Somos un isla. Lejos de todo en el planeta, aislados, desconectados de lo que sucede en el resto del mundo, donde las noticias que se nos presentan en la televisión, son en mi opinión, (y quizás alguien podría argumentar objetivamente), una basura. En este mar de intrascendencia informativa, no vemos el elefante en la habitación. Algo extraordinario está sucediendo. Algo que podría tener un impacto en nuestro país a tal nivel, que podría definir el curso de nuestro exiguo desarrollo. Algo que no ha sucedido quizás nunca en la historia, algo que impactará a cada persona en el planeta y que ciertamente definirá el rumbo de este mundo por lo que resta del siglo.
La actual elección presidencial en EEUU debe ser el evento más importante en la historia reciente. Cierto, generalmente la elección presidencial en EEUU es considerada importante, pero sólo como definición de quién será el jefe para seguir haciendo más de lo mismo y que el mundo continúe así su marcha segura a la destrucción ambiental que gatillará el fin de la civilización, tal y como la conocemos. Sin embargo, esta vez es diferente, con resultados que propiciarán (llevado al extremo), el fin del mundo, más de lo mismo, o un cambio estructural de la política y economía mundial.
Actualmente, con las elecciones primarias del partido demócrata aún en movimiento, los candidatos son: Hillary Clinton (ex Secretaria de Estado del presidente Obama y miembro del Partido Demócrata), Bernie Sanders (independiente corriendo por el Partido Demócrata) y Donald Trump (independiente y candidato oficial del Partido Republicano).
Hillary Clinton, esposa de Bill Clinton (sí, el mismo de Monica Lewinsky), es la candidata del establishment norteamericano. Su campaña está financiada con cientos de millones de dólares de instituciones pertenecientes a Wall Street, grandes corporaciones, la industria farmacéutica y las grandes cadenas de medios de comunicación como CNN, MSNBC, ABC, etc. Dentro de su prontuario se encuentra la aprobación a la guerra en Irak, la intervención militar en Libia (de ahí que es más conocida como «Killary» o «Hitlary»), la aprobación de tratados de libre comercio que terminaron llevándose la industria norteamericana (y los puestos de trabajo) a China, y cuya última gracia es que está siendo investigada por el Departamento de Estado (su ex Departamento de Estado) y el mismísimo FBI por haber instalado un servidor de correos electrónicos privado (en su casa) para intercambiar, durante su gestión como Secretaria de Estado, e-mails «privados» los cuales borró, luego que dejó su gestión (lo que sería ilegal si los e-mails contenían cualquier información relacionada con su cargo). Hoy existen sospechas fundadas de que a través de esa cuenta de e-mail privada, pudo intercambiar información confidencial y clasificada con otros gobiernos y/o empresas, a cambio de financiamiento para la Fundación Clinton de su esposo. Con la investigación del FBI aún en curso, con ella como presidenta, el status-quo seguiría inalterado, y el mundo seguiría marchando a paso cansino a su destrucción, sin combatir decididamente el cambio climático y sus políticas para el desarrollo del «fracking“ (y la correspondiente contaminación atmosférica derivada del proceso extractivo del gas natural) se extenderían alrededor del mundo, empeorando la situación actual.
Luego tenemos al multimillonario Donald Trump quien, probablemente y con el DSM IV en mano, podría ser clasificado objetivamente como un mentiroso patológico con rasgos psicópatas y narcisistas, además de racista y homofóbico. Tal cual, ese es el candidato republicano. Entre las cosas que propone Trump para EEUU están: prohibir la entrada al país y deportar a todos los musulmanes, construir una muralla en la frontera con México, eliminar los impuestos a los millonarios y asesinar a las familias de los terroristas que se puedan identificar (lo que es literalmente un crimen de guerra), entre otras barbaridades. Fuera de lo increíble que resulta que un tipo así sea un candidato presidencial en un país que es mirado en Chile como un «ejemplo» de desarrollo económico y democrático (lo que es en sí mismo francamente surrealista), es aún más increíble que las encuestas muestran que, en un eventual enfrentamiento entre Clinton y Trump por el sillón presidencial, estarían virtualmente empatados, con el agregado de que Hillary tiene una mayor evaluación negativa que Trump. Si Donald Trump llegase a ser presidente de EEUU, algunos analistas consideran el inicio de la tercera guerra mundial como inminente. Este hombre tendría acceso a las armas nucleares más potentes del mundo, y dado que como presidente de EEUU es a su vez Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, bueno, es claro para donde va la cosa. Y, por si esto no fuese suficiente, Donald Trump al parecer es un «Salfate lover» ya que considera que el cambio climático no es más que una conspiración de algunas personas (los científicos), por lo que apoya el uso de combustibles fósiles a toda máquina. Este hombre, si cumple como presidente lo que dice en sus discursos, nos conduciría al fin del mundo anticipado, con asientos en primera fila.
