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El Despertar de Brasil

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Brasil está viviendo una nueva realidad. Sus habitantes están más conscientes y exigen con más propiedad sus derechos o en estricto rigor, el retorno de los deberes que debe cumplir el Estado.

Este retorno ya no significa lo mínimo posible, significa lo máximo, tanto en calidad como en cantidad.

Se han organizado innumerables marchas y protestas por todo el país, tanto en las grandes ciudades como en las pequeñas villas. La ciudadanía ya no considera el paradigma de las necesidades múltiples que deben ser cubiertas con los recursos escasos. Desean y exigen todo. Por lo tanto, sus intenciones son obtener lo máximo en calidad de vida, lo que puede ser expresado principalmente en torno a la seguridad, al transporte, a la salud y a la educación.

¿Qué desea en específico la ciudadanía? No es sencillo interpretar un colectivo en tan breves líneas, pero considero que se pide, en realidad se exige, más respeto, consideraciones por las condiciones de vida y una cierta retribución por todos los sacrificios realizados.

El ciudadano está cansado de ver a la clase política acomodándose a las diversas situaciones por su interés personal, nótese que no sólo indigna la corrupción presente, sino que el alejamiento de los intereses de los ciudadanos y la imagen de trabajar sólo en la búsqueda del aseguramiento del patrimonio familiar y de la continuidad de sus reinados políticos.

El comportamiento anteriormente descrito se ha tornado insoportable para el ciudadano, quien requiere, en realidad exige, una planificación del futuro, donde exista la posibilidad de vivir con dignidad y no solo de sobrevivir. La última gota del vaso fueron los gastos en la construcción o adaptación de los estadios para la realización de la Copa de las Confederaciones.

Muchos escándalos financieros de corrupción y gastos mayores a las obras mismas fueron publicados. Hubo noticias de algunas muertes de trabajadores e informaciones sobre la calidad de los materiales, aspectos que en conjunto permiten cuestionar la calidad de las obras realizadas, pues era muy complejo determinar cuánto se invirtió efectivamente en los estadios.

De todas maneras, existe claridad de que aprovechar el momento en que el mundo está mirándonos fue la oportunidad de abrir la heridas de nuestros sistemas, exponiendo los problemas y exigiendo soluciones inmediatas, pero permanentes.

Tal vez la característica más importante del movimiento está en el hecho de que en su generación no existió la participación de los partidos políticos, o sea, sin la utilización de una charla hecha en los gabinetes o determinada bajo los lineamientos de algún dirigente iluminado.

El ciudadano está cansado de ver a la clase política acomodándose a las diversas situaciones por su interés personal, nótese que no sólo indigna la corrupción presente, sino que el alejamiento de los intereses de los ciudadanos y la imagen de trabajar sólo en la búsqueda del aseguramiento del patrimonio familiar y de la continuidad de sus reinados políticos.

A partir de la primera manifestación, que se realizó en función de los precios del transporte público, hoy existen muchas cosas en discusión. Las exigencias van desde los precios de los combustibles, pasando por las condiciones para el ejercicio de derechos, la utilización o aplicación del dinero público, los valores de los impuestos, dentro de muchas otras.

Es impensable perder esta oportunidad y permitir que las cosas vuelvan al estado anterior, ahora no se pude volver atrás. Es necesario, es imprescindible, seguir adelante y empezar la construcción de un nuevo Brasil, donde sea posible creer en las instituciones.

Hoy el gobierno central está preocupado con la situación. Ha propuesto medidas  esdrújulas, como cambios en nuestra constitución, contratación de médicos cubanos y realización de consulta popular acerca de cambios en las leyes de organización de los partidos políticos.

De todos modos,  las manifestaciones continúan pues no son cambios legales los que se están exigiendo. Se exige modificaciones en el comportamiento, es decir, que las promesas finalmente sean cumplidas. No se puede aceptar más actitudes individualistas en el tratamiento de la cosa pública. Es justamente un paso más del que lograron los indignados, quizás en esta ocasión se pueda materializar las exigencias y aún es más, esto puede ser un ejemplo para que la ciudadanía del resto de Latinoamérica también se ponga de pie.

* Entrada escrita por Carlos César Dias, Máster en Banca y Finanzas,
Coordinador de Democracia Activa en Brasil.

 

 

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