Después de publicarse los últimos sondeos de opinión pública de la CEP y Adimark, es inevitable concluir que existe un evidente desgaste de la elite política chilena. Es un mensaje preocupante el que nos arrojan las cifras emanadas de ambas encuestas, puesto que es un cuestionamiento a todos: el Gobierno, el Congreso, la Nueva Mayoría y la Alianza. La gente se distancia de una institucionalidad que no está respondiendo al nuevo contexto político, económico y social (el 50% de la muestra no se identifica con ninguna coalición o partido político).
La evaluación del Gobierno debería producir desasosiego en el Ejecutivo, particularmente cuando un 56% de los encuestados señala que éste “ha actuado sin destreza ni habilidad”. La falta de pericia en la materialización del diseño y la materialización de las reformas es una crítica que se ha repetido, ya sea privadamente o en voz alta, por dirigentes de la coalición de gobierno.
La gestión de las reformas, en el caso de la educación, ha carecido de un enfoque más positivo, o sea, se ha centrado más en resaltar las falencias del actual modelo, en vez de colocar o enfatizar los beneficios que se esperan respecto del contenido y finalidades del tipo de sistema educacional al que se aspira. Es por eso que la opinión pública no está viendo con suficiente claridad los aspectos positivos que ésta conlleva. Es imprescindible, por tanto, que los ministros sectoriales, como las vocerías del gobierno y la Nueva Mayoría, se focalicen más en explicitar el sentido profundo que motivan las reformas para proveer los bienes públicos deficitarios que tiene la sociedad chilena, acentuando que éstos tienen como objetivo primordial que alcancen a todas las personas, sin exclusiones.
La Nueva Mayoría y el Gobierno requieren reformular el diseño de relacionarse y de implementar sus políticas públicas. Es necesario tener mayor claridad y compartir previamente los contenidos de las iniciativas que se presentan al parlamento, como también los instrumentos y el timing de las propuestas a concretizar. De esta manera se evitarán las miradas contrapuestas al interior de la coalición, superar los desacuerdos sobre “matices” y establecer una convivencia exenta de conflictos innecesarios. En resumen, soslayar los impasses al interior de la coalición y consensuar un affectio societatis que conduzca a cambios fructíferos y sustentables para el país.
Con las reformas gestionadas inadecuadamente, debido a las contradicciones internas de la NM, sumado a un escenario de desaceleración económica -fuerte recordatorio de que la economía chilena sigue siendo vulnerable a los shocks externos- y la oposición inmisericorde de la derecha y de algunas cúpulas empresariales, la caída en la aprobación del Gobierno estaba en el horizonte de lo previsible, debido a que la agenda gubernamental ha generado reacciones negativas en grupos de intereses que se ven afectados, pero también influye la fragmentación y el conflicto al interior de la propia NM.
Es imprescindible que los ministros sectoriales, como las vocerías del Gobierno y la Nueva Mayoría, se focalicen más en explicitar el sentido profundo que motivan las reformas para proveer los bienes públicos deficitarios que tiene la sociedad chilena, acentuando que éstos tienen como objetivo primordial que alcancen a todas las personas, sin exclusiones.
Sin embargo, la encuesta CEP indica que la gente demanda cambios estructurales – sube de 45% a 57% los encuestados que responden que están de acuerdo respecto a la pregunta: “En ninguna circunstancia se pueden aceptar altas desigualdades de ingresos”-. Este antecedente es relevante para construir un relato incluyente sobre el camino a recorrer, considerando que “La igualdad es un vector del crecimiento” (Cepal). En el mundo existe un vasto consenso, basado en una amplia evidencia, de que las sociedades más equitativas tienen un mayor y más diversificado desarrollo, por tanto, la excesiva desigualdad no es buena para el crecimiento sustentable. La tarea, entonces, es buscar apoyo para construir reformas estructurales de largo plazo, especialmente en los sectores sociales que se verían beneficiados a través de su puesta en marcha.
La derecha y la prensa de derecha ha recurrido a una clásica simplificación de los datos divulgados, interpretándolos como un rechazo a las reformas, por tanto exigen al Gobierno cambiar de óptica, eufemismo para que éste abandone las reformas. No asumen, particularmente la UDI, que su estilo de oponerse a los cambios de la agenda gubernamental, en forma tan confrontacional, sin hacer propuestas concretas y alternativas, desempeñando una oposición reactiva incapaz de actuar propositivamente y, empeñándose, tozudamente, en sostener una campaña sistemática de distorsión y caricaturización respecto a la agenda transformadora del Gobierno, acarrea un alto rechazo en las personas.
Para que este “nuevo ciclo político” sea exitoso, la elite política, muy particularmente la de la NM y el Gobierno, debe ser capaz de ordenarse sobre certidumbres programáticas básicas y mostrar mayor pericia en la elaboración de los componentes técnicos y los contenidos de la agenda transformadora, y así, lograr gestionar razonablemente las reformas e interpretar cabalmente al 62% de los electores que votó por la presidenta Bachelet. En resumen, construir un relato incluyente sobre la ruta a la que se invita compartir.
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