Escuché a tanto personaje opinar sobre el cónclave de la Concertación, que me llegó a dar pudor mucho de lo que se dijo o escribió.
Algunas frases que circularon: “el cónclave no sirvió o no se dijo nada”, “ol;a a naftalina”; “Cancertación”.
Observando y escuchando aquel espectáculo desde fuera me preguntaba si alguna vez ellos-as se habían enamorado. Porque, hasta donde yo sé, cuando una ama lucha por eso. Hasta que el cansancio del alma te comunica vía dolor que la relación ya no sigue su curso. Al menos como la conociste.
Quienes critican a raja tabla, critican también el proceso que podría sacar adelante una Concertación que se conoció, se sedujo, se conquistó, se enamoró y se casó. Que hizo el amor con sus ideas, aventuras y tropiezos. Una que todavía, de vez en cuando, llora, sufre, ríe y olvida.
Es darnos cuenta de que el amor, como lo conocen algunas personas, sólo se circunscribe a un contexto: las relaciones de pareja.
Quienes se fueron criticando a la Concertación, develando secretos, lanzando rumores obscenos, poniendo en jaque su existencia, juzgando los qué se hizo o no, sólo me sugieren un pensamiento: Dios pille confesados-as a sus esposos-as o compañeros-as.
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