“Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”… Esta frase, sacada de alguna olvidada clase de historia, parece cobrar, sorpresivamente, vigencia en el siglo XXI que vivimos. El proceso constituyente que se ha desarrollado en nuestro país parece haber evidenciado que muchos autodeclarados defensores del pueblo y sus Derechos, parecen desconocer por completo lo que ese pueblo quiere y necesita, y sus propuestas flotan en una nebulosa ideológica separada de la realidad que viven los chilenos por un abismo inconmensurable. La propuesta aprobada en la Convención Constitucional fue rechazada por una mayoría contundente y paradojalmente, la brecha es sustancialmente más significativa en aquellas comunas y localidades que vivencian los problemas que esa propuesta declaraba resolver… ¿Por qué?, ¿qué distanció tanto a la ciudadanía de la propuesta constitucional…?
La soberbia intelectual y moral y la ideología basada en la superioridad moral fueron derrotadas en el plebiscito
Para ensayar una respuesta basta ver la reacción de las fuerzas políticas y muchos ciudadanos que legítimamente apoyaron la opción de aprobar el texto ante la derrota abrumadora que sufrió el borrador… “Ignorantes”, “fachos pobres”, “desclasados que eligen seguir siendo esclavos”, y un largo y penoso etcétera de expresiones denigrantes respecto de aquel pueblo que afirman defender e interpretar, pero que al parecer, no merece ningún respeto en lo que respecta a sus decisiones.
La soberbia intelectual y moral y la ideología basada en la superioridad moral fueron derrotadas en el plebiscito. La verdad revelada que recibieron en un Sinaí intoxicado por las redes sociales los hace los únicos y verdaderos representantes del pueblo… Ellos y solo ellos son los llamados a interpretar sus necesidades…y cuando ese pueblo les dice contundentemente que no quiere eso que ellos les presentan como la panacea que los hará libres… Surge su verdadera naturaleza en todo su esplendor… Son fascistas… Si no se está de acuerdo con ellos entonces viene la funa, la cancelación, el menosprecio, su arrogancia les impide siquiera concebir la idea de estar equivocados… Son incapaces de asumir que las decisiones e ideas de los otros son igual de legítimas que las suyas… Pues en su delirio megalómano no hay otra idea posible que no sea la suya… Y la democracia, que para ellos no es más que un instrumento más, pasa a ser un problema, y buscan otras formas de imponer su salvación a ese pueblo que ningunean, pues son los nuevos despotistas supuestamente ilustrados, pero ahora en versión milenial.
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