Estamos en un momento que pasará a la historia política de Chile, sin duda, partiendo por un hecho esencial: tenemos un gobierno de derecha, después de más de medio siglo sin ser elegidos democráticamente y con 17 años de dictadura militar entre medio, donde la derecha tuvo la oportunidad de crear una constitución a la medida, pro mercado, pro exclusión de las minorías políticas y ciudadanas, entre otros defectos ampliamente documentados y controversiales.
Con la elección de Piñera como presidente, la crítica a la y desde la Concertación ha abordado varios frentes, dentro de los cuales se encuentra la «legitimización del modelo» por parte de la Concertación. La pregunta es por qué, después de 20 años de gobierno, seguimos con el mismo modelo de desarrollo, por qué ha aumentado la brecha de ingresos entre el primer y último quintil, por qué la educación es una de las peores del mundo en cuanto a sus resultados internacionales. Pienso que la pregunta debería ser ¿por qué nos preguntamos esto?
¿Es en realidad la Concertación lo que creemos que es? El paradigma siempre ha sido que la Concertación está en contra del modelo económico heredado de la dictadura, que desea más regulación del mercado, más protección social (¿el tío permanente?). Pero la Concertación es una amalgama de distintos grupos e intereses políticos ¿Son Bachelet y Lagos, entonces, las alternativas más progresistas y de izquierda que ha tenido la Concertación?
Se ha logrado mucho, quien lo niegue por favor no siga leyendo, pero con dichos avances ¿le entregó la Concertación las herramientas a las personas para avanzar, para ser dueños de su propia vida? El sistema financiero dice un rotundo NO, pues hoy una gran cantidad de chilenos trabaja para pagar deudas, para pagar una vida que en realidad no es capaz de sustentar.
Quizás la memoria es frágil, pero para eso está Internet. Veamos un par de hitos que muestran la cara de la Concertación justo antes de dejar el poder, en el gobierno de la mejor carta política de la concertación hoy en día: M. Bachellet.
Primer hito:
La modificación de la normativa General de Urbanismo y Construcciones (noticia aquí), firmada por la ministra de Vivienda y Urbanismo, Patricia Poblete, y por Edmundo Pérez Yoma, para legitimar a la termoeléctrica Campiche. Aquí tenemos a la Concertación marcando cuál fue su prioridad en materia de desarrollo país: el crecimiento económico es prioritario por sobre la calidad de vida de una comunidad. Esta modificación permitió que la Termoeléctrica de Campiche pudiera funcionar, a pesar del fallo de la Corte Suprema en contra de su operación. Los vecinos, organizados, impulsaron una batalla judicial, que finalmente ganaron, por no ensuciar su ya contaminado entorno. El gobierno de Bachelet decidió que el fallo del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) era una mala señal para los inversionistas y arregló su propio error pasando por sobre las personas. ¿Esto es lo que Bachelet llama progresismo?
Se habló también de colusión entre Chile y USA para relajar la normativa y aprobar el proyecto. Entonces, ¿por qué la CUT dijo en algún momento que Piñera era el candidato de los empresarios? ¿El gobierno de Bachelet era representativo de lo que hoy se reclama en las calles?
Segundo hito:
El caso de las salmoneras es similar, en el sentido de que la Concertación repitió en la zona costera lo que se le critica al Código de Aguas. Al permitir que las salmoneras puedan hipotecar sus concesiones (renovables indefinidamente según la ley), lo que hizo la Democracia Cristiana y Camilo Escalona fue entregar Bienes Nacionales de Uso Público a los bancos, privatizando las zonas marinas de dichas concesiones (noticia aquí). Y ojo con los demás parlamentarios que aprobaron (Ávila, Girardi, Ominami).
Para resumir:
La Concertación debe su origen a la lucha política en tiempos de crisis: La dictadura de Pinochet los obligó a reunir voluntades. ¿Qué los reúne ahora? Nadie puede pensar que representan algo del movimiento social que tenemos hoy, más activo y transversal políticamente que nunca antes en la historia.
Hoy, un nuevo movimiento está surgiendo. Uno que quiere un país para las personas, que cree en un desarrollo sustentable, que la libertad es importante, pero no lo es todo.
No dudo que dentro de la Concertación exista gente que pueda aportar, pero hoy día dicho bloque político no tiene un proyecto país y si interpretamos sus gobiernos pasados como señal, no me representan en lo fundamental, en la forma de ver a la sociedad y la labor de los políticos para con la gente. No hay imagen que no se destiña en 20 años ni prioridades que se sostengan tanto tiempo. La última encuesta Adimark es lapidaria: Las personas no le creen a los dos bloques gobernantes. ¿Deberá venir el Chapulín Colorado?
Mi petitorio:
Quiero decidir cómo quiero vivir mi vida, respetando al prójimo, y no que otra moral me sea impuesta.
Quiero una sociedad menos consumista.
Quiero menos farándula en la televisión y más contenido.
Quiero participar en cómo se desarrolla la ciudad: no quiero más autos y si más bicicletas y parques.
Quiero independencia para las regiones.
Quiero que los inversionistas extranjeros paguen un impuesto por explotar nuestros recursos naturales.
Quiero que termine la subcontratación explotadora que hoy existe.
Y tú, ¿qué quieres?
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Foto: Ambidextrous – Darquati / Licencia CC
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