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El arcoíris al poder

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Lejos se ve el año 1996, en que Roberto Pablo, integrante del Centro Lambda, impulsado por el Movilh histórico (previo a la división en 1997 y a la dirección única de Rolando Jiménez), se postulara al cargo de concejal por la comuna de Santiago como el primer candidato abiertamente homosexual de Chile. Candidatura que, como muchos acontecimientos del mundo de la diversidad sexual, tuvo sus opositores tanto fuera como dentro de las mismas organizaciones que participaban, existiendo la llamada “Toma Travestí”, en la que Víctor Hugo Robles, conocido como “El Ché de los Gays” con Mitchelle Clementi, activista trans, reclamaban por la nula participación femenina en el proceso, tomándose la sede de la organización donde se realizaron las primarias que indicarían que Roberto Pablo debía ser el candidato apoyado por las organizaciones en su candidatura, la que se decidió estratégicamente para visibilizar la diversidad sexual en esos años, elección que se perdió, pero que sentó el precedente de participación en las elecciones de grupos de diversidad sexual.

No sería sino hasta el 2004, en que una persona abiertamente de la diversidad sexual es escogida en un cargo de representación. La ganadora de los votos para ser Concejal de la comuna de Lampa, en la Región Metropolitana es Alejandra González, una mujer trans que debe utilizar su nombre civil y es este nombre el que figura en el voto, pero a pesar de ello logra llegar al concejo, permaneciendo por el período siguiente y siendo elegida nuevamente en estas elecciones del 2012 para continuar con su labor. Alejandra es, además de la primera mujer trans que llega a un cargo de representación en Latinoamérica, la primera Alcaldesa trans, subrogando en los últimos meses la gestión del máximo cargo en la comuna en la que es concejala.

El revuelo que tiene la asunción de Zuliana Araya, con el nombre que ella siente suyo en los votos de concejal por la comuna de Valparaíso no es menor, supone un avance en el respeto a la identidad de una persona trans, aunque hay que tener claro que el país no tiene una ley de identidad de género que permita a las personas poder definirse con el nombre que se sientan más identificados o identificadas y a pesar de las muchas vejaciones y malos ratos que las personas trans viven en su cotidiano y que dificultan sus posibilidades de existir. Sin duda es un avance que Zuliana, como dirigenta social, pueda acceder a cargos de representación, pero no hay que engañarse pensando que ese camino ha sido fácil o esté siquiera consolidado. Una persona trans, para poder presentar documentos con el nombre que siente que la identifica debe iniciar un engorroso proceso judicial y médico-legal para esos efectos. Hay que hacer notar que el carné de Zuliana Araya, a pesar de llevar ese nombre consignado, sigue diciendo que su sexo es masculino.

La motivación de participar, en general, de las agrupaciones de diversidad sexual o los colectivos de rebeldías sexuales, no es necesariamente tener acceso al poder, pues el poder tanto económico como político es visto (y utilizado por quienes lo tienen) como una herramienta que priva de libertad a quienes están bajo él. Un ejemplo de esto es la negación de la entrega de la píldora del día después en los servicios de Salud del Municipio de Concepción por muchos años a pesar de ser una medida implementada a nivel nacional, situación ocurrida durante la administración de Jacqueline van Rysselberghe.

El poder del arcoíris, a pesar de estar presente en cargos de representación, sigue estando lejos del poder oficial y de instalarse como una alternativa con peso suficiente en el momento de tomar decisiones y, si bien los grupos de diversidad sexual han buscado instalarse en los poderes, para incidir en los cambios políticos respecto a la libertad para vivir la sexualidad, sería difícil afirmar que las rebeldías sexuales o la diversidad sexual intenta utilizar espacios para normar la conducta de las personas. Históricamente, los grupos de diversidad o disidencia sexual han estado presentes en los cambios de mentalidad más que de leyes y más en los cambios culturales y artísticos que oficiales, y es en estos espacios donde finalmente la democracia se construye y se afina, más que en las urnas: la democracia se desarrolla con participación y con opinión y discusiones en espacios donde se decide ocupar los lugares públicos de tal o cual forma, de intervenir la ciudad de una u otra manera, de poner los recursos que son de todos y todas al servicio de todos y todas en vez de acatar sencillamente lo que mandan quienes están en un cargo público con el poder de decisión.

Nuestra historia, en tanto luchadores y luchadoras sociales, en tanto personas que aman, en tanto personas sienten deseos sexuales por personas del mismo sexo, e inclusive en tanto personas que se sienten llamadas a vivir como son; es una historia triste, manchada en sangre, una historia de pisoteo y de llanto, de consuelo nulo antaño y de llanto nacional en el presente, una historia de olvido y ocultismo, y es por eso que cada logro, cada cargo público, cada premio, cada publicación, cada ley, con los ojos fijos en que no son lo mejor que puede ocurrir, pero con la alegría de tener una conquista, por pequeña que sea.

Es ahí donde está el fuerte de la diversidad/rebeldía sexual, en la construcción de una democracia con mayor participación, una democracia donde prime el respeto a las diferencias, que no asesine más a Mónica Briones, a Amanda Jofré ni a Daniel Zamudio. Nuestra historia, en tanto luchadores y luchadoras sociales, en tanto personas que aman, en tanto personas sienten deseos sexuales por personas del mismo sexo, e inclusive en tanto personas que se sienten llamadas a vivir como son; es una historia triste, manchada en sangre, una historia de pisoteo y de llanto, de consuelo nulo antaño y de llanto nacional en el presente, una historia de olvido y ocultismo, y es por eso que cada logro, cada cargo público, cada premio, cada publicación, cada ley, con los ojos fijos en que no son lo mejor que puede ocurrir, pero con la alegría de tener una conquista, por pequeña que sea.

Mal que mal, la historia de las organizaciones de las rebeldías sexuales en Chile comenzó con alegría. En 1984 es fundado el mítico colectivo lésbico-feminista “Ayuquelén”, que en lengua mapuche reza “La alegría de ser”, y hasta hoy luce el estandarte de vivir una lucha con alegría, de disfrutar lo que somos y lo que queremos ser, un arcoíris alegre que inunde todos los rincones, que arrastre la sombra de la sangre y las lágrimas, que elimine los moretones y las flores en las tumbas, un arcoíris que construya una democracia para todas y todos; las locas, las camionas, las tortilleras, las travestis, las transformistas, las fuertonas, los piolas y las pasivas.

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Rucitama (Nicolás Mardones)

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