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Don Cloro, Cortés Terzi y el proyecto socialista

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El pasado 11 de febrero se cumplieron 95 años del nacimiento del ex Canciller y ex Secretario General del PS Clodomiro Almeyda, “Don Cloro”; dos días después recordamos los 9 años de la partida del sociólogo Antonio Cortés Terzi. Tal vez para las nuevas generaciones de socialistas ninguno de los dos nombres digan demasiado. Quizás solo alguna mención en un discurso o en una columna, cuando ambos son, quizás, dos de los últimos exponentes más destacados del pensamiento socialista: Almeyda desde el marxismo-leninismo clásico y Cortés identificado como “el último gramsciano”.

Es lamentable que el bosque del verano no deje ver estos frondosos árboles del pensamiento socialista chileno y, sobre todo, es más lamentable que el PS, institucionalmente, no haga mucho para rescatar y difundir su pensamiento -menos aún para ponerlo en práctica-. Porque aunque de matrices doctrinarias distintas, Don Cloro y Cortés Terzi coincidían en algo central que para el socialismo chileno actual sigue siendo una deuda que solo crece: la necesidad y la obligación de contar con un proyecto político.

Porque mientras Almeyda ya en 1992 (1) decía que “el partido político no tendría razón de ser si sólo se limitara a trasladar las demandas sectoriales al sistema político”, Antonio Cortés señalaba el 2008 (2) que “lo que se está exigiendo son reconstrucciones sobre parámetros político-culturales delimitados y trascendentes. Sobre definiciones gruesas, pero que entrañen esencialidades conceptuales de proyección histórica”.

Ya en 1979 Don Cloro había abordado este tema, indicando que “el problema del proyecto de Partido, es a la vez un tema cerrado y un tema abierto. Cerrado pues está claro que no queremos ser ni una secta ni una asamblea. No queremos ni dogmatismos ni liberalismo. No queremos ser satélites de nadie, pero no podemos tampoco ser autónomos de todo. Cortés Terzi por su parte planteaba, tras la caída del Muro de Berlín, que este hecho “como era de esperar, le sigue planteado al socialismo el tema crucial: la reconstrucción de su proyecto general para la sociedad chilena. Cuestión que de no resolverse en plazo prudencial pondrá en entredicho tanto su unidad como su capacidad de acción e influencia política” (3).

El sociólogo profundizó este aspecto aseverando que la renovación socialista “no sólo no tuvo como norte principal la reposición de tal representación crítico-social moderna, sino que, por efecto de la transición y de las funciones gubernamentales, sacrificó, en parte, el sentido mismo de la crítica estructural. Más aún, la convivencia en el seno del PS de renovaciones de distinta índole y de discursos renovados igualmente diversos, devino de facto en una mecánica que desarticuló su personalidad crítico-sistémica” (4).

Almeyda, en una columna con una larga enumeración de características y atributos que debiera aspirar a poseer el PS, señalaba que lo que se necesita es “un partido que se esfuerce por  actualizar sus posiciones a la luz de los cambios producidos en el mundo y en el país en los últimos tiempos, sin que esa necesaria readecuación, que todavía está en desarrollo, signifique el abandono de sus principios funcionales y el renuncio a su historia y a los símbolos que definen su identidad y personalidad política” (5).

Para Cortés Terzi, la fortaleza y expansión del nuevo capitalismo no puede encontrar una réplica político cultural consistente desde el socialismo renovado, tal como se fue configurando en el curso de la transición. “No obstante –agrega– el socialismo replica y está replicando. ¿Pero, desde dónde lo hace? Básicamente desde sus baúles, desde sus lecturas más añejas o desde experiencias fracasadas. La crítica social que, en general, practica hoy el socialismo chileno es crecientemente regresiva o involutiva. No es una crítica social  moderna y que  se  dirija a las esencialidades conflictivas de la modernidad”.

La reflexión de estos pensadores transita por diversos caminos para llegar a un mismo destino. Mientras que en el caso de Don Cloro su perspectiva y preocupación es política, social y económica desde una mirada estructural y superestructural, en el caso del sociólogo Cortés su acento es claramente cultural, asumiendo que lo que se debe enfrentar es cómo “la clase dominante forma el espíritu público, es decir, transforma sus concepciones en sentido común” y así construye hegemonía.

¿Qué hace hoy el PS para (re) construir un proyecto político actual, que supere la inercia coyunturalista y electoralista? Poco o nada. Recién la emergencia y articulación de una corriente de opinión como la Izquierda Socialista y algunos esfuerzos del Instituto Igualdad parecen encaminar al menos la atención de parte de la militancia a esa indispensable discusión. Sin embargo, para que el partido siga aspirando a jugar un rol en la sociedad chilena debe hacer más que eso. Un par de seminarios y algunas columnas de opinión no bastan. Se requiere una decisión política permanente, institucional, que se haga cargo de nuestra historia, nuestra identidad (de la que hoy otros, como la Fundación Nodo 21, se están apropiando) y que aporte elementos para este debate vital y de futuro.

El proyecto del PS no puede depender de la coalición que integremos en un momento o de del programa que negociemos con otros de cara a una elección. Incluso en las coyunturas, que caracterizan nuestro accionar desde el retorno a la democracia, debemos ser capaces de tomar y fijar posición sobre los temas en debate público y no caer en ese laissez faire ideológico donde cada uno dice o hace lo que mejor le parece, sin atender siempre a los principios, la historia o la cultura que está en nuestro ADN. Ejemplos sobran: desde quienes son más mercadistas que la derecha, a los promotores de la energía nuclear, los defensores de la educación privada, de las concesiones de hospitales, o de aquellos que dudan ponerse del lado de Palestina o defender a los países y pueblos latinoamericanos, como Cuba, con quienes compartimos una larga historia común, más allá de los gobiernos y diferencias.

