Por alguna razón, todos los partidos políticos quieren estar vinculados al centro político. Ser moderados en sus ideologías (y por consiguiente, eclécticos, inconsistentes dirían algunos) es un valor que desean promover, un cartelito de márketing para lograr llegar a un público mayor. No está mal ser de centro. Ser de izquierda implica querer cambiar el statu quo en aras de mayor igualdad, ser de derecha mantenerlo. Estas palabras adquieren un significado político durante la revolución francesa y han servido a muchas naciones a orientarse en el espectro político que las componen.
Durante la historia ha existido cierta ironía con respecto a la denominación “izquierda-centro-derecha”. Stalin era un hombre que difícilmente podemos identificar como una persona de izquierda, ídem la China moderna. Y tal como Stalin y la República Popular China, en nuestro país tenemos algunas inconsistencias debido a la apresurada adopción y disputa del “centro”.
Los partidos y movimientos políticos de derecha en Chile son de la más extrema derecha que puede haber. El modelo de mercado aplicado a los servicios básicos y para la satisfacción de derechos es algo más radical que incluso lo que propusieron quienes idearon el libre mercado. Milton Friedman dijo una vez que lo único que debía permanecer en manos del Estado son las FFAA y las carreteras. En Chile, desde la Nueva Mayoría hasta la UDI, todos concuerdan en que las carreteras privadas son la única opción viable de estas obras “públicas”. Mientras hasta el FMI, institución que ha apoyado golpes de estado de la llamada “derecha política” y la OCDE llaman a combatir la desigualdad en nuestro país a través de reformas laborales, educacionales y planes sociales, los partidos y movimientos, desde la Democracia Cristiana hasta la UDI ponen el grito en el cielo (algunos más que otros, por supuesto) y llaman a suavizar los cambios.
Es inexplicable entonces que con la aparición de movimientos políticos como Amplitud y Evópoli, éstos digan ser de centro mientras tienen una ideología política y un ideal económico de ultra derecha tan burdo y macabro como el que orquestó el golpe de estado del 73, del que muchos de ellos se beneficiaron y del que hoy reniegan. Adoptar un discurso amable (distinto al de la UDI y RN, tosco y golpeado, como de patrón de fundo) no es garantía de incorporar elementos ideológicos transformadores. Para Amplitud, incluso, los derechos de la diversidad sexual parecen ser una bandera de lucha y un aval de su calidad de “inclusividad de centro”. Yo soy gay, y aplaudo que más instituciones políticas se comprometan con la igualdad de derechos, pero no sirve de nada el matrimonio igualitario si no hay educación ni salud públicas, si los derechos laborales siguen regulados por el mercado, si la política ambiental la dictan los grandes grupos económicos, y un largo etcétera.
Adoptar un discurso amable (distinto al de la UDI y RN, tosco y golpeado, como de patrón de fundo) no es garantía de incorporar elementos ideológicos transformadores.
El lavado de imagen de la derecha es un insulto a la inteligencia de chilenos y chilenas, desde el “chentro chochial” de Longueira (Q.E.P.D.) hasta los intentos de Evópoli y Amplitud de presentar una cara “social” de la derecha chilena al tiempo que se oponen a la reforma educacional, defienden a las AFP y culpan de la desaceleración a las reformas. Contradictoriamente, este grupo “social” (al parecer, es el adjetivo que usan para acercarse al pueblo) cree que las reformas sociales son malas para la economía.
El centro en Chile pertenece a la Nueva Mayoría, ex concertación. Que en su eterna disputa interna termina por hacer los cambios en la medida de lo posible, tal como demostró con la reforma tributaria y el debate por la nueva constitución. Mientras que el domicilio de la izquierda sigue vacío, sin representantes importantes, aplaudo los esfuerzos de la Izquierda Autónoma y Revolución Democrática de integrarse a la política nacional con afán de transformar, pero les queda camino por recorrer antes de lograr equipararse con los poderes fácticos de la Democracia Cristiana, Renovación Nacional, Amplitud, Evópoli y la UDI. Hasta que ello ocurra, no dejemos que nos metan a la derecha por el centro.
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