El gobierno ha dado a conocer los resultados de la encuesta CASEN 2015 con foco en la población indígena. Los datos son en muchos sentidos positivos, uno muy importante es que el aumento de la población que se autodefine como indígena se consolida en una cifra cercana al 9% de a población, lo que implica seguramente una mayor valoración de las raíces de las personas con descendencia indígena, probablemente como consecuencia de una menor discriminación social hacia los pueblos originarios.
Aunque las brechas entre población indígena y no indígena son altas en muchas esferas, parece que tienden a disminuir o, al menos no siguen creciendo. Con todo, la necesidad de continuar trabajando en ampliar las libertades, oportunidades y acceso a derechos de la población indígena, es una tarea en desarrollo que requiere la atención de todos y, el liderazgo del estado.
La información entregada por el Ministerio de Desarrollo Social muestra como de manera consistente la población indígena cierra brechas y, en algunos casos supera a la población no indígena. Por ejemplo, en la tasa de asistencia neta a educación básica y educación media, en la primera, el grupo indígena incrementa la tasa en medio punto porcentual entre 2011 y 2015, superando la tasa de asistencia de la población no indígena en 1 punto porcentual. En tanto, la tasa para educación media en la población indígena se incrementa en 4,6 puntos porcentuales en el mismo período, superando en 1,3 puntos porcentuales la tasa que presenta la población no indígena en el 2015. Finalmente, en la tasa de asistencia neta a educación superior, aunque en el 2015 existe una brecha de 6,8 puntos porcentuales a favor de la población no indígena (38,1 versus 31,3), la velocidad de crecimiento de la participación de la población indígena es sorprendente, pasando de un 24,6% a un 31,3% en cuatro años, es decir un crecimiento anual de 1,8 puntos porcentuales, a diferencia de la población no indígena que lo hace sólo a 1 punto porcentual por año. Las políticas de cobertura y de incentivo al enrolamiento en los diferentes niveles de la educación están dando frutos. Solo queda mantenerlas, ampliarlas y mejorar calidad.Pensar en un desarrollo territorialmente equilibrado, que permita el ejercicio y la ampliación de las libertades de las personas, reconociendo sus derechos y su historia sin duda será más complejo y desafiante.
La información entregada por el Ministerio nos da pistas sobre cambios estructurales en la población indígena, que nos imponen un escenario nuevo sobre el cual hay que tomar atención. Por ejemplo, los resultados de esta expansión de las oportunidades educacionales desafían las políticas públicas, pero también desafían la política, la economía, la forma como las grandes empresas privadas intervienen los territorios, las religiones y, en último término de las instituciones que rigen las relaciones entre las poblaciones indígenas y no indígenas. Pensar en un desarrollo territorialmente equilibrado, que permita el ejercicio y la ampliación de las libertades de las personas, reconociendo sus derechos y su historia sin duda será más complejo y desafiante.
Los ciudadanos y los pueblos están incrementando su educación y con ello la conciencia de sus derechos. La existencia de brechas será inaceptable para una sociedad más educada, la expansión de industrias que crecen sin atención a los efectos que generan en los territorios y en sus comunidades, simplemente ya no será posible; suponer que las relaciones entre diferentes pueblos y culturas solo pueden ser mediadas por el mercado también será un imposible. Simplemente al otro lado, los interlocutores de los pueblos indígenas ya no serán fácilmente engañados con cuencas de vidrio, serán ingenieros, abogados, profesores, médicos, agrónomos, trabajadores sociales, literatos, artistas, periodistas, economistas, astrónomos, sociólogos, biólogos, historiadores, técnicos especializados, etc., que junto a sus tradiciones y sus autoridades tradicionales sabrán conquistar y defender sus derechos sociales y políticos. Tal vez la maldición de malinche comienza a llegar a su fin.
Por: Eduardo Ramírez
Investigador de Rimisp – Centro Latinoamericano de Desarrollo Rural
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