La tragedia de Japón tiene los ojos del mundo puestos en las consecuencias graves de la central nuclear. El gobierno chileno aprovecha de hacer gala de un despliegue exagerado de alerta para subir sus bonos en la bolsa de popularidad del país, que tiene al Presidente Piñera a la baja.
Nos encontramos con un triste circo romano para mantener a la gente pillada al televisor, la cortina de humo perfecta para hacer la finta a los importantes temas que debe abordar el país. Entre ellos sin duda el pacto nacional sobre la energía, que parece ser una cuestión de técnicos, cuando es un tema político en toda regla.
La oposición en su torcida forma de ver el mundo saca cuentas alegres -como titulares de un capital político heredado claramente devaluado – se preocupa de frotarse las manos esperando la devolución del poder con los errores que el gobierno de la coalición por el cambio parece cometer día con día. La pobre capacidad de poner ideas en la mesa, defenderlas y convocar a la ciudadanía a que sea parte es algo no existe y queda patente a lo largo del último año.
Parece necesario un recambio generacional en la clase política chilena que de un impulso, un viraje necesario hacia una izquierda progresista y verde. Aunque el recambio no sólo es necesario en los partidos políticos, ésto sería insuficiente, también es importante dar impulso a los sindicatos, los gremios, las asociaciones empresariales, las organizaciones sociales, las juntas de vecinos. La perpetuación en la política – la preocupación de los asuntos públicos – no es sólo de las organizaciones partidarias, también lo son de todo el tejido social que participa e influye en las decisiones de esas cuestiones públicas, en ese contexto se hace necesario un recambio, ya que es común ver que tanto dirigentes gremiales como diputados se clavan a sus asientos durante años, incluso décadas. Todo ello demuestra que existe un cáncer extendido de nuestra democracia que debe ser extirpado.
Pero con reclamar éste espacio no basta, las cosas no se heredan, no se piden, el poder se conquista y ese es un proceso que requiere compromiso, convicción y mucho trabajo. La generación que tiene el futuro en sus manos debe hacerse cargo de dicha necesidad y conquistar el poder, de ello depende que los cambios profundos de la sociedad chilena comiencen a gestarse, de lo contrario, seguiremos reproduciendo un sistema desgastado, viejo y sin capacidad de ofrecer otro Chile.
Ese trabajo es tarea colectiva, debemos dejar de refugiarnos en mesías prometidos, en que llegará el que nos salve de la derecha porque la bolita mágica de las encuestas así lo predice. Sería continuar reproduciendo la desigualdad política y social que nos enferma.
Foto: Ferruiz / Licencia CC
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