Finalmente está Bernie Sanders, del cual (disclaimer) soy absoluto partidario a la distancia, y cuyas posibilidades de salir electo peleando contra el establishment y los medios de comunicación son mínimas. Declarado así mismo como un social demócrata, es el único «socialista» que existe en el senado norteamericano. Entre sus propuestas se encuentran: un plan universal de salud en que todas las personas tengan acceso a atención médica cuando lo requieran (la salud como un derecho, ¿le suena conocido?), que las universidades no sean pagadas para que los estudios superiores de los jóvenes no dependan de la situación económica de sus padres (¿le suena conocido?), equidad salarial para mujeres que actualmente ganan 0.79 centavos por dólar que gana un hombre por el mismo trabajo (¿le suena conocido?), financiamiento público de las elecciones de manera que el dinero de las grandes corporaciones no tenga influencia en la política (¿le suena conocido?), abandonar la política de invasión en el Medio Oriente y reorientar esos recursos a educación, romper las grandes instituciones financieras en Wall Street para controlar así la concentración económica (¿le suena conocido?) sin poner en riesgo la economía mundial, que cuando vuelvan a entrar en «default» quiebren como corresponde al modelo capitalista y no tengan que ser salvadas con el dinero de los contribuyentes como en la crisis del 2008. Además establecer un impuesto a la especulación financiera que afectaría al 1% más rico de EEUU a manera de costear parte de sus reformas (¿le suena conocido?), y transformar la estructura energética de USA a fin de abandonar el uso de combustibles fósiles, prohibiendo a su vez el “fracking“, para moverse completamente a energías renovables y evitar el empeoramiento del cambio climático. Si este hombre llegase a ser presidente de EEUU, existe una buena chance de que el mundo se encamine hacia un nuevo rumbo, el rumbo del desarrollo real, sumándose a lo que ya se hace en algunas partes de Europa. Lamentablemente, la posibilidad de salir electo sin el apoyo de las estructuras de poder político y económico en EEUU es pequeña.
Viendo lo que pasa en EEUU en estos momentos, yo me pregunto: ¿dónde quedaron nuestros sueños? ¿Dónde quedó la energía colectiva de transformación para hacer de Chile un país medianamente justo y civilizado?, ¿Dónde quedó el compromiso con una causa?, ¿Dónde quedó la épica?
La campaña de Bernie Sanders ha aglomerado a jóvenes, adultos, y ancianos, llegando a reunir a más de 20.000 en sus discursos públicos. El financiamiento de su campaña se traduce en 8 millones de donaciones de personas individuales, con un promedio de 27 dólares (20.000 pesos chilenos) por persona, sin aportes de las grandes empresas (¿le suena SOQUIMICH?). Sus seguidores desbordan la internet haciendo videos promocionales en youtube y redes sociales (gratis), y cuenta con alrededor de 200.000 voluntarios (o sea sin sueldo) que lo apoyan a hacer campaña.
Mientras tanto, en nuestra minúscula isla, senadores socialistas como Rossi y Montes proponen transparentar (legalizar) el lucro en instituciones superiores privadas. El hijo de una presidenta socialista hace negocios turbios con el dueño del banco más grande de Chile. Los empresarios redactan algunas de las leyes de la república y las despachan al congreso vía parlamentarios UDI como Longueira, Isasi y Orpis. La reforma a las isapres se suspende y para que hablar de la reforma a la salud pública. Las universidades del estado tienen que autofinanciarse y la inversión en I+D se financia con los billetes de la gran capital.
Viendo lo que pasa en EEUU en estos momentos, yo me pregunto: ¿dónde quedaron nuestros sueños? ¿Dónde quedó la energía colectiva de transformación para hacer de Chile un país medianamente justo y civilizado?, ¿Dónde quedó el compromiso con una causa? ¿Dónde quedó la épica? Habiendo nacido en el país de Allende, no deja de ser irónico que hoy, para ver todos esos valores hechos carne de millones de personas que luchan por sus sueños contra un sistema diseñado para la explotación del hombre por el hombre, haya que mirar hacia “la cuna del capitalismo», hacia «el Imperio Yankee“, o hacia la casa del “Tío Sam», epítetos comunes en la pseudo-izquierda chilena. El año pasado, Bernie Sanders estuvo en Chile y visitó al tumba de Salvador Allende. Ése es nuestro elefante en la habitación. Larga vida a los que luchan aquí y allá. Allende… como te hemos traicionado.
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