Al nombrar a Carolina Schmidt, en reemplazo de Harald Beyer, el gobierno no solo ha cerrado el ciclo político de la acusación constitucional. También ha dado a entender claramente cual será su estrategia de aquí a las elecciones presidenciales: Jugar a la defensiva, y esperar simplemente a que pase el tiempo.
Varios fueron los nombres que sonaron como reemplazo al denominado “Académico regalón de las elites”. Cada uno de ellos reflejaba también una estrategia a desarrollar de aquí al futuro. En efecto, el primer nombre que sonó fue el de Evelyn Matthei, alguien que ya ha demostrado no tener problema en ponerse el casco militar, el traje de camuflaje, y descender a la trinchera de la guerrilla política. Esto habría sintonizado con la tesis de Carlos Larraín, quien vociferaba a los 4 vientos que se había declarado la guerra. Pues bien, en el Ministerio del Trabajo hay un soldado de plomo. Probablemente Pablo Longueira también habría encajado con este perfil.
Otro de los nombres que circuló con fuerza es el del actual Subsecretario, Fernando Rojas, quien es uno de los nombres del recambio de la derecha, probablemente una vez que el desalojo se concrete. Rojas es bien evaluado en los círculos de la derecha, su perfil de joven conservador y defensor del modelo educacional lo ha posicionado como un nuevo liderazgo al otro lado de la frontera ideológica. Por tanto, situarlo en la primera línea habría significado exponerlo, sin mayores ganancias, al fuego cruzado que corre en Educación.
Incluso, en los medios de prensa circuló la idea de insistir en el perfil que llevó a Beyer al Ministerio, un “experto”, que “ha dedicado su vida a la educación”. Al parecer, el nombre de Patricia Matte también sonó en los pasillos de Palacio. Esto, habría dado a entender que el gobierno sencillamente no aprende, pero luego de 3 años de fracasos cualquiera comienza a aprender.
Sin embargo, la nueva Ministra no encaja con ninguno de los Ministros anteriormente señalados. Se trata, en primer lugar de una Ministra que proviene de un pequeño rincón del Gabinete, un Ministerio tan pequeño, que ni siquiera es un Ministerio propiamente tal, sino un servicio nacional con rango de Ministerio. A pesar de esto, es una de los Ministros mejor valoradas del gabinete, es decir, alguien con una cuenta de ahorro en aceptación pública lo suficientemente grande como para resistir los embates de la oposición y del movimiento estudiantil de aquí al mes de noviembre, sin necesariamente reimpulsar o mantener la agenda que había instalado Beyer.
Por otro lado, es una Ministra que no cuenta con un gran despliegue en materia legislativa. El único proyecto en el cual le tocó jugar un rol, fue en el post natal, el cual, aún cuando logró aprobar, el proyecto que salió del Congreso fue totalmente diferente al que ingresó. Tampoco tiene trayectoria alguna en educación, ni desde la academia, ni desde algún otro espacio que, por último, le sea digna del título honorífico de “conflicto de interés”. Da la sensación de que, finalmente, el gobierno ha dado por cerrado el programa de gobierno en materia de educación. Probablementelos temas más técnicos y candentes serán abordados por el subsecretario, que ya ha venido jugando algunos roles incluso en la era Beyer. Si hiciéramos caso a la declaración de guerra de Larraín, parece que en esta batalla el gobierno colgó los guantes, y solo se sentará a esperar que llegue noviembre. Habrá que estar atento al avance de los proyectos de ley relacionados con la materia en el Congreso. O si, en vez de esto, se impulsan otros ámbitos de la agenda degobierno.
“No hacer nada” puede ser también una inteligente decisión cuando de desarrollar políticas públicas se trata. Quizás, en los próximos días el gobierno continúe con su obstinada tarea de seguir emplazando a Bachelet, ahora con el fin de trasladar el debate sobre educación a los candidatos presidenciales y desprender al gobierno del tema más complejo que hoy enfrenta la sociedad, intentando mostrar resultados en otras áreas.
Pero ojo, que Smidth tiene su mérito, se trata de una Ministra muy conservadora en lo valórico, y que sin embargo, en un contexto de desarrollo de una nueva ciudadanía, y reivindicación de nuevos derechos ciudadanos, como los sexuales y reproductivos, o el matrimonio homosexual, logró mantener aislado al SERNAM de la discusión pública, y junto con esto, mantenerse dentro de los Ministros con mejor evaluación ciudadana, probablemente, gracias al silencio general guardado en estas materias. “No hacer nada” puede ser también una inteligente decisión cuando de desarrollar políticas públicas se trata. Quizás, en los próximos días el gobierno continúe con su obstinada tarea de seguir emplazando a Bachelet, ahora con el fin de trasladar el debate sobre educación a los candidatos presidenciales y desprender al gobierno del tema más complejo que hoy enfrenta la sociedad, intentando mostrar resultados en otras áreas.
La oposición, por su parte, parece haber acusado recibo de la declaración de derrota del gobierno. Twitter mostraba cómo varios parlamentarios sólo escribían parabienes y mensajes de éxito para la nueva Ministra. Por este lado, al parecer se busca dar por superado el episodio, y evitar el tan anunciado efecto boomerang.
Pareciera ser, finalmente, que ha sido desechada la tesis beligerante de Carlos Larraín, y el Presidente ha optado por retroceder. Habrá que ver si es para dejar pasar el tiempo o para tomar impulso. El real acontecer de los hechos se verá en las próximas semanas.
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