo que permite a un sector del electorado que antes votaba por una coalición, impúdicamente cruzar la vereda e instalarse en la coalición contraria.

Todo lo anterior implica que las opciones de retornar al poder para la Concertación versión 2009 son escasas, ya que el uso como carta de triunfo de la fidelidad del electorado a cuestiones ancladas en conductas electorales clásicas y especialmente al clivaje dictadura-democracia ya no alcanza. Esto es así debido a que las opciones de un grupo importante de electores están siendo progresivamente más volátiles y enfrentan su decisión a cuestiones de corto plazo que posiblemente estén mediados por los niveles de renta que le produce tal o cual candidatura. En la elección presidencial pasada, el grueso de estos electores se ubicó en sectores medios urbanos; es un grupo consumista de TV y alejado de la política y los partidos.

Con todo, la clave para la Concertación versión 2010 pasa por el fortalecimiento de la DC, dado que la caída sistemática de este partido explica la caída de la Concertación. La tarea no es simple, pero en política tres años son una eternidad.

*Ver cuadros y estudio completo de Claudio Díaz en documento adjunto

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