No necesitamos solo tener buenos candidatos. También necesitamos tener una identidad que anteceda las legítimas aspiraciones personales. El proyecto colectivo por sobre los individuales.

En este desafío-obligación, nutrirse de estos pensadores socialistas parece pertinente, especialmente considerando que cada uno de ellos tenía su propia mirada sobre el proyecto-histórico-país que imaginaban desde y para el PS. Para Don Cloro, debíamos aspirar a “una democracia que vaya imponiendo el señorío del trabajo y del trabajador, como expresión plena de lo humano, y como pauta y rasero para distribuir la riqueza y el poder. Y por lo tanto, que valore al trabajo acumulado, en cuanto fruto del esfuerzo humano, como un capital social que más que generador de ganancias, esté destinado a garantizar una vida decente para todos los chilenos ahora, y un mañana más próspero y feliz para las nuevas generaciones” (6).

Para Antonio Cortés, para reconstruirse como cultura-política el PS debe asumir que ello implica desarrollarse como contra-cultura de la cultura capitalista. Y ello “pasa por una elemental definición: la existencia o no de la convicción y voluntad de poder y querer ser cultura-política de rango histórico. Un partido político moderno puede ser el simple agrupamiento de una o más elites, cuyas políticas y aspectos programáticos se amparen en una discursividad político-técnica, a través de la cual busca cercanía o respaldo del ciudadano-consumidor-cliente. Lo político-cultural queda relegado a ideas vagas sustraídas del  discurso o ideología de la modernidad que son un conjunto de obviedades y ambigüedades sobre democracia, mercado, Estado, participación social, medioambiente, etc.” (7).

El proyecto del PS no puede depender de la coalición que integremos en un momento o de del programa que negociemos con otros de cara a una elección. Incluso en las coyunturas, que caracterizan nuestro accionar desde el retorno a la democracia, debemos ser capaces de tomar y fijar posición sobre los temas en debate público y no caer en ese laissez faire ideológico donde cada uno dice o hace lo que mejor le parece, sin atender siempre a los principios, la historia o la cultura que está en nuestro ADN.

En esta muy apretada síntesis podemos apreciar la vigencia del planteamiento de ambos pensadores socialistas, ideas que debiéramos ser capaces de rescatar, difundir, actualizar y utilizar para los debates internos y nacionales que llevemos adelante, tanto para definir el proyecto político histórico del PS para el siglo XXI, como para aportar al debate político y social que, en el seno del pueblo chileno, especialmente entre quienes viven de su trabajo manual o intelectual, permita superar el largo tedio transicional, para avanzar hacia el país moderno y republicano que los intereses de la minoría viene postergando -con lamentable éxito- hace tanto tiempo.

No faltarán los que buscarán refugiarse en los resultados electorales para seguir eludiendo este debate, aunque sea más necesario que nunca. Porque como dice aquella frase atribuida a Einstein “no puedes seguir haciendo lo mismo y esperar resultados distintos”. Otros apelarán a la unidad, para evitar la siempre nutritiva discusión. Un partido desideologizado puede ser útil para quienes confían más en “lotes” y “máquinas”.

Y aunque algunos sufren por la pérdida del gobierno que, nos guste o no, finalmente forma parte de las reglas democráticas del juego, personalmente creo que más terrible que entregar la administración de un poder del Estado, es entregar la hegemonía político-cultural permanente de la sociedad a una derecha que, salvo someternos a través de la Constitución de Pinochet, los medios de comunicación, las AFP y las deudas, no ha hecho demasiado mérito.

(1) Documento “En el debate de los socialistas chilenos”. Aporte del autor a la discusión y elaboración del nuevo Programa a levantar por los socialistas de Chile. “Clodomiro Almeyda. Obras Escogidas 1947-1992”. Fundación Clodomiro Almeyda.

(2) “El Socialismo y su Reconstrucción como Contracultura (Cuatro Tesis)”. AsuntosPúblicos.org Marzo 2008.

(3) Cortés Terzi, Proyectos y culturas socialistas. Revista Avances Nº7, 1991

(4) “El Socialismo y su Reconstrucción como Contracultura (Cuatro Tesis)”. AsuntosPúblicos.org Marzo 2008.

(5) Artículo “El Partido Socialista como yo lo quiero”, publicado en el Diario La Nación, el 9 de Julio de 1992.  

(6) Clodomiro Almeyda “La salida democrático-revolucionaria a la crisis chilena” Ediciones Unidad y Lucha, Enero de 1986.

(7) “El Socialismo y su Reconstrucción como Contracultura (Cuatro Tesis)”. AsuntosPúblicos.org Marzo 2008.

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1 Comentario

Javi-Al

A la luz de los hechos se puede ser consciente o no,pero el mundo ha cambiado, cada individuo busca su realización personal, busca desarrollar su proyecto de vida, busca tambien su trascendencia a través de sus obras. El trabajador manual ya no es el artesano que lucha contra la máquina ni el capital, hoy a través de su trabajo busca identidad, el trabajo rutinario lo hace el robot. La lectura del capital también es errada, el capital que fluye en forma líquida hoy por el mundo es la suma de millones de ahorros, esfuerzo personales y otros activos que buscan rentabilizarse como el sueldo multimillonario de un jugador de futbol. El socialismo actúa como un freno al mundo contemporáneo porque no logra entender que el marxismo, en su corriente neomarxista procura estados gigantes, armatostes caros que buscan controlarlo todo, si se ocupara de orientar sus esfuerzos por ayudar a construir una visión de estado y a diseñar y construir proyectos de vida éticos, viables y eficaces a los más desposeidos, su rol sería crucial para el mundo que viene.