A diferencia de la DC, los comunistas nunca se ha plegado a una dictadura en Chile. No han sido participes ni han avalado regímenes tiranos en pro de un bien superior hecho a la medida de una élite como los democratacristianos -salvo unos pocos- casi en su plenitud lo hizo avalando en su comienzo una de las catástrofes políticas más dolorosas de nuestra historia reciente.
Gutenberg Martinez apareció nuevamente en las planas de los periódicos tras el triunfo de Bachelet. El clásico fáctico de la DC, empapado de la típica prudencia cercana al mundo reaccionario en cubierto, dijo que el Partido Comunista, antes de siquiera se le ocurriera participar del gobierno de la Nueva Mayoría, debía dejar en claro su amor por regímenes dictatoriales como Cuba y otros sumamente autoritarios como Venezuela.
Es cierto. Cuba y Venezuela no son el ejemplo claro de democracia en América latina. Sino todo lo contrario. Estos regímenes vetustos que nos recuerdan una forma que muchos entendimos que no resultó, son el lado oscuro de un sector. Una parte de la izquierda que -siento yo- no está comprendiendo desde hace bastante tiempo que esas instituciones burguesas que decía criticar el marxismo más puro son un buen instrumento, una vez que éstas funcionan en pro de una democracia más representativa, más republicana y respetuosa de los derechos.
A diferencia de esos países, acá en Chile, el Partido Comunista esto lo entiende desde los tiempos de González Videla. Su espíritu democrático-salvo por las lamentables circunstancias de la dictadura en las que una facción decidió implementar la lucha armada- no se ha visto quebrado ni si quiera por las persecuciones ni las expulsiones del régimen electoral como las vividas durante la Transición.
A diferencia de la DC, los comunistas nunca se ha plegado a una dictadura en Chile. No han sido participes ni han avalado regímenes tiranos en pro de un bien superior hecho a la medida de una élite como los democratacristianos -salvo unos pocos- casi en su plenitud lo hizo avalando en su comienzo una de las catástrofes políticas más dolorosas de nuestra historia reciente.
Si bien es sumamente necesario que el PC tenga una opinión clara sobre la vulneración de los derechos en los regímenes venezolanos y cubanos, también es importante que leamos la historia entera y sepamos quién es quién en la política nacional. Pero sobre todo si lo que se condena es el régimen dictatorial que caracteriza a los países mencionados, o si es más bien un problema económico el que motiva las condenas y el constante examen de conciencia que se le hace al partido de Guillermo Teillier.
Es bueno que se sincere el debate y los comunistas sean lo sumamente valientes para reconocer que lo suyo con los hermanos Castro es más bien algo de lealtad. Que muchos, luego de ser expulsados de Chile, fueron a parar a Cuba y fueron ayudados por el régimen. Pero también es necesario que quienes, al igual que el “Gute”, rasgan vestiduras con respecto a unas dictaduras y sus procedimientos, reconozcan que estos arranques de moralidad y ética no aparecen cuando existen dictadores que ayudan a un cierto proceso económico liberal o se convierten en socios comerciales.
Pinochet y China -terrible tiranía comunista que se abrió al libre mercado- son un ejemplo claro. Nadie, a diferencia de lo que pasa con Corea del Norte, se fija en China. Nadie habla de las persistentes violaciones a los derechos humanos en ese país, pero sí de del pequeño dictador del norte de Corea. Y todo esto no porque les conmueva la atroz vulneración de libertad que sucede en ese país, sino porque no son parte de un mercado, de una economía que rige hasta la concepción de lo bueno y lo malo. Por lo mismo es preciso que, de una vez por todas, se condene la falta de democracia por eso, por carecer de libertades, por jugar con la libertad de sus ciudadanos y no por el sistema económico que tiene. Y eso debe suceder en todos lados. No se debe relativizar lo democrático, los derechos civiles ni represión de las personas en pro de un sistema económico en particular.
Y esto también cuenta para quienes ven en la apartada isla de Fidel un sistema económico poco entreguista y “consecuente”, y olvidan que son ya casi sesenta años en los que no se puede elegir realmente alternativas electorales. Y que existe una especie de monarquía que ya parece del peor fascismo existente.
La democracia, tanto política como económica -entendiendo un sistema económico que garantice los derechos de los ciudadanos y no los trance- debe ser aplicada en todo momento y en toda instancia, no para fortalecer solamente algunos intereses capitalistas sobre ideologizados, ni de ninguna otra índole.
Por lo mismo es importante que personas como el marido de Soledad Alvear no colaboren con esta ideologización que, sin duda, no cuestiona valores éticos sino que contribuye con un neoliberalismo dogmático que pone como centro la economía. Su economía.
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Comentarios
20 de diciembre
en chile no existe el comunismo, dejen de payasear.. porque tanto miedo que la gente reclame por lo que es justo? si eso es comunismo entonces soy comunista. payasos politicos que se creen los duenos del pais. cortenla, y sean mas justos con su pueblo.
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