El jaguar chileno convertido en laucha

Estábamos tan orgullosos con nuestro andar. Éramos una  democracia sólida donde las instituciones funcionaban, la economía era capaz de resistir cualquier embate del mercado, nuestros índices macroeconómicos eran respetados mundialmente y permitían reconocimiento en todas y en cada una de áreas de actividad; hasta satélite teníamos. Habíamos logrado cobertura nacional en salud, en educación, en infraestructura y en comunicaciones; nuestra gente estaba reinserta en el concierto mundial y participábamos activamente en la comunidad diplomática. ¡Éramos casi felices!

Tanta “alegría” hizo que la Concertación perdiera el rumbo político y dejó que los medios comandaran las elecciones presidenciales. En vez de exaltar lo logrado y buscar una reelección, se dio espacio para las figuras marketeras, y el candidato oficialista era el menos indicado para ese formato. Se perdió el poder y, en buena lid, la derecha logró el control del gobierno.

Hay cambio en el equipo: se instala una nueva manera de gobernar. Los tradicionales funcionarios públicos son reemplazados por elegantes caballeros de larga alcurnia, gente linda muy sacrificada, que ha abandonado su tranquilo pasar en el mundo empresarial y asume por la patria distintos roles por un 20% de sus rentas tradicionales. El staff de “la chile” es reemplazado por “el de la católica”; nuevas caras más limpias y relajadas, que necesitan vacaciones al corto andar para recomponer todo lo trabajado, ya que en 20 días han logrado los que otros hicieron en 20 años.

Siguiendo la consigna del desalojo del gobierno de derecha, Chile ha pasado de jaguar a laucha; hoy todo está mal y todo tiene que ser rediseñado. A partir de esta premisa, el nuevo gobierno desmantela toda iniciativa del proceso anterior, se comienza una acuciosa auditoria al Estado pero sin declarar un propósito real de tan febril no actividad. Naturalmente, toda esta fiscalización va acompañada de la tradicional parafernalia periodística pero, como siempre, una vez aclarada la eventual irregularidad, ésta no tiene mayor cobertura.

La anterior administración es denostada con una crueldad inusitada: nadie se salva. Los políticos oficialistas no entienden mucho qué está ocurriendo se ven obligados a apoyar la pasada gestión, pero sus declaraciones son absolutamente disonantes, total inconsecuencia e incongruencia atroz. La Concertación no existe, MEO la destruyo, se estará componiendo en alguna parte y la Presidenta de todos anda de paseo por el mundo recibiendo elogios sin dar importancia a la degollina local.

Por omisión, la Contraloría se asocia al Gobierno y avala todo el show,  los tribunales son cuento aparte y nosotros, ciudadanos, observamos cómo día a día disminuye el ego nacional. La encuesta CASEN se entrega a cuentagotas y va acompañada con una interpretación ad-hoc a la política del desalojo. La sangría es eterna y dolorosa. No hay reconocimiento alguno a la cobertura ya que debió hacerse de otra manera, con mayor calidad. Ante las necesidades de un desastroso terremoto y tanta “excelencia”, nadie se atreve a decir nada: hasta la ANEF ve calladita cómo desmantelan sus cuadros. Se incorporan conceptos de eficiencia y eficacia y se reasignan los recursos para hacer el cambio. Se han reducido los presupuestos regionales, se limitan las partidas en áreas cricas como salud y educación, y el poder ha vuelto a palacio. Ahora hay que hablar con el Presidente.

En este oscuro escenario, el jaguar chileno comienza a descubrir su nueva condición de laucha;  debe acomodarse a la nueva realidad burguesa del siglo pasado, debe volver a trabajar para el patrón, pagando altos costos y ahora nadie podrá ayudarlo. Comienza la resistencia digital underground, esperando con impaciencia que estos cuatro años pasen rápidamente.

Del locuaz "Roscapumpa" nada se sabe, aparentemente full dedicado al progresismo, no aparece ni en sus peliculas. !!

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Foto: andresmoschini / Licencia CC