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El Contralor y su día de furia

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Para el martes 30/09/14 a las 10,00 horas, según la agenda del Contralor Ramiro Mendoza, publicada en sitio web respectivo, estaba prevista una clase magistral dictada por él dentro de un Congreso Interuniversitario sobre Derecho Constitucional y después de su agitada intervención supimos que tal exposición se llevó a cabo en la Pontificia Universidad Católica porque así quedó refrendado en una sabrosa crónica publicada el día siguiente en el diario La Segunda, teniéndose en cuenta que el periodista que la redactó era uno de los tantos asistentes a tal acto académico.

Mendoza, es un competente y entretenido profesor universitario de Derecho Administrativo en esa universidad privada, con “vocación pública”, como les gusta decir a algunos interesados, que las emprendió en contra de diversos servicios de la Administración del Estado describiendo sus falencias, las que, más otras tantas, conocemos muy bien y por ello sostenemos que tenía razón para despotricar dejando en evidencia sus debilidades. Dentro de las variadas funciones de la Contraloría debe exigir el apego a la ley de los actos administrativos y nos consta que en esta materia tenemos un tremendo déficit. En su charla se apoyó en unas cuantas láminas que enfatizaban el interés de ese órgano fiscalizador en atacar la corrupción con la idea de rescatar la confianza en las instituciones.

Tan alta autoridad pública fue criticada ácidamente por ministros y políticos de gobierno, los que consideraron impropios de su jerarquía sus arrebatados dichos. Mahmud Aleuy, en su condición de Ministro del Interior sustituto, esperaba una rectificación formal por parte de Mendoza y éste argumentó que ese medio de prensa los reprodujo sacándolos de contexto, repetida expresión que se utiliza para bajarle el perfil a un impasse determinado. También ciertos actores privados y políticos de oposición saludaron la meritoria valentía de Mendoza al poner en el tapete de la discusión el despelote reinante en el gobierno.

El Contralor también incursionó reprochando el fondo de algunas políticas públicas como el posible cambio de la Constitución, los sistemas de salud y previsión aventurando que el gobierno desea re-estatizar esos sectores y tampoco salió bien parado en su irascible perorata el propio Fiscal Nacional. Sostenemos que en estos aspectos fueron imprudentes sus comentarios, ya que él no puede calificar el mérito de las iniciativas del poder ejecutivo ni menos referirse en términos peyorativos del titular del Ministerio Público: Sabas Chahuán tuvo la agudeza de no responderle.

Tenemos la impresión que Mendoza paulatinamente se fue envalentonando en su discurso porque su audiencia, alumnos mayoritariamente de derecha o reminiscentes pinochetistas, iban celebrando sus reproches a los otros servicios, pero se le pasó la mano cuando tuvo la osadía de mirar con inusitado desprecio al hijo de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner. Suponemos que el gobierno del país vecino no presentó ante nuestra Cancillería una seria nota de protesta porque consideró que Mendoza, siendo autónomo y autoridad terminal, en ningún caso representa al Estado de Chile.

Pero según las posteriores publicaciones en los medios, el Contralor no se molestó en criticar los reiterados abusos y malas prácticas de actores poderosos del sector privado, comportamientos indeseables que ponen en tela de juicio al propio sistema económico de libre mercado y sería interesante saber por qué tuvo ese olvido. No habló de los pollos, de las famosas cascadas, de las farmacias y laboratorios, de la banca, de los Penta, de los aportes reservados, los que son secretos sólo para la ciudadanía, ya que los candidatos que los reciben sí conocen a sus mecenas.

En estos años, hemos tenido innumerables hechos consumados, los que han garantizado la repetición de los mismos pues el sector de la construcción ha internalizado esta insana práctica y por ello aseveramos que en Chile reina la impunidad total en los negocios inmobiliarios, los que hemos denunciado con publicidad desde hace mucho tiempo.

Ni hablar de la industria inmobiliaria, la que siempre ha contado con su buena voluntad para seguir haciendo de las suyas a través de malabares interpretativos para obtener tratos de privilegio, con la falaz doctrina de la supuesta buena fe basada en el argumento de que los errores de la Administración no pueden perjudicar los derechos adquiridos de los poseedores de permisos truchos.

Así, en estos años, hemos tenido innumerables hechos consumados, los que han garantizado la repetición de los mismos pues el sector de la construcción ha internalizado esta insana práctica y por ello aseveramos que en Chile reina la impunidad total en los negocios inmobiliarios, los que hemos denunciado con publicidad desde hace mucho tiempo.

El ex senador PS Camilo Escalona es partidario de una acusación constitucional porque Mendoza no cumplió con su deber de velar por el principio de legalidad cuando criticó a entidades que su organismo controla, criterio que no compartimos porque sería darle mayor importancia a la polémica.

Lo óptimo es dar vuelta la hoja recordando a Mendoza como un locuaz e inteligente personaje público que, conociendo sus potestades, se dio el gusto de decir lo que pensaba sin importarle en lo más mínimo sus consecuencias. En una de esas, podría ser un futuro candidato a senador y si lo fuera, gracias al sistema electoral, lo tendríamos próximamente legislando en la denominada Cámara Alta.

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1 Comentario

Jaime Soto

Estimado,

Soy asiduo lector de sus columnas, pero creo está equivocado en señalar que el contralor buscó el beneplácito de los privados. En sus láminas y en sus dichos critica duramente a los empresarios que han abusado económicamente de la ciudadanía, mencionando el caso cascadas y pollos. Lo invito a leer la noticia completa y ver las láminas de su presentación. Y en varias ocasiones el contralor ha sido contrario a los intereses de las inmobiliarias.

Ahora, que el marco legal esté mal hecho, es problema de los políticos y de la ciudadanía que los elige. Por último, lo que dijo representa lo que la gente a pie piensa y no la inocua baba de la clase dirigente.