En pleno apogeo de la era de la información, una parte de la soberanía y el poder lo perdió el Estado. Ironía trágica de una democracia liberal que se ha distanciado de las personas, sus intereses y sus deseos. En este contexto, el fuerte contrapunto sobre los filtros y designaciones de autoridades de segundo y tercer nivel jerárquicos del gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet Jeria se instaló en los medios de comunicación y en las redes sociales. Un análisis más bien especulativo de esta “parrilla programática” puede arrojar algunos «Tweets» para tener presentes en la retina del debate:
«Tweet» uno: Entramos -algunos sin darnos cuenta- al nuevo ciclo de cambios incrementales de nuevos mensajes, vía redes multiformes, interconectadas y descentralizadas, claramente alejadas de las sedes del poder político “tradicional”. Uno de los principales resultados de este tránsito es el drenaje del llamado poder y legitimidad de los partidos políticos. Sin lugar a dudas estos son plataformas esenciales para canalizar los cambios sociales, sin embargo, son todavía lentos y zigzagueantes negociadores. Pero lo más complejo es que no son actores innovadores -al menos todavía- para enfrentar y conectarse con el nuevo poder ciudadano.
«Tweet» dos: El déficit de no conocer las dinámicas y la lógica de la sociedad – red se convierte en una cuestión clave al momento de encarar un nuevo gobierno, particularmente en una sociedad emergente. Y lo más interesante de este proceso es que a la larga asistimos a la formación de la arquitectura de un nuevo Estado. Esta realidad está cada vez más centrada en el poder de las comunicaciones y las redes sociales. La textura del poder y su relación societal está en los códigos de la información en tiempo real, en las imágenes y miradas de una sociedad altamente “on line”. Este es el sedimento fundamental a la hora en que la comunidad organiza su interrelación con las instituciones y sus autoridades. Por otra parte, la vida en red incide de manera significativa en la cotidianidad, perfilando impresiones y conductas ciudadanas. Entonces un importante aprendizaje de este episodio es trabajar en red, pero sin en-redarnos.
«Tweet» tres: El poder es eterno, pero paradojalmente está mutando. Es permanente porque los humanos somos por definición “predadores” ( un animal que mata a otros de distinta especie para comérselos). Pero también el poder tradicional es menos efectivo para algunos propósitos.
Los ejemplos se han puesto en la vitrina durante esta tensión política al momento de la instalación y nombramiento de autoridades. Por ejemplo, algunos diputados y senadores tienden a disparar, aunque sus adversarios son cada vez más difusos, y si lo hacen al azar pueden dañarse entre ellos (fuego amigo).
La textura del poder y su relación societal está en los códigos de la información en tiempo real, en las imágenes y miradas de una sociedad altamente “on line”. Este es el sedimento fundamental a la hora en que la comunidad organiza su interrelación con las instituciones y sus autoridades. Por otra parte, la vida en red incide de manera significativa en la cotidianidad, perfilando impresiones y conductas ciudadanas.
«Tweet» cuatro: Los discursos públicos tienen que ser argumentativos y demostrativos para las exigentes y vigilantes audiencias. No es buen consejo seguir la huella del vocero iraquí, esa actitud es carente de sentido histórico, atomizada y atomizadora. Desmontar los mecanismos de censura invisible que hay sobre la pequeña pantalla y la llamada opinión pública, en particular en la TV, es una buena señal y prioridad para traer luz cuando se ha producido un “blackout”.
Finalmente, el poder rige la sociedad. No nos engañemos. Todavía nos da forma y muchas veces tiende a disciplinarnos.
Pero también en la nueva sociedad la red del poder está en el afecto y la mente de las personas. Sin embargo, este activo y atributo -en la actualidad- solo lo posee una persona: la Presidenta.
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