Ha llegado un nuevo 11 de septiembre. Como es tradición, socialistas y miembros de la izquierda democrática conmemoramos en reflexión y unidad, la caída del primer presidente en el mundo que, albergando los principios del socialismo, llegó a las urnas mediante el voto popular.
La primavera de un socialismo a la chilena, con empanadas y vino tinto, al calor de la fraternidad y solidaridad popular, se disolvían en la profunda tormenta que la dictadura más sangrienta de américa latina, destruía con su represión y muerte, el alma y sueños de miles de compatriotas, arrasando con un conjunto de vidas, sueños e ilusiones, que el programa de la Unidad Popular encarnaba en miles de chilenos y chilenas.
Mucho ya se ha escrito acerca de nuestro «Compañero Presidente». La historia se ha encargado de reconstruir las causas que nos enfrentaron a tan lamentable suceso, con el objeto de aprender del pasado. Así también ésta se ha encargado de juzgar a aquellos que vieron en estos hechos la excusa para violar los derechos humanos de miles de compañeras y compañeros.
En primer lugar, ratifica el valor del profundo espíritu republicano de un presidente que fue capaz de entregar su vida para defender las instituciones democráticas en todo su esplendor. Salvador Allende es la expresión de las más amplias expresiones intelectuales, políticas e ideológicas de la izquierda, puestas en función de satisfacer las necesidades populares.
En base a estas circunstancias es importante preguntarse después de 41 años ¿qué valor tiene el legado de Salvador Allende en la actualidad?
En primer lugar, ratifica el valor del profundo espíritu republicano de un presidente que fue capaz de entregar su vida para defender las instituciones democráticas en todo su esplendor. Salvador Allende es la expresión de las más amplias expresiones intelectuales, políticas e ideológicas de la izquierda, puestas en función de satisfacer las necesidades populares.
Un segundo valor es el de un Allende revolucionario, que fue capaz de llevar a cabo un conjunto de acciones puestas a disposición de mejorar las condiciones de vida de miles de trabajadores en nuestro país. El desarrollo de una profunda reforma educativa, estructurada de acuerdo a criterios igualitarios y equitativos expresadas en la ENU ; la democratización de la cultura, vertida en la creación de la editorial Quimantú en 1971; y la política del medio litro de leche para miles de niños y niñas, son sólo algunos ejemplos que nos demuestran que en Allende la revolución no es consigna. Es transformación y cambio con perspectiva de futuro.
Finalmente un tercer valor: el de un presidente que permitió a miles de chilenos y chilenas, la oportunidad de soñar: desarrollar un socialismo democrático era posible.
Por tanto, Allende es la expresión misma de que la relación entre idealismo y pragmatismo, reformismo y revolución, realismo y utopías, son perfectamente dialogantes, constituyendo el encuentro dialéctico para lograr los objetivos trazados. Nos enseña que detrás de cada acto, hay un espíritu y motivación.
¿Hemos sido capaces como izquierda de comprender el legado del Compañero Presidente ?
La transición democrática y la post-dictadura configuraron dos izquierdas: una funcional a la democracia estrecha e insuficiente que la dictadura configuró a sangre y fuego, caracterizada por su autocomplacencia y escaso nivel de autocrítica; y otra profundamente crítica del proceso, pero con escaso nivel de influencia y coordinación en el lugar en que se toman las decisiones .
Por ello, este 11 de septiembre nos invita a creer en la utopía que caracterizó el programa de la UP . Que es posible construir un futuro común en base a un cambio revolucionario y profundamente democrático. Pero para ello es importante dialogar, mirarnos las caras, sacarnos los prejuicios e incluirnos en este amplio crisol que permita que la izquierda siga existiendo, para fundirnos en nuestros sueños y pensar como seres humanos que creen en «que más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir un mañana mejor».
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Foto: Alejandro Lavken
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Fernando Morales Escobar
Allende nos dejó un legado de dignidad y consecuencia, una ruta a seguir, el socialismo, somos nosotros los que debemos seguir su ejemplo de principios y valores intransables. Allende está presente en las batallas de hoy…
El sueño de Allende es el pasado que ilumina nuestro futuro, el marxista que ilumino la estrella y que puso a Chile y a su pueblo de pie.