¿Qué lugar puede tener aquel individuo que se declara cristiano protestante en el mundo de la izquierda? ¿Se puede ser, en estricto rigor, evangélico y de izquierda? Los protestantes han ido en aumento y son, en teoría, una potencial fuerza electoral. En el mundo de la política no se puede desconocer una institución como la protestante. Evguenia Fediakova, en su trabajo sobre los evangélicos, habla de una mayor participación política desde el fin del régimen político civil-militar.
No pretendo escribir desde la empírea, sino más bien en reflexionar, en hacer este ejercicio de responderme estas preguntas, que inician esta columna, que me inquietan – esperando que también inquiete a otros y otras -. Tampoco es nuevo hablar sobre este dilema. Es más, hasta puede parecer de perogrullo. Empero, considero oportuno escribir desde el pensamiento cristiano protestante y de izquierda. Un amalgama que a simple vista pareciere extraño, pero que no es más que un reforzamiento sobre el compromiso para intentar mejorar la sociedad. Es una columna introductoria que espero, más adelante, complementar con un contenido más teórico y profundo.Quiero pensar que sí se puede ser de izquierda y cristiano. Mantener nuestra ética y ser capaces de argumentar. Jamás imponer y, sobretodo, respetar al que piensa distinto. La izquierda siempre ha enarbolado las banderas de lucha por la injusticia del ser humano. Un cristiano no puede mantenerse ajeno a las cotidianas penurias que padece la sociedad.
El dilema moral
Difícil resulta intentar esta convergencia entre la fe y la izquierda. Quienes sean canutos comprenderán los sacrificios que implica «vivir por la fe» y entenderán que hay ciertos mandamientos que se deben cumplir. El problema, a mi juicio, radica en los temas valóricos. He ahí el gran dilema. La izquierda defiende, en este campo, la libertad negativa de los individuos. Esta libertad negativa, según Isaiah Berlin, corresponde a una libertad de no intervención del individuo.En otras palabras esto significa una autonomía de la persona, soberanía del propio cuerpo.
Entonces, ¿cómo puede un cristiano lidiar con aquel postulado? Si nosotros no somos dueños de nuestros cuerpos (los que profesamos la fe evangélica) ¿qué lugar, repito, puede haber, para el cristianismo en la izquierda?
Por ejemplo, en cuanto al homosexualismo, la izquierda aboga por la diversidad, por el matrimonio y adopción de las parejas del mismo sexo, sin embargo, de nuevo se repite, el dilema para nosotros. Nuestra sexualidad está fundamentada en la biblia. En términos modernos «creemos» en el binarismo de género e, incluso, en una heteronormatividad. Estos últimos términos son, muchas veces, totalmente opuestos al pensamiento de izquierda.
Para qué hablar sobre el aborto, tema en boga hoy en día. Entiendo las tres causales que se discuten en el congreso y que hay, también, un asunto de salud pública, que las mujeres tienen el derecho a decidir sobre su maternidad y un largo etcétera. He aquí, una vez más, vendríamos a ser como una piedra en el zapato, ya que seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma se encuentra el derramamiento de sangre inocente, ergo, naturalmente, nos oponemos al aborto. Finalmente está el tema de la eutanasia muy ligado a la autonomía de los individuos. El derecho a morir dignamente. Para nosotros también es contrario a nuestras creencias, ya que Dios es el dueño de la vida , por lo tanto, a cualquier intento de poner fin a la vida nosotros nos oponemos.
Después del dilema, ahora qué.
En estos tres ejemplos se puede ver la clara oposición ética entre la izquierda y el cristianismo. No pretendo aludir que todo aquel que no es cristiano, pero es de izquierda, piense así en los temas valóricos. Personalmente entiendo las posturas contrarias a la mías. No es mi intención problematizar en esta columna. Lo paradójico de esto es que un cristiano protestante puede ser resultar ser un obstáculo para la izquierda aun cuando no quiera serlo. No podemos renunciar a la fe antes que a la política, pero tampoco renunciar a esta última.
La izquierda debe entender que nuestra última fuente de «legalidad» no es la constitución, sino la biblia. Y nosotros, por su parte, debemos entender que no podemos utilizar solo la biblia para exponer nuestro punto de vista. No se trata de acomodar el cristianismo a la izquierda, ni este al primero. Debe haber un acomodamiento teórico.
¿Qué puede hacer aquel cristiano que no se siente identificado con a derecha, pero sí con la izquierda? O quizás, se corrobora lo que dice la biblia acerca de que estamos en el mundo, mas no somos de este mundo.
Quiero pensar que sí se puede ser de izquierda y cristiano. Mantener nuestra ética y ser capaces de argumentar. Jamás imponer y, sobretodo, respetar al que piensa distinto. La izquierda siempre ha enarbolado las banderas de lucha por la injusticia del ser humano. Un cristiano no puede mantenerse ajeno a las cotidianas penurias que padecen nuestros congéneres. Una izquierda escindida no sirve mucho y los cristianos protestantes de izquierda debemos ser un aporte en el diálogo teórico de la izquierda.
Aunque este dilema ético no pueda ser resuelto, no nos inhabilita a ser de izquierda. Quiero pensar que en el mundo que anhela la izquierda, también nosotros cabemos.
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