Un país engañado en el seno de sus valores republicanos, vulnerado y atomizado. Ciudadanos que desconfían de sus instituciones, credos, partidos y por qué no decirlo, de sus propios vecinos. Apatía e indignación los sentimientos de temporada y el reduccionismo crítico como folclore.
Si nos preguntamos cómo llegamos a esto, los dardos apuntan a distintos blancos, un país resquebrajado, con una democracia endeble. Un sistema económico asfixiante, que vulnera y oprime, partidos viciados y sin liderazgos ni cánones éticos estrictos. Y así ,una serie de elementos que configuran el complejo escenario actual y que suponen desafíos, a esta juventud, que espera devolver a Chile una democracia sólida, cuna de una ciudadanía partícipe de la construcción de sus propias aspiraciones.El éxito de Izquierda Autónoma y Revolución Democrática en sus respectivas tareas, son también el éxito de la izquierda en Chile y por tanto el nuestro, así como el sacar adelante las necesarias reformas que hoy tenemos por misión, son también el éxito de todos.
Tarea compleja y de largo aliento que las distintas orgánicas, exponentes de la izquierda, han entendido de diferentes formas y con una puesta en escena, hasta el momento, dubitativa. Todo un espectáculo en esta ciencia de lo político que no tiene recetarios ni precedentes de como avanzar en una institucionalidad resquebrajada.
Lo de Revolución Democrática e Izquierda Autónoma durante estos últimos días es interesante, una RD que saca a algunos de sus estandartes del gobierno para avocarse a su consolidación como partido y por otro lado, una Izquierda Autónoma, o parte de ella, abriendo el diálogo que permitirá contribuir al perfeccionamiento de las futuras reformas que se impulsarán desde el ejecutivo. Ambas situaciones, aún distintas, en esencia son muy similares y apuntan a una maduración de su planteamiento de izquierda y a la que los socialistas debemos estar atentos y dispuestos a la construcción conjunta.
Es esta maduración, de todos los partidos políticos y agrupaciones de izquierda y centro izquierda, la que oxigenará la política, esta tarea de entendimiento la que agrupará las mayorías y la legitimidad ciudadana necesaria. Desde luego no será hoy ni mañana, podrá ser en diez o veinte años más (ojalá menos), pero a mi entender es este el camino y nuestra orgánica debe prepararse para agrupar, en un nuevo referente, a todos aquellos que crean en una forma distinta de hacer política, que apunte a nuevos objetivos, con una democracia mucho más participativa, con ciudadanos empoderados en sus organizaciones vecinales, sindicales y gremiales y sobre todo, con instituciones transparentes y cuya ética no se ponga en cuestión.
En la línea de lo anterior, las críticas que han surgido, fundamentalmente por la forma en la que se dieron estas situaciones, son naturales. No obstante no hay que perderse, el éxito de Izquierda Autónoma y Revolución Democrática en sus respectivas tareas, son también el éxito de la izquierda en Chile y por tanto el nuestro, así como el sacar adelante las necesarias reformas que hoy tenemos por misión, son también el éxito de todos.
Entre antes todos lo entendamos, mejor.
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