Es común escuchar en último tiempo que los políticos, en sazón de unidad y estabilidad, se jacten y vanaglorien de lograr grandes acuerdos nacionales, que no hacen más que beneficiar a la gran mayoría de los chilenos. Es más, ¡si hasta es motivo de recriminación criticar dichos acuerdos! La conformación de estos acuerdos siempre tiene que ser entre las grandes fuerzas políticas, porque como ya sabemos, es la forma de que nadie se quede fuera de este gran acuerdo nacional en pro de chilenos. Una vez que la substancia ya está arreglada entre los dos grandes cuerpos políticos, la forma de hacerla efectiva, es mediante la creación de una ley, y como el acuerdo ya está hecho, sólo es cuestión de forma para que podamos aclamar, como es la moda, que aquella es la ley de la mayoría.
Esta breve descripción, no escapa a cualquiera que vea noticias de vez en cuando y preste un poco de atención. El problema de todo el estado actual, es que no es sano para la verdadera democracia, -que es a la que todos aspiramos-, la forma en que se está generando la ley. Es de recordar que Rousseau en su libro, “el contrato social” daba cuenta de la idea de autogobierno mediante la ley, es decir, la ley es la única forma que tenemos los ciudadanos de sentir que es nuestra voluntad la que nos está rigiendo, y por eso es que somos libres, libres de regirnos por nuestra propia ley. Esta idea de auto gobierno es simplemente hermosa; puede congeniar la libertad y la obediencia a la ley, pero ¿cómo dos conceptos tan opuestos, como la libertad y la obediencia pueden vivir juntos? La respuesta es: mediante la democracia.
La democracia, da justamente cuenta de esta idea de autogobierno, nosotros, todos los ciudadanos, proclamamos que es lo que queremos para nosotros, y eso es ley. De ahí que sea legítimo que el idiota que choca ebrio esté en la cárcel, porque nosotros lo queremos así, o en teoría. Lo anterior es el concepto de Soberanía popular, las decisiones deben ser reconducidas al pueblo para que sean legítimas. Esto que es una idea tan abstracta que puede tomar muchas formas, hecho que ahora no nos interesa. Lo importante es que la ley, es de todos nosotros: la democracia mediante el principio de soberanía popular.
Bajo este preámbulo, cabe preguntarse ¿de qué forma un acuerdo es contrario a la democracia? La respuesta viene dada, por la descripción de acuerdo. Cualquiera que haya ido al persa, sabrá que el regateo tiene como fin, el beneficio del comprador y vendedor, es donde “los dos ganan”. En otro ejemplo, el contrato que es un tipo de acuerdo, muestra claramente que dos personas se comprometen a una cosa, generando deberes y obligaciones recíprocas, para obtener ambos una ganancia: yo obtengo la casa y tu una ganancia en dinero. La clave de un acuerdo, es que las partes se beneficien, -más allá de que uno pueda ganar más que otro, ergo, sea un acuerdo injusto-, en un acuerdo se espera que las dos partes salgan fortalecidas, ya que miran intereses particulares, y no generales. En un acuerdo no se ve que es lo mejor para las partes desde una perspectiva común, sino que cada parte busca su beneficio personal.
En la democracia, no se buscan los intereses personales, se busca el interés del pueblo. Por tanto hablar de un acuerdo en democracia, es coincidir con la idea de que lo que se está aceptando es que hay distintos grupos que se reparten cuotas de poder para llevar a cabo sus intereses, y no el interés general. Bajo esta lógica cuando se piensa en una ley, no se piensa en el interés del pueblo, se piensa en el interés de un grupo especial, y para lograr obtener esos intereses hay que ceder un poco, como en cualquier acuerdo. Hace unos meses recuerdo una noticia donde la Alianza prometía dar los votos para el aborto, a cambio de que la Concertación cediera los votos para cambiar la Constitución por la cláusula: matrimonio es entre un hombre y una mujer, ¿qué ejemplo más claro de acuerdo?, acá no se ve que es lo mejor para el país, si no que se busca obtener los intereses de un grupo representado.
En la democracia, no se buscan los intereses personales, se busca el interés del pueblo.
En esta misma línea, y bajo la idea de auto-gobierno, es que no es posible afirmar que la ley es la de la mayoría. La regla democrática de la mayoría más uno, es una forma de terminar la deliberación, lo que no significa que la ley no sea de todos.
¡La ley es de todos, no de la mayoría!
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Señor
Basura, humo, una persona que que dice mucho lo que piensa pero no piensa lo que dice. Me dejaste tan mal que comenzaré a orinar sangre. Saludos
...
Los adjetivos que diste responden a tu comentario, a y a ti por cierto. Saludos.
Fabio Salinas B
Muy buena columna, el ejemplo que diste del regateo aborto vs matrimonio en igualdad me deja claro donde tienen puestos los valores y la cabeza los reptilianos de la derecha. Saludos
Cumplir Promesas.
Esta publicación me dio cáncer.