Las necesidades de la gente se cubren con realidades, no con cuentos, pero el gobierno de Piñera insiste basar su propaganda en falacias, doblemente peligrosas, al entrar de lleno en temas esenciales como educación, salud, previsión o seguridad ciudadana. Caminar sobre la mentira es hacerlo sobre un cenagal de arenas movedizas, ignorando que el construir una estructura de vida sobre ese suelo conduce al fracaso. Es conducirse con el GPS o la brújula averiados y toparse con una verdad indeseada. Y, por encima de todo, de engañar a quien sea por lograr los objetivos personales del 1% de la élite mercantil que tiene prisa en ahondar las distancias de ingresos con el 99% del resto de la población.
Es lo que se pretende con la “modernización tributaria”, a través de la integración total del sistema tributario, al disminuir la carga impositiva a las grandes empresas con la consiguiente pérdidas fiscales de entre 800 y 850 mil millones de dólares, lo que agudiza aún más la inequidad tributaria y las desigualdades, y a la vez no aumenta la eficiencia económica. En cuanto a la reforma de pensiones, el objetivo es consolidar el sistema de AFP que tiene una evaluación ciudadana negativa (65%, según la encuesta Mori Cerc). Dichas propuestas deberían ser confrontadas en forma unida por las distintas “oposiciones”.
A pesar del creciente consenso acerca de la necesidad de una distribución justa de la riqueza, la derecha considera que el foco de atención no ha de estar necesariamente en una reducción tajante de la desigualdad, sino en asegurar que las rentas del capital, las cuales pagan actualmente tasas efectivas inferiores a las del ingreso del trabajo, disminuyan aún más. Obvian de esta manera la creciente evidencia acumulada acerca de las consecuencias de la desigualdad económica, que ha demostrado tener efectos importantes en las tasas de criminalidad, en los niveles de participación política, en la cohesión social, o incluso, en el crecimiento económico.
La apuesta política por privatizar la gestión de salud, la previsión y la educación no obedece a un principio de economía sino a principios ideológicos, que no dejan de ser intereses particulares para su propio beneficio en detrimento de la ciudadanía. Se está desviando dinero público a instituciones privadas y, además, se está ratificando que el descuido de la salud y educación pública comporta una mercantilización de estos servicios y bienes básicos que deberían ser públicos, universales y gratuitos. Decía Nelson Mandela que la democracia es cuando un hijo de un minero puede llegar a ser presidente. El mecanismo para que eso se logre es la Educación pública.
Para Piñera, experto en artilugios, la política sin espectáculo no es política. Esta lógica ha llegado a unos niveles en los que el qué se dice y el cómo se dice son mucho más importantes que las acciones políticas en sí mismas. El discurso y las puestas en escena lo son todo, el espectáculo se convierte así en la política misma; la sustituye. Es el caso de la iniciativa “clase media protegida”, dada a conocer con una gran fanfarria comunicacional y que consiste en agrupar en un sitio web 70 planes ya existentes, junto con proyectos de ley que recién han sido enviados al Parlamento.
Pero no ha sido solo la parafernalia que ha caracterizado al Presidente. A un jefe de Gobierno hay que juzgarlo en función de sus propias promesas. Su consigna de “Los Tiempos Mejores” no han tenido un correlato con la vida real de los ciudadanos comunes: la precariedad cotidiana se incrementa, el abuso a los consumidores y la alta concentración de la riqueza y las desigualdades, en vez de decrecer, aumentan. El 48% de la clase media dice tener dificultades para llegar a fin de mes, mientras el 15% declara tener grandes dificultades (Mori Cerc).
Las promesas de mejor salud, pensiones, educación, tener un mayor crecimiento económico y mayor seguridad ciudadana no están siendo percibidas por la ciudadanía. Los “Tiempos mejores”, más bien, se han focalizados a favorecer una ínfima minoría del sector más acaudalado del país.
El discurso y las puestas en escena lo son todo, el espectáculo se convierte así en la política misma; la sustituye. Es el caso de la iniciativa “clase media protegida”, dada a conocer con una gran fanfarria comunicacional y que consiste en agrupar en un sitio web 70 planes ya existentes
El gobierno no ha reconocido todavía que la integración de sus hijos, acompañados por sus socios José Tomás Daire y Juan Turner, en la gira presidencial a China -donde participaron en reuniones de alto nivel con dirigentes y empresas chinas tecnológicas para beneficiarse con sus negocios en dicha área (Hopin Chile Spa)- es un hecho altamente inadecuado e incompatible desde una óptica ética y los conflictos de interés involucrados. El seguir justificando con un dictamen de Contraloría que señala que dicha materia no está reglamentada, es no entender que ahora los estándares éticos exigibles a las acciones del Presidente y sus familiares durante una gira al extranjero son mucho más escrupulosos y severos, los cuales no requieren estar reglamentados para ser de sentido común. Pensar lo contrario, supone añadir soberbia a la ceguera.
Eso es perceptible en los reiterados conflictos de interés que están sobrepasando a este gobierno, con contratos sin licitación pública a familiares de ministros en ministerios y servicios públicos o privilegios inmerecidos a los hijos del Presidente
Los escándalos de las instituciones se han multiplicado en este período, particularmente en Carabineros, el Ejército y ahora en el INE con las cuestionadas cifras del desempleo y la manipulación en el IPC. Lo sucedido con el Instituto Nacional de Estadísticas es grave, considerando la cantidad de intereses económicos que están indexados a la estimación de la inflación y que utiliza la Unidad de Fomento UF) como instrumento de reajustabilidad de un sin número de operaciones, desde un simple contrato de arriendo a un crédito bancario a personas naturales o corporativas.
La gestión de Piñera, será recordada por generar un clima de confrontación política en el que términos como «antipatriota» y «obstruccionista» se convirtieron en comunes y corrientes. A pesar de su compulsión a la demagogia y ridículos clichés vacíos sobre “a la delincuencia se le acabo el recreo”, no tiene ningún plan serio para terminar con el flagelo de la delincuencia y el narcotráfico. Su Gobierno, en definitiva, ha estado marcado por el engaño y la deshonestidad.
En este contexto, el “efecto halo” que disfrutó Piñera por algún tiempo se está evaporando y los tiempos de desgaste se están haciendo presentes. Su legado será que, ante todo, promovió e impulsó una ideología que pone la voracidad de los mercados por delante de las necesidades y aspiraciones humanas.
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad